José Antonio, el más atractivo
El fascismo fue un movimiento político pluriforme, con el rasgo común del ultranacionalismo, lo que creaba situaciones y formas específicas en cada caso, afirma el historiador Stanley G. Payne, que lo contrapone con el marxismo, cuya base era el marxismo-leninismo y su referencia común la revolución rusa.
"En el caso español", dice, "era un fascismo más del occidente de Europa, algo más moderado, no de tipo racista, algo más orientado a cuestiones de desarrollo económico (aunque sin gran nivel de análisis técnico), y con un líder original, José Antonio Primo de Rivera, el fascista predilecto de todo el mundo, el líder fascista más atractivo en sus cualidades personales, en este sentido el menos fascista de todos ellos".
Payne señala que Franco se dividía entre dos almas políticas, una derechista, católica y tradicional, y la fascista. Aunque se acabó deslizando hacia la primera, "el proceso de desfascistización no se terminó completamente hasta después de sumuerte", dice.
Al hilo de la actualidad española, Payne considera el problema de los nacionalismos "una cuestión muy importante y muy apartada de la cuestión del fascismo". "No encontramos ningún ejemplo ibérico actualmente, que se pueda comparar con el fascismo", dice. "El problema político número uno de España es el del federalismo: cómo satisfacer exactamente sus deseos políticos, sobre todo en el caso vasco".
El escándalo de las escuchas ilegales a los ciudadanos por los servicios secretos y otros turbios asuntos relacionados con el Gobierno socialista le parecen a Payne "corrupción política". "No un peligro autoritario en el sistema español, sino ganas de poder manipular por parte de elementos en el Gobierno y en las instituciones", afirma. El historiador, que tiene libros sobre La España de Franco (1967) o El ejército, la República y el estallido de la guerra civil (1971), considera, "como todo el mundo", que Felipe González debe dimitir y convocar elecciones generales.