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Sexo, género y sociedad plural

Judith Astelarra

Si alguien nos hubiera dicho cuando desde las ciencias sociales se acuñó el concepto de "género" y "sistema social de género", y que dos décadas después el Vaticano lo iba a utilizar como caballo de batalla internacional y que muchos gobiernos lo iban a apoyar, seguramente hubiéramos creído que estaba loco. Se trataba de una herramienta analítica, construida desde los grupos académicos de Estudios de la Mujer. Ciertamente, estos centros de estudios que se crearon en casi todas las universidades americanas y europeas, habían surgido del movimiento feminista y consideraban que sus. aportes teóricos y de investigación también debían ser de utilidad para la acción en contra de la discriminación de las mujeres. Pero, lo que ignorábamos es que nos íbamos a convertir en el enemigo principal de la Santa Sede. En verdad algo notable que justifica algunas reflexiones sobre las posibles razones de tal guerra. Comencemos por señalar por qué se creó el concepto de género. Desde siempre en las ciencias sociales se había apuntado al hecho de que los comportamientos de hombres y mujeres eran socialmente construidos y que no tenían que ver necesariamente con su base biológica. Hace varias décadas se utilizaba la noción de "roles sexuales" para dar cuenta de este fenómeno. Los antropólogos habían recogido gran cantidad de evidencia que mostraba que las actividades consideradas como femeninas y masculinas variaban mucho entre las distintas sociedades y en una misma sociedad a través del tiempo. Si la naturaleza hubiera definido estas actividades, ellas serían inmutables y no podrían existir estas diferencias. De aquí la conclusión que en la determinación de los roles sexuales operaban factores culturales y sociales.

El concepto de "género" se creó para mostrar estos factores culturales y el de "sistema de género". para indagar cómo se organizaban las sociedades para crear, mantener y reproducir estas, características y comportamientos. Como en otras áreas de investigación social, se separaba la biología de la sociedad y la cultura. Esto no significa negar las diferencias biológicas sino darles el espacio que les corresponde. En la especie humana, la reproducción se produce por dos seres sexuados: allí la dicotomía macho / hembra es clara. Pero esta dicotomía no es tal cuando se trata de características biológicas secundarias ni mucho menos explica diferencias psicológicas y de ubicación social. Los testículos masculinos no son la causa directa de que los hombres ocupen el poder, se de diquen a las actividades del mundo público o tengan dificultades para expresar sus sentimientos. Existe una organiza ción social que crea, mantiene y reproduce esta situación, el sistema de género. Como todo factor social, por tanto, no es inmutable y puede ser modificado por decisión de sus miembros.

Dicotomía y variedad

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Esto quiere decir que los seres humanos estamos claramente dicotomizados sólo en lo que respecta a la reproducción biológica. En todos los demás terrenos las variaciones son mucho mayores y expresar esta gran variedad (que siempre ha existido en la realidad) es lo que podríamos denominar el pluralismo de identidades personales, de opciones de vida, de actividades individuales y de organización social. También de expresión de la sexualidad, cuando su objetivo no es el de la reproducción sino el del placer.¿Qué se rechaza, por tanto, cuando se cuestiona el concepto de género? Las fuerzas políticas que han apoyado al Vaticano (muchos gobiernos latino americanos y grupos de derecha y fundamentalistas) han cuestionado que su uso abre las puertas de: cambios de modelo de familia, aceptación de la homo sexualidad y políticas de igualdad de oportunidades. Se señala que se atenta contra la naturaleza que determina lo que son hombres y mujeres. (Por ejemplo, el Senado de Chile rechazó con, estos argumentos el informe que su organización gubernamental con rango de ministerio, el Sernam, llevaba a Pekín).

La temática de la homosexualidad tiene que ver directamente con el sexo: se trata de una forma de relación sexual. Atribuirla, por tanto, al género demuestra simplemente la ignorancia de los que han desatado la campaña. En cambio, la igualdad de oportunidades y los modelos familiares sí son consecuencia del modo como una sociedad define a los géneros. La sociedad decimonónica exluyó a las mujeres de la ciudadanía y las restringió a las actividades en una familia nuclear de tipo patriarcal. Las sufraguistas se rebelaron contra ello y con el tiempo lograron la igualdad de derechos aunque esto no se expresó e n la realidad social. Las políticas de igualdad de oportunidades que hoy se impulsan en Europa responden a la obligación de convertir derechos en realidad. Parte importante de ello es construir nuevos tipos de familia y corresponsabilidad entre padres y madres.

Pero, también se trata de hacer posible una sociedad que de verdad sea plural. Y esto parece que es lo que más preocupa a los que correctamente han identificado género con pluralidad. Su rechazo, es importante decirlo, implica un retroceso en el camino de la construcción de sociedades democráticas en las que se acentúe el ejercicio de los derechos individuales.

Juditn Astelarra es profesora de Sociología de Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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