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Reportaje:

La Caballé del Sur

Rocío Jurado presenta su último disco, entre Ortega Cano y El Puma

Carlos Arturo Zapata, que viste a las misses universo colombianas, había diseñado para Rocío Jurado un traje de centaura: gran cuello de Pierrot, con mucho volante blanco -estratégica oleada sobre la invicta pechera-, y debajo, surgiendo como el soporte de una tulipa, una funda de terciopelo negro: cola de sirena. Algo de animal mitológico tenía Rocío la noche de la presentación de su nuevo disco, Con las alas al viento. Leonada de melena, como siempre, reinó como una diosa evangélica sobre el hispanerío que ocupaba gran parte de los salones del Casino de Madrid. Delegados de Sony Music en los países americanos -incluído Estados Unidos, con su importante clientela de hispanoparlantes-, así como altos jefazos de la firma, se extasiaron ante la mujer cuya última producción ya era Disco de Oro antes de llegar a las tiendas.Entre el imperante look a lo Ivana Trump que exhibían las señoras de los ejecutivos, los dos trajes que lució Rocío eran como la mar serena. Metida en el primero -negro con pedrería en las mangas-, llegó, acompañada por su torero de verde luna, José Ortega Cano, que tiene una cinturita envidiable, y por José Luis Rodríguez, El Puma, que sigue peinándose con su habitual maestría. El Puma, que es artista de la casa, cantaría con la Jurado en el memorable minirrecital en directo con que se cerró el acto, y en donde una de las piezas fuertes fue el tema que interpretaron a dúo Rocío y la compositora mexicana Ana Gabriel, especialista en amores inconfesables. Un homenaje a la Virgen de Regla -de Chipiona a Brasil, pasando por Cuba-, y, por supuesto, la canción que da título al disco: Como las alas al viento, de la que es autor un pastor gitano de la Iglesia Evangélica de Filadelfia (Madrid), muestra inequívoca de que la lady canta blues.

Tomás Muñoz, director de la casa discográfica, contó que la idea de este disco surgió en la base que Rocío tiene en Miami, en medio de una reunión de amigos. De ahí la audacia de juntar a Albéniz -con letra de Antonio Burgos-, a Brahms -canción de cuna en versión ecológica- y hasta a Puccini, con el tema de Musetta que cierra el primer acto de La Bohème. Puede que, en el fondo, a Rocío lo que le guste es cantar opera.

Guapa y emocionada, Rocío se explayó hablando bien de los amigos, de los colegas, de la gente con la que ha trabajado en la película La Lola se va a los puertos. De quienes la han he cho volver a creer en la amistad, el cine, la canción y, por supuesto, el amor. Esto último, con la mirada en el tendido, desde donde Ortega Cano le dirigía lánguidos gestos toreros. Poco antes, en el camerino en donde la maquillaba Pato y la peinaba Fernando Torrent, los de la película-, Rocío se había definido para EL PAÍS con una frase de su peculiar Musetta: "Soy una mujer contradictoria", y el torero había añadido que, "en realidad, es muy tierna".

La aplaudieron Juan Carlos Calderón y Manuel Alejandro; Josefina Molina, directora de La Lola se va a los puertos; Teo Escamilla, y sus dos galanes, Pepe Sancho y Jesús Cisneros; Jesús Quintero y Chummy Chúmez, y, por supuesto, su hija Rociíto, y sus hermanos Gloria y Amador. Viendo tan crecida a la niña, costaba creer que no fue ayer cuando Rocío amaneció como una ola sin sentir nada al hacerlo contigo.

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