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PASABA POR ALLÍ

¿Será niño o niña?

Los pasillos del Palacio de Congresos recordaban a la sala de espera de una maternidad. Por allí caminaban los delegados envueltos en un manojo de nervios. Cada vez que veían a un miembro del equipo de cirugía ideológica preguntaban: "¿Niña o niño?". Y siempre recibían la misma respuesta: "Nada todavía. Hay que esperar". Entonces, apretaban los labios, movían la cabeza de izquierda a derecha y chasqueaban los dedos. ¡Cuántos chasquidos! Cansados de mortificar sus manos, un delegado de Castilla-La Mancha con la tez muy curtida gritaba: "Este parto necesita fórceps".Desde las 10 de la mañana del sábado estaba reunido el equipo encargado de alumbrar a la criatura: Corcuera, Lerma, Chaves, Rodríguez Ibarra y Benegas. Necesitaron más de 26 horas. Mientras, el palacio echaba humo. Los congresistas aspiraban con fruición sus cigarros y vomitaban bocanadas de nicotina; apuraban hasta la última calada. Las colillas -inflación de Marlboro- desbordaban ceniceros y papeleras.

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Los no fumadores machacaban sus uñas: a algunos ya no les quedaba ni un mordisco. Cuando empezaba a peligrar la yema del índice, nació la criatura. De nombre: Ciprià Ciscar. "¿Quién es este tío...?", preguntaba un militante andaluz, con sorna. "¡Ufff! Cómo me huele. Ni en su casa lo conocen", le respondía un compañero de delegación.

"¡Que hubieran puesto a la Paca, que es más famosa que la Giralda!", apuntaba otro. La Paca es doña Francisca Labella, de 77 años, afiliada con carné número 11 del PSOE. A esta mujer la abrazaban González, Guerra, Chaves... "Toos me acarician".

Francisca y su familia cuidaban a los hijos de Felipe y Carmen Romero cuando vivían en el barrio de La Estrella (Madrid). Desde entonces la persigue la prensa: "Me ofrecían mucho dinero por contá cosas de Felipe, pero yo no abría la boca". Una de sus perlas dialécticas pasará a la historia de este congreso. CuandoFelipe y Guerra cruzaban la puerta del ascensor, la vieja amiga del presidente les pegó un tirón de orejas: "¡Arreglaos ya, que me tenéis harta!". A esta todoterreno del socialismo y a su grupo de amigas les agasajaba una corte de militantes.

Francisca compartía popularidad con tres personajes anónimos. Nadie conocía sus nombres, pero los militantes les bautizaron con los apodos de Los Gorrillas y La Chanel.

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Los Gorrillas eran Fita Villaverde y Juan José González. Sólo estos dos invitados al 33º Congreso cubrían sus cabelleras con una prenda sintética. Fita, residente en Redondela (Pontevedra), lucía unos gorros muy llamativos, de color azul y granate. Sus sombreros eran tan espectaculares como sus proclamas guerristas: "Daría la vida por Alfonso". Esta mujer, amiga de los curas de su pueblo, rescataba la sonrisa de los delegados en un cónclave lleno de tensión.

El segundo Gorrilla, Juan José González, venía del País Vasco y lucía una chapela muy bien puesta. Ninguno de los 4.000 asistentes conocía su cabellera. A la entrada del bar, unos militantes corrían apuestas: "¿Te juegas mil duros a que está calvo perdido? Éste no tiene un pelo ni de tonto ni de listo". Su boina le calentaba las neuronas y las ideas. Y de tanto calor, comentaba: "Un partido roto no vale ni para tomar...".

Para silencios, los de La Chanel. Nadie la conocía. Pero sus aromas activaban las pituitarias más perezosas. "Vaya olor que me gasta", comentaba una periodista con otra compañera. "¡Si es Chanel número 5, el perfume preferido de Marilyn Monroe", sentenciaba la otra. "Es un aroma con unas notas de jazmín de Grasse y rosa de Grasse. La zona de Grasse son unos campos contratados por la firma Chanel al sur de Francia...". La colega, cansada de esperar, le paraba los pies: "Chica, alto. Cuéntame mejor la lista de la Ejecutiva". La Chanel paseaba ajena a estos comentarios. Y cada mañana venía al congreso con un nuevo frasco de perfume rociado encima.

Este 33º Congreso del PSOE pasará a la historia con tres grandes interrogantes: ¿cuál era el nombre de La Chanel?, ¿qué decía la cuartilla que Alfonso Guerra rompía en 32 pedazos la madrugada del sábado mientras Carmen Romero defendía una ponencia? y ¿por qué Felipe González no miraba ni una vez a su mujer cuando hablaba a los delegados socialistas?

Dudas para la historia. Pero la nueva foto de familia ya está en la calle. ¡Cuántos malos tragos pasaron los delegados por los pasillos de la maternidad hasta conocer el pelo de la criatura!.

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