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EL 'CASO ROLDÁN'

Belloch cree que Roldán tiene aliados en el Estado

El ministro no utilizó en el debate parlamentario del martes un texto en el que lo denunciaba

Luis R. Aizpeolea

El ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, tiene el convencimiento de que la trama Roldán cuenta aún con complicidades de altura en el aparato del Estado, según fuentes de su entorno. Durante su intervención parlamentaria en la Comisión de Justicia e Interior del martes pasado, Belloch no utilizó una de las carpetas que tenía sobre la mesa. En ella se denunciaba la existencia de la trama y sus complicidades. El ministro tenía intención de reafirmar su voluntad de acabar con estos aliados y de impulsar, con ello, el cambio sobre el cambio. Belloch comentó posteriormente que no dio este paso por carecer de pruebas. Previamente había comentado con Felipe González las líneas generales de su intervención, en la que atacó con dureza al PP

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Belloch acudió a su comparecencia parlamentaria del pasado martes con la sospecha de que el ex director de la Guardia Civil sigue contando con complicidades de altura en el aparato del Estado. Al menos dos razones abonaban su sospecha, según fuentes próximas a él. Una, la filtración de los documentos al diario El Mundo el mismo día de su primera rueda de prensa. Otra, una noticia según la cual agentes del Cesid pretendían validar los documentos supuestamente procedentes de Laos para hacerlos pasar por auténticos.El ministro de Justicia e Interior pensaba el martes que no fue Roldán quien facilitó los documentos a El Mundo a través de su abogado, en contra de lo que llegó a creer inicialmente, sino que, a su juicio, lo hicieron intermediarios vinculados al ex director de la Guardia Civil con la complicidad de personas del aparato del Estado.

Algunos colaboradores de Belloch animaron al ministro a que denunciara públicamente la existencia de complicidades con Roldán en el aparato del Estado. También disponía de un texto con un preámbulo político en el que, entre otras cosas, decía que la corrupción había pretendido cercar a la democracia, pero que finalmente no lo había conseguido, que la detención de Roldán formaba parte de la política del Gobierno contra la corrupción, y que tenía un carácter emblemático. A renglón seguido señalaba que la tarea no había terminado, sino que requería un esfuerzo político muy importante: enfrentarse a una trama como la de Roldán, muy organizada y con, complicidades en el aparato del Estado.

Belloch no pretendía poner nombres y apellidos a esos apoyos con los que contó durante diez meses el ex director de la Guardia Civil, pero sí denunciarlos. Pero la falta de pruebas le animó a última hora a optar por ni siquiera mencionarlo. Se limitó a referirse a su voluntad de continuar en la lucha contra la corrupción.

El ministro, según las fuentes consultadas, ha asumido toda la responsabilidad por la confusión en los datos de su primera rueda. de prensa -el mismo día de la llegada a España de Roldán- y la avalancha de críticas que ello ha originado, con1a consiguiente pérdida de crédito de la noticia de la detención de Roldán por la policía.

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Fuentes de su entorno aseguran que Belloch atribuye su error principal en basar la primera rueda de prensa en la lectura de una nota de la Dirección General de la Policía, cuando él mismo desconocía algunas de las informaciones que ofrecía. Por ejemplo, la nota decía falsedades como que eran policías uniformados de Laos los que entregaron a Roldán. Era una forma de decir que los policías no se identificaron, según el lenguaje típico de los atestados policiales.

Tampoco habló de los documentos que condicionaban la extradición de Roldán. Belloch, que el mismo martes ya dudaba de su autenticidad, había concertado con el ministro de la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, aprovechar el turno de preguntas de los periodistas para referirse a lo que posteriormente resultó ser el origen del conflicto.

Tenía una carpeta con aquellos documentos. Tuvo, incluso, oportunidad de hablar de ello al finalizar la rueda de prensa. Una periodista le hizo una pregunta que le daba pie a hablar de aquellos papeles. Fuentes del entorno de Belloch afirman que el ministro ya estaba cansado y no cumplió lo que había concertado.

Lo que no sorprendió a sus más próximos fue el apoyo explícito de Belloch al proyecto socialista y a Felipe González. El ministro sabía que un sector del PSOE le considera responsable de muchas de las penalidades que en los últimos meses atraviesan los socialistas por la firme actitud del ministro a no conceder el indulto a los ex policías José Amedo y Michel Domínguez. Él mismo se hace responsable de la marea contra el Gobierno que levantó por sus errores en sus dos ruedas de prensa consecutivas.

Seguirá en la política

Belloch, según estas fuentes, quería aclarar el martes pasado, ante los parlamentarios socialistas presentes en la comisión, que él no era un caballo de Troya, que su actitud-cuando se comprometió como independiente en el Gobierno socialista, tras las elecciones generales de 1993, era radicalmente distinta a la de los jueces Baltasar Garzón y Ventura Pérez Mariño. Es más. Quería aclarar que asume la trayectoria del PSOE y que no busca quedarse al margen ni siquiera en el caso de que el proyecto socialista se hundiese.

El entorno de Belloch cree ahora improbable que tanto el ministro como la secretaria de Estado de Justicia, María Teresa Fernández de la Vega, regresen a la carrera judicial. Sólo manifiesta expresamente su interés por volver a ser juez la secretaria de Estado de Interior, Margarita Robles.

Existe otra interpretación complementaria de la sorprendente intervención política de Belloch en la Comisión de Justicia e Interior. El ministro sólo contaba con el apoyo explícito de Felipe González para llevar adelante la lucha contra la corrupción.

Con su discurso de exaltación del proyecto socialista y despectivo con el PP pretendió el respaldo masivo del grupo parlamentario del PSOE. Es decir, contar con las mayores complicidades posibles en el partido para una tarea de gigantes, como alguien apunta en su entorno: terminar de depurar un aparato del Estado que tanto Belloch como su gente creen que, con la detención de Roldán, no ha terminado ni mucho menos.

Las fuentes consultadas añaden que Belloch se extendió en argumentos jurídicos para demostrar que el prófugo encarcelado no tiene escapatoria legal posible. En una palabra, quería que el recluso fuera consciente de que había sido engañado y verse obligado a declarar ante la juez. Es más. Sabía que Roldán contaba con un televisor en su celda y que probablemente seguiría su intervención.

Belloch se jugaba mucho en ello porque, de haber optado Roldán por no declarar, se hubiera consolidado definitivamene la tesis extendida por la oposición de que el Gobierno había pactado el silencio del ex director de la Guardia Civil. Él y los suyos respiran ahora con alivio.

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