Rabin y Arafat intentan recoger los dividendos de la paz en Oriente Próximo
ENVIADO ESPECIAL
No basta con hacer las paces, hace falta que árabes e israelíes obtengan pronto los frutos de la concordia. Con ese propósito: impulsar la paz a, través de la inversión y la cooperación económica, se celebra hoy y mañana en Casablanca la conferencia económica internacional sobre Oriente Próximo y Norte de África. Pero fuentes, diplomáticas consideran que las expectativas que ha suscitado no se corresponderán con sus probables resultados, que serán más bien escasos.
Preside la cita el rey Hassan II; la patrocinan los presidentes de EE UU y de Rusia -estarán representados por sus ministros de Asuntos Exteriores, Warren Christopher y Andrei Kózirev, respectivamente-; la organizan el Consejo de Relaciones Exteriores norteamericano y el Foro Económico Mundial suizo, y asisten un puñado de jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el israelí Isaac Rabin y el español Felipe González, el líder palestino Yasir Arafat, y un sinfín de ministros de Exteriores junto con un millar de empresarios. Los ausentes son Siria y Líbano, además de Libia, que no fue invitada.
El principal objetivo del foro es "reforzar la paz fortaleciendo la cooperación económica y el desarrollo". En claro, se trata de examinar en diversos seminarios las posibilidades de inversión en Oriente Próximo y el Magreb, de fomentar la integración económica, de poner en pie una cámara de comercio regional, de estudiar la construcción de un canal que una el mar Muerto al mar Rojo, de plantas de desalinización y otros proyectos similares.
Gran banco de desarrollo
La estrella de la conferencia iba a ser la creación de un gran banco de desarrollo regional cuyos principales valedores, son el jefe de la diplomacia israelí, Simón Peres, y el príncipe Hassan, heredero del trono hachemí. La institución financiera debería disponer de un capital de 10.000 millones de dólares (1,3 billones de pesetas), aportados en un 60% por los países industrializados y en un 40% por los países de la zona, sobre todo los del Golfo.Las inversiones financiarían, generalmente con créditos concesionales, proyectos como el puerto jordano-israelí del mar Rojo, valorado en 130.000 millones de pesetas, o el gasoducto que unirá Egipto con Gaza e Israel, cuyo coste rebasa los 100.000 millones de pesetas. Pero estos designios serán, por ahora, sueños.
Las objeciones a la puesta en pie del banco son múltiples. Si Peres anhela ir dando así pasos hacia la creación de un gran mercado común árabe-israelí, su colega titular de la cartera de Finanzas, Abraham Shochat, se muestra muy reacio. Advierte que Tel Aviv sólo apoyará el banco si no le supone desembolso alguno, desautorizando así a Peres, que proponía contribuir con 65.000 millones de pesetas. Rabin es incluso más exigente que su ministro de Finanzas.
Las monarquías del golfo Pérsico alegan que tras la sangría que supuso la guerra contra Irak, su deuda pública de 107.000 millones de dólares les impide efectuar contribuciones sustanciales.
El Banco Mundial teme además que le surja un nuevo e ineficaz rival, a pesar de que sus estatutos le prohíben hacer préstamos a Israel porque goza de una elevada renta per cápita. "La experiencia del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo para fomentar el despegue de los antiguos satélites soviéticos no ha sido demasiado afortunada y no tenemos prisa por caer en otro desaguisado", recordaban fuentes oficiales españolas al analizar la posición de la Unión Europea sobre ese banco.
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