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Tribuna
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Escuchar a las dos partes

El director del pabellón del Reino de Marruecos en la Expo 92, Hicham Senoussi, se queja de una información (EL PAIS, 27 de noviembre, edición de Andalucía), firmada por Inmaculada Ruiz, que trataba acerca de las condiciones de trabajo de algunos empleados marroquíes de dicho pabellón."Artesanos, albañiles, camareros y cocineros del pabellón de Marruecos en la Expo, todos ellos originarios de este país, recibieron unas 20.000 pesetas al mes como único pago de sus trabajos, según han denunciado ellos mismos a la asociación ATIME (Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España)", contaba, entre otras cosas, la periodista. "La mayor parte del personal", puntualiza Senoussi, "venía de distintas administraciones y empresas marroquíes durante la duración de la exposición; este personal siguió percibiendo la totalidad de su sueldo en Marruecos, cobrando al mismo tiempo los sueldos calculados para cubrir los gastos de comidas en Sevilla. El alojamiento y el transporte estaban cubiertos por el pabellón".

Inmaculada Ruiz recogía las manifestaciones de un empleado marroquí: "Hubo muchos días en los que trabajábamos desde por la mañana hasta la noche, incluso nos teníamos que quedar a dormir en el pabellón, sobre cartones en el suelo". Esto lo desmiente Hicham Senoussi: "Ningún miembro del personal pasó la noche en el pabellón; sólo el personal de seguridad estaba presente las 24 horas del día por razones muy comprensibles".

La información se refería también a que, según los marroquíes, la compañía encargada de proporcionarles alojamiento y comida los instaló "en un barracón en el municipio sevillano de Bollullos de la Mitación, donde dormían hacinados en literas de tres pisos". "El habitáculo", se detallaba., "carecía de cuarto de baño, que estaba instalado fuera, en el campo, a varios metros del lugar donde dormían". Senoussi matiza: la empresa Royal Air Maroc, que llevaba la gestión del pabellón, juzgó que el alojamiento inicialmente previsto para el personal era efectivamente inconfortable y estaba demasiado alejado de la Exposición. "Por estas razones pedimos realojar al conjunto del personal en apartamentos alquilados para toda la duración de la Expo en el centro de Sevilla. A partir de finales de mayo, la totalidad del personal ya no vivía en Bollullos de la Mitac:ión".

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Inmaculada Ruiz afirma que todo cuanto escribió correspondía a los testimonios de tres de los empleados -"tal como queda expresado en todo momento a lo largo del texto publicado", afirma-, cuyos nombres no le fueron facilitados "por los evidentes perjuicios que podría causarles la revelación de su Ídentidad". "En cualquier caso", dice, Ios responsables del departamento de inmigración de UGT y de ATIME -que concertaron las entrevistas- presenciaron y ratificaron las declaraciones coincidentes de los trabajadores, quienes se ofrecieron a documentar cuantas afirmaciones hacían, así como a convocar a otros empleados (en total una veintena) dispuestos a corroborar con sus testimonios las afirmaciones de los tres anteriores". Por esto, Ruiz consideró a tales personas -"tres partes implicadas en el asunto que coincidían en los extremos textualmente publicados"- "como fuentes fiables".

El director del pabellón se lamenta: "Hubiese querido que la autora del artículo hubiera tenido la decencia de averiguar las informaciones con fuentes más fiables que las que utilizó". Senoussi agrega que Inmaculada Ruiz no entró en contacto con él "en ningún momento". "Estoy a su disposición", añade, "para aportar toda la información que le parezca necesaria, y hasta le puedo dar los sueldos exactos de cada uno, los contratos establecidos libremente entre el pabellón del Reino de Marruecos y sus empleados".

Inmaculada Ruiz asegura que "para todos hubiera sido interesante conocer la versión del señor Senoussi; sin embargo, resultaron infructuosos los numerosos intentos de localizarle -a él o a cualquier otro responsable de la delegación marroquí en la Expo- durante, al menos, dos días laborables consecutivos en los teléfonos 446 18 28 y 447 12 99, ambos del paballón de Marruecos". También se dirigió a uno de los responsables del departamento de recursos humanos de la Expo, "quien aseguró no tener datos". "En cualquier caso", explica Ruiz, "la aportación de los contratos no hubiera arrojado elemento relevante alguno sobre la información, cuyos testimonios no se referían a su existencia o contenidos, sino a su efectivo cumplimiento".

El Libro de estilo de EL PMS, de obligado cumplimiento, es muy claro: "En los casos conflictivos hay que escuchar o acudir siempre a las dos partes en litigio". Inmaculada Ruiz lo intentó, pero tal intento no fue reflejado en su trabajo, como también manda El Libro: siempre se hará constar que determinada persona supuestamente perjudicada por una información -en este caso, el responsable del pabellón marroquí- no ha sido localizada. La norma manda que esta circunstancia se explicará con esta fórmula o similar: "Este periódico intentó ayer, sin éxito, conversar con Fulano de Tal para que ofreciera su versión". Y especifica más: "No se puede dar a alguien por 'iIocalizable' por el mero hecho de que un redactor no le haya encontrado".

No parece que el contenido de la información exigiera publicarse sin la versión de una de las partes implicadas: se refería a un asunto de la Expo... que había sido clausurada hacía más de mes y medio. ¿No pudo esperar hasta ajustarse a las normas de estilo del periódico?

El teléfono directo del Ombudsman es 3042848.

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