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LOS MÁS RICOS DEL DEPORTE

Ellas también son millonarias

Algunas deportistas superan en ganancias a sus colegas

Steffl Graf, la número uno del tenis femenino, puede alardear de ganar más dinero que la mayoría de los cinco primeros jugadores del tenis masculino mundial, con más de 20.000 millones de pesetas de ingresos en sus 10 años de carrera. Sin embargo, no sería capaz de imponerse a ninguno de los 300 primeros de la clasificación de la ATP. Es ésta una paradoja que se reproduce en algunos otros deportes, como la natación, el esquí y el atletismo, donde los niveles de ganancias se acercan en la cumbre pero las distancias a nivel de récords siguen siendo abismales.Un simple vistazo a la lista de ganancias delata sin tapujos que algunas tenistas han ganado más en sus carreras que muchos hombres que han marcado la historia. Las cifras de Steffi Graf se han dado a conocer de forma muy concreta como consecuencia de la investigación fiscal de que es objeto en Alemania. Pero todos los jugadores aparecen en unas listas oficiales de premios que manejan tanto la asociación de jugadores (ATP) como la de jugadoras (WTA). Según esos datos, Martina Navratilova, con 2.400 millones de pesetas, ganó lo mismo que Ivan Lendl. Ambos son los números uno en ambas listas. Pero Steffi Graf, la segunda y actual número uno mundial, ha ganado en premios alrededor de 2.000 millones de pesetas y supera en bastante a Stefan Edberg y a su compatriota Boris Becker.

Algunas otras curiosidades, por ejemplo, son que la española Arantxa Sánchez Vicario -con unos 1.200 millones- haya gana do en su carrera cifras similares a las de John McEnroe o Becker y mucho más que Jimmy Connors -1.020 millones-. Arantxa es la cuarta jugadora de la clasificación mundial de ganancias en premios. Conchita Martínez, l2ª, queda bastante lejos, con unos ingresos de 600 millones. Sin embargo, todas estas cifras deben multiplicarse por un coeficiente que oscila en tre 4 y 8 para tener una idea aproximada de los ingresos paralelos por publicidad.

Como en el tenis, en algunos otros deportes la diferencia en los ingresos muestra una evolución tendente a valorar especialmente la aportación femenina: La nadadora alemana Van Almsick, récord mundial de los 200 metros libres, lleva ingresados unos 800 millones de pesetas en su aún corta carrera deportiva -tiene 17 años-, fundamentalmente gracias a los contratos publicitarios que ha firmado. Algunos expertos en natación indican que ningún nadador ha ganado tanto dinero en tan corto espacio de tiempo, ni siquiera el norteamericano Matt Biondi, plusmarquista de los 50 y los 100 metros libres, que tuvo su mejor época entre 1986 y 1991.

En atletismo, nadie puede compararse al norteamericano Carl Lewis, el mejor remunerado, cuyas cifras de ingresos globales apenas se conocen, pero que cobraba ocho millones de pesetas por reunión en la que participaba.

Morceli está en unos 4,5 millones, y el ucranio Bubka, en unos cinco millones. Pero esas cifras están reservadas a las grandes estrellas. Un paso más abajo se encuentran ya la ex campeona mundial de los 800 metros María Mutola (Mozambique), afincada en Estados Unidos, con cantidades que oscilan entre los dos y los tres millones de pesetas por participación, y Merlene Ottey, Gwen Torrance y Heike Dressler, con 1,5 millones. Además, la Federación Internacional de Atletismo ofrece tres millones de pesetas a cualquier atleta masculino o femenina, que logre un récord mundial.

La ajedrecista húngara Judith Polgar, la primera mujer que compite con la élite masculina, percibe mucho menos que los campeones mundiales porque no tiene acceso aún a los premios que se reparten ahí -125 millones de pesetas para el ganador-. Pero suele exigir un fijo de 1,2 millones de pesetas por participar en exhibiciones de simultáneas. Kaspárov sitúa su caché en unos tres millones. Polgar se mueve entre los 20 mejores ajedrecistas mundiales. Pero ninguno de los 10 que le preceden en la tabla puede plantearse cobrar unos fijos similares.

Todas estas cifras demuestran que el deporte femenino -al menos en algunas modalidades- ha explotado. Que las caras femeninas resultan más atractivas que muchas de las masculinas para los anuncios de las firmas comerciales que apuestan por el deporte. Pero también que las grandes estrellas femeninas son muchas menos que las masculinas y, como consecuencia, hay una gran concentración tanto en el reparto de los premios -siempre ganan las mismas- como en el de todo el pastel publicitario.

Algunas deportistas, han demostrado además que en habilidad son capaces de superar a los hombres. Ha ocurrido ya en algunas modalidades. En el año 1990 la francesa Florence Arthaud, entonces con 33 años, ganó la Ruta del Ron de vela y batió el récord de la competición. En tenis de mesa, la china Deng Yaping podría ganar al 100º de la clasificación mundial masculina. La misma Judith Polgar sigue ganando puestos en la élite ajedrecista mundial. Son, probablemente, los casos en que la equiparación a nivel de marcas con el deporte de élite masculino está más cercana. Y permiten constatar la tremenda evolución social y económica del deporte femenino en la parte final de este siglo.

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