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MEMORIA DE LA TRANSICIÓN

Suárez: "contra mí valía todo"

El PAÍS publica mañana, en 'Memoria de la transición', una amplia entrevista con Adolfo Suárez, presidente del Gobierno entre 1976 y 1981

"Nunca podré dejar de ser un político, pero jamás volveré a la política activa". Lo dice Adolfo Suárez en una entrevista que EL PAÍS publicará mañana, dentro 'de la serie Memoria de la transición. En el mismo ejemplar se incluye un artículo de Juan Luis Cebrián titulado Acoso y derribo del presidente Suárez.Es una frase que el ex presidente del Gobierno ha repetido recientemente, al menos en dos ocasiones; cuando los dos grandes partidos le tentaron para que se uniera a su destino. El PSOE sugirió incluirlo corno candidato en uno de los primeros puestos de la lista de una gran ciudad, y el PP le ofreció la presidencia de una de las CámaraS. Suárez rechazó las dos ofertas, que prueban la fe que se atribuye a su tirón político.

Los años, que suelen desvelar los juicios más generosos, unido al maltrato que el personaje ha recibido en el libro de memorias de Torcuato Fernández Miranda, Lo que el Rey me ha pedido, han provocado hacia Suárez una cascada de desagravios y un reconocimiento de su figura. El, por su parte, bromea y dice que lo que pasa es que sale ganando en la comparación con los políticos actuales.

No piensa volver, pero reconoce pasarse el día hablando de política. Entre otros con Felipe González. "Un líder nato", dice en la entrevista rememorando el momento en que lo conoció. "Me parecía que él aglutinaba a un sector muy importante de la, izquierda española, y que, conociendo al personaje como yo le conocía, ese sector iba a ser moderado".

A Suárez le asombra que, cuando comienza a viajar por el extranjero, se encuentra con que para muchos de los líderes que están en la Internacional Socialista, y que dan su apoyo a Felipe, darle la mano "era poco menos que contaminarse". Este comentario pone sobre la mesa una característica de Suárez que, según algunos, explica la simpatía que provoca en los demás; su vulnerabilidad. "Soy un político, como yo digo, chusquero, hecho a base de tiempo, de pensar". "Marcado por mi pasado y atrapado en un problema que parecía insoluble". Y, comenta, a medida que la transición avanza, no logra cambiar la opinión que se tiene sobre él: "¿Acaso la intelectualidad española, los que influían en los medios de comunicación, tenían más confianza en mí después del 15-J de 1977 de la que tenían el día anterior? Yo creo que no".

De la legalización del PCE, una de sus actuaciones más valerosas, dice: "Desde el mismo momento en que asumo la responsabilidad de presidente del Gobierno, para mí estaba claro que ha bía que hacerlo. Lo que no sabía era si se podría conseguir". Y luego: "Mi objetivo número uno durante los primeros meses de la transición había sido conseguir que esa legalización no se convirtiera en causa para una involución política". "Hay cosas que deben quedar claras; cuando asumo el Gobierno asumo la acción política por completo". Es decir, se encontraba bastante solo, porque "en los primeros Gobiernos había personas es pléndídas, pero a quienes les hubiera costado mucho que el de bate político se planteara en esos términos".

Ni el primer Gobierno Suárez ni el segundo podían transmitir a los ciudadanos la medida real de las dificultades que amenazaban a la transición: "En la cúpula de las Fuerzas Armadas, al PCE se le veía, sobre todo, como aquellos contra los que habían luchado hacía 40 años; incluso veían a esa persona concreta contra la cual lucharon. Y todos los generales de entonces habían luchado en la guerra civil..".

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Igual que desde el principio Suárez supo que debía legalizar el PCE, para que la democracia fuera plena, también temió la ..amenaza de una involución, "Desde que tengo uso de razón presidencial". Este temor continúa cuando le inaugura la segunda legislatura, en 1979, y cuando Suárez empieza su personal descenso a los infiernos. Su partido da lo primeros síntomas de desintegrarse, lo que, en su opinión, "tenía una importancia trascendental, para la democracia". Y más adelante: "Yo me doy cuenta, en un momento dado, de que la situación es muy clara: todo vale con tal de que .caiga Suárez. Y que ese todo vale implica un riesgo para el propio sistema. Lo que hago, empujado por todos, es dimitir". En otro momento de la entrevista, añade: "También está incluida esa hipó tesis... (refiriéndose a un golpe de Estado). "Las amenazas de golpe de Estado eran constantes, todos los días llegaban rumores de ese tipo y todos los días estábamos haciendo investigaciones. Las que había a nuestro alcance...". Y del Cesid comenta: "Como fuente de información no me fiaba. Me fiaba de alguno de sus miembros".

Suárez enumera los motivos que lo empujaron a dimitir: "Tenía la animadversión de una parte importante de las Fuerzas Armadas; existía unanimidad en centrar las críticas en mí; sabía de la desconfianza de los jefes de las diferentes facciones que integraban UCD; el PSOE. había minado una parte de mi partido, por el sistema de decir a algunos de sus miembros que ellos sí eran progresistas y demócratas, pero yo no".

Para colmo, un sector de la Conferencia Episcopal se destapa diciendo que la Constitución es atea. "Por eso tuve una conversación muy importante con Pablo VI, en la que le expliqué lo que era la Constitución española".

Y luego está el pasado, pesando: "Yo era un hombre marcado por venir del Movimiento Nacional. Si en el momento en que soy presidente de Gobierno intento formar un partido, no encuentro con quién hacerlo. La mayoría de mis amigos procedían del mismo lugar que yo, habíamos tenido un papel importantísimo, decisivo en el cambio, pero nadie se fiaba.. de nosotros". "Yo era un hombre que, a los ojos de los españoles, llegaba al poder para quedarse con él".

Durante unos pocos años, su biografía es la de un prototipo de ganador. Un cuento de hadas con príncipe incluido. "Mi amistad con el Rey viene de. los tiempos en que yo era director de programas de TV, antes de ser director general. Se apoyó al entonces Príncipe haciendo que sus visitas a las diferentes regiones españolas tuvieran una importancia informativa". "Tenía con él una relación íntima, quiero decir que no era corriente; le trataba de tú. Hasta el punto de que luego, cuando ya fue Rey, me cóstaba trabajo acostumbrarme a llamarlo Majestad". Y para explicar que el Monarca le eligiera para llevar a cabo la transición, dice: "Era yo quien estaba entonces diciéndole, entre bromas y veras, desde que era Príncipe, que quería ser presidente del Gobierno, porque sabía lo que, esencialmente, había que hacer". Suárez recuerda los primeros años de la transición democrática como la etapa de su vida "más creativa", y también como la más cómoda".

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