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FÚTBOL DÉCIMA JORNADA DE LIGA

El Valencia acaba con su sequía

El equipo de Luis Aragonés, con Mijatovic de estrella, golea a un pobre Athletic

Tras dos partidos de abstinencia, el Valencia halló el gol ante un descreído Athletic, que centró todo su juego en los pies de Goikoetxea. Lo advirtió el sabio de Hortaleza. Los goles vienen por rachas, había dicho Luis Aragonés para explicar la sequía goleadora de su equipo en los últimos partidos.Así sucedió que por Mestalla se levantó una ráfaga de viento y el Valencia le anotó dos goles en un suspiro. Claro que en la dirección del viento intervino la fe que Luis ha imprimido en sus hombres. La fortuna se alía a menudo con el más osado y así fue que el Valencia, con empuje y convicción, se halló con un rebote en la cabeza de Camarasa tras un re mate de Ferreira. Aunque no todo es fe en este equipo. Apático hasta esos momentos, el montenegrino Mijatovic despertó unos minutos para sentenciar el encuentro: una asistencia magistral a Gálvez y una carrera larga con disparo al larguero mostraron la calidad de un superclase al que conocía bien el técnico rival Stepanovic. Si bien no hay antídoto contra el ingenio.

El Athletic ni siquiera respondió al golpeo. Con un equipo repleto de secundarios, los tres o cuatro de relumbrón no salieron del anonimato. Etxeberría, hundido en el extremo izquierdo, tuvo las de perder con Otero, muy rehabilitado desde que Luis lo liberó de la creación. Guerrero, se topó con el jefe de la sala de máquinas: Mazinho, que lo echó de la sala.

El brasileño suele brillar ante rivales de entidad, cuando su trabajo de recuperador es más reconocido. Tuvo incluso Mazinho una oportunidad para el lucimiento. Fue un pase profundo de Eskurza al que el brasileño llegó en carrera larga desde su campo y picó suave ante la posición adelantada de Valencia. El cuero golpeó la red lateral e impidió que Mazinho se estrenara en la, Liga española.

Ambos entrenadores habían ordenado enhebrar su ataque por la banda derecha. Allí cada equipo guarda un interior de carrera larga,

y centro enroscado. Y pese a que ni Eskurza ni Goikoetxea pasan por su mejor momento de juego, sus respectivos técnicos insistían en volcar el juego por ese lado: siempre saldrán de sus botas los pases más ventajosos (como aquel en el que Goiko propició el único remate de Guerrero). De hecho, todo el peligro del Athletic partió de Goikoetxea.

Con dos goles en la alforja, Luis lo tenía claro. El Valencia cedió terreno tras el descanso y dejó todo el espacio para su cada vez más compenetrado trío de ataque: Fernando, Mijatovic y Gálvez. Era el momento para el pase largo de José Ignacio, un centrocampista que crece cada día de la mano de Aragonés. El Athletic encontró cierto aire en las salidas de Alkiza y el debutante Bidaurrazaga. Se apoderó por primera vez del centro del campo y Aragonés reaccionó de inmediato: Engonga suplió a Fernando, si bien seguía siendo Mazinho el que repartía el oxígeno en su equipo.

Y en ésas que Viola se encontró la jugada que había soñado para enamorar a la hinchada: de espaldas a portería, paró Viola con el pecho un pase de Mijatovic, elevó el cuerpo e impactó una chilena sublime que repelió el poste. No fue gol, pero lo mereció y sirvió para olvidar definitivamente sus problemas anteriores. Después Mijatovic recobró el toque en los libres directos y quitó las telarañas. El postrero gol de Guerrero ya no cambió nada. Si acaso, salvó el manido honor de un equipo que pasó como una sombra por Mestalla.

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