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Reportaje:

Las zapatillas al ritmo del martillo

El maestro Gallardo fabrica en su taller de Lavapies zapatos de baile que viajan por medio mundo

"Querido maestro Gallardo, mis viejos zapatos de baile han trabajado demasiado,. necesito un nuevo par". Cartas como ésta llegan casi cada día a la calle de los Cabestreros, en Lavapiés. "Acabo de recibir una de Ghana", cuenta Juan Gallardo, maestro zapatero, de 62 años. Por sus manos han pasado las zapatillas que utilizaba la protagonista de Carmen en la película de Carlos Saura, los enormes y deformes pies de Gérard Depardieu y en su escribanía hay cartas selladas en medio mundo. Las hay con el matasellos fechado en Estados Unidos, Japón, Canadá y Alemania.Lo habitual es que el maestro Gallardo trabaje a medida. Para los que viven en la ciudad eso es relativamente fácil, porque basta una visita al taller y él se queda con las medias, pero en ocasines eso no es posible. Para los pedidos que llegan desde fuera basta con que envíen el dibujo de los pies del bailarín, "y yo me pongo al trabajo".

Su especialidad son los zapatos y las botas flamencas, pero en su taller, también se trabaja sobre recreaciones históricas. Ése fue el motivo por el que los pies de Depardieu llegaron a sus manos. Fue para la película 1492, en la que interpretaba a Cristóbal Colón, y hubo que repetir la copia un par de veces, dada la dificultad que presentaban los machacados pies del famoso actor francés.

Mónika Scholz, una psicóloga estudiante de flamenco, ha viajado a Madrid desde Hamburgo, donde vive, para enseñar sus pies a Gallardo. "Tuve, zapatos estándar, pero no valían. Mi profesora alemana de baile me dio la dirección, del maestro aquí, en Lavapies, y aquí estoy", dice. "Ya La Bruji, ¿qué tal con ella?", comenta Juan Gallardo sonriente mientras toma las medidas.

Monika quiere unos zapatos negros de bailaora con una cinta en el empeine para que aguanten los taconeos. Las paredes de la tienda lucen repletas de estantes con pieles de todos los colores,. "Utilizamos sólo cueros españoles, son las mejores", explica Gallardo. Los tacones de madera de haya se encargan de fábrica, "pero el resto del trabajo lo hacemos aquí, cada par individualmente. Más que un tallet, es un arte y, una vocación"

Gallardo nació en Extremadura, pero lleva 40 años trabajando en Madrid. "No sé hacer otra cosa, tampoco se por que me hice zapatero. Creo que los zapatos me eligieron a mí", dice al tiempo que repola un par de botas que en breve estarán sobre un. tablao. Nunca gastó un duro en publicidad. Sin embargo, entre sus clientes habituales se cuentan figuras como Antonio Gades, Cristina Hoyos, Gérard Depardieu, El Camborio y todo el equipo de la película Carmen. Los estudios de baile de Madrid, de Viena o de Tokio piden sus zapatos en la calle de los Cabestreros. Monika no da crédito: " ¡Qué honor!, tener zapatillas hechas por las mismas manos que cosen las de estrellas del flamenco y actores".

En la familia Gallardo no hay tradición zapatera. "Yo ni siquiera sé bailar. En mi casa sólo mi hermano bailaba, aunque ahora está retirado", dice el maestro mostrándo una fotografía del bailaor.En el cuarto de atrás, cuatro empleados ponen clavos a, los tacones, cortan piel dura para la suela y montan piel blanda con un refuerzo para la puntera. Hablan. poco, están sentados sobre viejas sillas de anea. El aire sabe a cuero y pegamento. La música de la radio se mezcla con el ritmo del martillo. El maestro mueve los pedales de una antigua máquina de coser para unís unas piezas de piel gris. Dos horas y media han bastado ésta vez para acabar un nuevo par.. El propietario pagará 12.650 pesetas por las zapatillas. "Después su duración depende de cada persona. El único truco que yo conozco para que los zapatos se mantengan mucho tiempo es cuidarlos bien". En caso contrario, habrá que volver a Madrid. Desde Lavapiés los zapatos de baile viajan por todo el mundo.

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