"Mensajes capciosos"
Sevilla
La estructura jerárquica era perfecta. Todos tenían un puesto en la red y nunca a nadie se le ocurrió saltarse el escalafón. Así, y según se desprende de las conversaciones telefónicas incorporadas al sumario de la causa, puede ser cierto lo que Pedro Llach garantizó ante la juez Pilar Llorente y ante el inspector de policía José Antonio Vidal: "Yo no conozco a Manuel Ollero".
Un día, cuando se acercaba la visita de un constructor a Sevilla, Jorge Ollero cuenta por teléfono a Pedro Llach, que no consigue localizar a su hermano:
Llach: ¿Tú has hablado con él hoy, o no?
Jorge Ollero: No, no; no he hablado con él, no.
Llach: ¿Cuándo piensas?
Ollero: Pues a lo mejor lo llamo; es que yo sé que llamarlo a la oficina es...
Llach: No, fuera, a casa. ¿Estará ahora en casa o no?
Ollero: No creo que esté, baja pocos días a almorzar allí...
Llach: Pero, ¿él tiene contestador?
Ollero: Sí.
Llach: Entonces tú, cuando te coja el contestador, dices soy Jorge, sos, sos, (risas)...
Ollero: Que se va a jartar de reir.
Llach: Pues tú ve dejando mensajes graciosos, pero capciosos...
Ollero: Creo que fue el López Martos [consejero de Obras Públicas] el que le dijo 'Manolo, ¿tú por qué no pones un contestadorT
Llach: Sí, sí; tú no le digas nada.
Ollero: No sea que nos pueda unir, ¿no?
Llach: Eso.
Ollero: No por Manolo, o sea Manolo se ríe, pero...
Llach: Sí, sí, le hace gracia, pero es que yo no me hago cargo de la situación, o sea, del puesto en que está, ¿comprendes?. Yo sólo lo veo como un amigo.
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