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El jurásico municipal y la teoría del caos

Juan José Millás

1La teoría del caos se va a poner de moda enseguida, porque la traen los dinosaurios de Spielberg y todo lo que toca Spielberg crece como el universo, que está en expansión, dicen, desde el famoso Big Bang. Sin embargo, Madrid tuvo un Big Bang numérico, un estallido, en el 68, cuando la revolución, porque dio a luz al habitante tres millones, y desde entonces se ha quedado quieta. 0 sea, que continúa con sus tres millones mientras que el bebé del Big Bang, que era una nena, cumple 25 años. Vamos, que ella sí que se ha expandido porque está más alta y ha estudiado. Políticas, según la crónica de Alex Niño que pudimos leer en estas páginas. Digo yo que a lo mejor los habitantes de Madrid no han crecido en número desde el 68 porque al bebé tres millones, en lugar de apadrinarlo gente como Cohn Bendith o así, lo tomaron bajo su tutela dinosaurios tipo Arias Navarro o Perico Chicote, que por aquellas fechas empezaban a tener las escamas contadas.

Madrid, pues, está quieta, como un reptil gigante al sol de febrero, aunque a su cuerpo le salen excrecencias tipo Móstoles, Parla, Fuenlabrada, etcétera, que sin formar propiamente parte de su cuerpo, se adhieren a él. De hecho, para el madrileño normal, de a pie, sin conocimientos de geografía urbana ni cuadros estadísticos, Móstoles, Parla y Fuenlabrada, lo mismo que Pinto, Valdemoro, Barajas o Paracuellos del Jarama, es todo lo mismo, o sea, Madrid, que en lugar de tener barrios tiene pueblos.

Pero hablábamos de la teoría del caos, que, en palabras de un personaje de Spielberg en Parque Jurásico, se resume en un enunciado según el cual en los sistemas complejos nada es predecible, porque ignoramos la causalidad íntima existente entre fenómenos en apariencia desligados entre sí. O sea, que una mariposa mueve las alas en Tokio y a lo mejor se pone a llover en Río de Janeiro. Lo que llamamos azar, por tanto, podría ser -según la definición de Borges- un modo de causalidad cuyas leyes ignoramos.

Los funcionarios del Ayuntamiento, que han dejado de percibir una paga extra pactada en convenio, han visto la aplicación de la teoría del caos en el parque jurásico municipal y en sus bolsillos. Resulta que el mismo día en que se celebraba el pleno en el que el alcalde consiguió que se aprobara el decreto de supresión de la paga, dos concejales del PP abandonaron la sala porque estaban cabreados con su partido, mientras que un tercero, Matanzo, llegó tarde y se anuló su voto. Total, que si no llega a ser porque faltó al pleno el socialista Ginés Meléndez, que no sé dónde andaba, el decreto se viene abajo y los funcionarios habrían cobrado su paga. Perdieron 60.000 pelas por un voto.

Imaginemos ahora que el socialista que no acudió al pleno de ese día estaba enfermo porque se había intoxicado en un banquete de boda; en tal caso, podríamos afirmar sin ningún género de dudas que, cuando alguien se casa en Madrid, los funcionarios se quedan sin paga extraordinaria, lo que en principio parece un disparate, como eso de que tenga que llover en Río de Janeiro si una mariposa bate las alas en Tokio, pero ya estamos viendo que la teoría del caos es verdad, sobre todo en Madrid.

Lo curioso de esta ciudad, amenazada por un caos sin aval teórico ninguno, es que en el interior de esa confusión siempre consigue abrirse paso alguna clase de orden que nos permite ir tirando, aunque en plan jurásico, claro, o sea, con reptiles hasta en las tabletas de chocolate que compramos en Pryca y dinosaurios ubicuos tipo Stampa Braun, que lo mismo los ves en el juicio de Alcalá 20 que en el de Pinto Fontán. Qué cosas.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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