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El genio que hizo olvidar a Dibiasi

El sida sigue atacando y otro de los deportistas más famosos se lanza a la arena pública. Tras las muertes del tenista Arthur Ashe y del patinador John Curry, Greg Louganis se une a Magic Johnson en su lucha contra la última gran plaga. Los tiempos permiten ahora conocer la verdad. Y sirven de advertencia para todos.

Louganis, como todos los genios, es un personaje complicado que encontró en los saltos su mejor expresión como artista. Parecía difícil que alguien pudiera brillar al máximo nivel, y con tanta autoridad, en las dos especialidades principales que están en el programa olímpico de saltos: el trampolín flexible a tres metros del agua, y la plataforma de cemento, o palanca fija, a 10. Klaus Dibiasi, el más laureado saltador hasta entonces, había ganado los títulos olímpicos de palanca en México 68, Múnich 72 y Montreal 76, éste último, precisamente, ante Louganis. Pero el italiano sólo había podido ser cuarto en el trampolín de México y octavo en Montreal. Era magnífico en palanca, en los largos recorridos, pero le faltaba la flexibilidad y la potencia para las explosiones cortas.

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Esto sólo lo atesoró Louganis, que llegó para romper todos los récords. En su debú de Montreal, también fue sexto en trampolín. Tenía años y toda una tortuosa historia detrás. Pero lo superó todo a saltos. Cuatro títulos olímpicos -hubieran sido más de haber ido a Moscú 80-, cinco mundiales cuatro Copas del mundo Casi todo. Ahora está en su último gran salto.

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