_
_
_
_
_

El primer 'satélite yoyó' del espacio despega mañana de la de la bodega de la nave 'Atlantis'

La nave espacial de la NASA Atlantis dará, en la misión que comienza mañana, vueltas . a la Tierra durante 30 horas con un extraño satélite sujeto a su bodega por un cable de 20 kilómetros de longitud para ensayar una nueva forma de generar electricidad. Es el primer satélite yoyó, un nuevo concepto de artefacto espacial para hacer experimentos aprovechando las condiciones que crea en el espacio un sistema formado por dos masas distantes unidas por un cable. El Atlantis llevará también en la bodega el laboratorio, automático Eureca, de la Agencia Europea del Espacio.

En los próximos días, cuando el transbordador Atlantis esté en órbita a 300 kilómetros de altura sobre la Tierra, se abrirán las compuertas de la bodega, y con una grúa, los astronautas sacarán un artefacto esférico, de un metro y medio de diámetro. Un dispositivo dará un pequeño impulso a este satélite y empezará a desenrollarse en el Atlantis el cable que lo mantendrá sujeto. Durante cinco horas, un carrete seguirá soltando cable, hasta que el satélite esté a 20 kilómetros de distancia de la nave. Allí se estabilizará unido al Atlantis.

Treinta horas después, el carrete empezará a recoger cable. Tardarán siete horas, y al final, los astronautas tendrán que hacer frente a un momento muy crítico de la operación porque las inestabilidades dinámicas y gravitacionales pueden convertir el hilo del enorme yoyó en un ovillo difícil de desenredar.

Toda la idea del nuevo concepto de satélite yoyó parte de que una estructura formada por dos masas unidas por un cable está sometida en el espacio a una combinación de fuerzas centrífuga y gravitacional que generan un gradiente de gravedad. Así el cable se mantiene en tensión y el sistema tiene un equilibrio global. Como a lo largo del cable varía la intensidad de la gravedad, podrían hacerse experimentos de microgravedad variable con esta estructura. Además, el equilibrio del sistema yoyó puede utilizarse para estabilizar complejos espaciales durante la fase de construcción. Los ingenieros más atrevidos piensan incluso en ascensores espaciales que conecten bases con plataformas de experimentos.

Campo magnético

Pero estas aplicaciones se ensayarán en futuras misiones de satélites yoyó, en que el cable podrá llegar a medir 100 kilómetros. Por ahora, el nuevo ingenio, denominado Tethered Satellite System (TSS), se utilizará en el primer vuelo para producir electricidad, según el principio de generador que transforma la energía mecánica en eléctrica dentro de un campo magnético. En este caso será el campo magnético de la Tierra, cortado por el cable conductor, que une nave y satélite. Esta idea podría utilizarse para suministrar energía en futuras estaciones espaciales. Los científicos también estudiarán con este sistema propiedades electrodinámicas de la ionosfera y los campos magnéticos terrestres. El cable, de 2,5 milímetros de grosor, es de cobre recubierto de capas de materiales especiales y muy ligero -un kilómetro de ese cable pesa sólo 8,2 kilos-, pero muy resistente. El satélite, una esfera que pesa 500 kilos, con instrumentos de medición, comunicaciones y control térmico, ha sido diseñado y construido por la Agencia Espacial Italiana y la empresa Alenia Spazio, mientras que la NASA se ha hecho cargo del cable y los dispositivos para soltarlo y recogerlo.

El Atlantis colocará en órbita en este vuelo, el mayor laboratorio construido hasta ahora por la Agencia Europea del Espacio (ESA). Una plataforma recuperable de 4,5 toneladas, llamada Eureca, con 15 equipos científicos para realizar experimentos a lo largo de seis meses. Después, otro transbordador irá a recoger el laboratorio que se volverá a utilizar.

La estación principal de seguimiento de la misión será la de Maspalomas, en Canarias, del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Desde alli, los operadores españoles transmitirán a Eureca las órdenes desde Tierra y recibirán puntualmente la información del satélite.

El sueño de un visionario

El satélite yo-yo será la realización del sueño de un visionario de los ingenios espaciales, el ruso Konstantin Tsiolkovsky, que a principios de si glo imaginó y esbozó técnicamente cómo podrían ser los cohetes, las naves y las estaciones espaciales. Otra propuesta suya era una estructura, como una torre de varios kilómetros de altura, que uniese la superficie de la Tierra con un laboratorio en órbita y aprovechase las con diciones que tal sistema crearía.La idea fue utilizada por el escritor Arthur C. Clarke en su, novela de ficción científica Las fuentes del paraiso. En los años setenta, el científico italiano Giuseppe Colombo desarrolló la primera aplicación de un sistema formado por un cable fino pero suficientemente resistente para mantener unidas en el espacio dos masas muy distantes. La diferente intensidad de la gravedad a lo largo del cable se puede aprovechar, por ejemplo, para experimentos de microgravedad o estabilizar estructuras en órbita. La idea interesó a la NASA y firmó con Italia un acuerdo para desarrollarla. Colombo murió en 1984.

Un año después, en un homenaje al investigador italiano, el, director de los programas científicos de la Agencia Europea del Espacio, Roger Bonnet, resumió el espíritu de estos visionarios que soñaron con el satélite yo-yo: "La vocación real de la ciencia es romper las fronteras, descubrir lo desconocido y se basa en la rara y difícil convergencia de imaginación, rigor y desarrollo de nuevas técnicas".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_