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El embeleso colonialista

En 1991, Zelia y yo -me refiero a la escritora Zelia Gattai, casualmente mi mujer- fuimos a El Escorial a participar en los cursos de verano de la Universidad Complutense; Zelia, en el seminario sobre emigración y política -es nieta de emigrantes italianos que vinieron a Brasil a fundar la colonia anarquista, la famosa Colonia Cecilia-, yo tomé parte en una mesa redonda sobre la literatura en lengua portuguesa. Todo muy bien. El Escorial es una belleza, el ambiente agradable y la compañía excelente. Guardamos un recuerdo inmejorable de los días que pasamos allí.Todo muy bien, pero aquí y allí fui registrando embelesos colonialistas. ¿Discretos?, no demasiado. ¿Tímidos?, tampoco. Son parte, tradición de la poderosa presencia cultural de España. En la mesa redonda en torno a la cual dialogarnos el maestro de la novela portuguesa Cardoso Pires, el profesor español Perfecto Quadrado y el poeta portugués Claudio Murilo, expuse mis divergencias.

El tema de la mesa redonda era, como ya dije, "Ia literatura en lengua portuguesa", falseaba dos realidades con una afirmación única. No existe una literatura en lengua portuguesa, no existe una lengua portuguesa única. Existen varias literaturas y al menos siete lenguas portuguesas: la portuguesa propiamente dicha, la brasileña y las otras cinco africanas. A cada una de ellas le corresponde una literatura nacional, a Dios gracias.

Lengua portuguesa de Portugal, la lusitana, la de Camoes -un poeta brasileño, Olavo Bilac, la definió en un verso clásico: "última flor del Lacio, inculta y bella"- Lengua portuguesa de Brasil, cuyo vocabulario creció en la boca de los indios, que la enriquecieron con palabras hermosas, prefijos y sufijos con sabor a raíces, ñamé y mandioca, y aromas de selva virgen, lengua que los negros endulzaron al liberar los pronombres de las cadenas, de las reglas sintácticas lusas, al romper con la gramática de los colonos, poniendo azúcar sin refinar en la pronunciación dura y cerrada de la metrópoli. Lengua portuguesa de Angola, recreada por Luandino Vieira en los campos de la guerrilla, en las cárceles de Salazar. Lengua portuguesa de Mozambique, elaborada en el océano índico con valores de Asia, palabras del Indostán. Lengua portuguesa de Cabo Verde, invención del poeta Jorge Barbosa, de los novelistas Baltazar y Manuel Lopes. Lengua portuguesa de Santo Tomé y Príncipe, de Guinea Bissau, cada una con su acento propio, su gramática, su forma de decir amor. No existe una lengua portuguesa única, ni en la escritura de los novelistas y poetas, ni en el habla de los pueblos. Querer imponer reglas, unificar la ortografía, es, pura y simplemente, una pérdida de tiempo, la realidad se impone y barre de la vida a la loca catequesis de los intelectuales, pobres diablos. Ésa es la verdad.

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No obstante, esas discordancias. me parecieron una nimiedad ante lo que me sonó como el repicar de signos colonialistas, de violencia cultural. Para empezar, he de llamar la atención ante el hecho de que la mesa redonda sobre "la literatura en lengua portuguesa" se encuadraba en un simposio sobre la novelística española, española y no ibérica. ¿A qué se reduce(n) en El Escorial la(s) literatura(s) de las naciones de lengua(s) portuguesa(s)? A un aspecto, al parecer secundario, de la novelística española, indiscutiblemente grandiosa. España, faro del mundo, la de los descubrimientos, la de las carabelas de Colón, la de la conquista, la que tuvo a Portugal como provincia durante más de medio siglo, esa España, nuestra madre y madrastra, de vez en cuando eructa colonialismo, el orgullo se convierte en bazofia.

Un ejemplo característico de tal embeleso es la clasificación, hoy universal en los tratados de literatura, de una "literatura latinoamericana", una especie de gueto donde se incluyen embarulladas las distintas literaturas del continente; autores que tienen muy poco en común, con frecuencia apenas el hecho de haber nacido en patrias vecinas, pasan por ser vino de la misma cuba. La designación implica vanos equívocos.

Cuando los eruditos españoles y, en consecuencia, los de otras naciones europeas hablan de "literatura latinoamericana", se refieren en realidad a escritores del mundo hispanoamericano, dejan de lado dos de las literaturas más importantes: la brasileña, por estar escrita en portugués, y la haitiana, por estar escrita en francés. Recuerdo el grueso volumen de Juan Marinello, rector de la Universidad de La Habana, intitulado, si no me falla la memoria, La novelística latinoamericana, en el cual el ensayista estudiaba la obra de los principales escritores de la América de habla española. Éramos amigos y le dije: "Olvidaste a Machado de Assis y Jacques Roumain, Graciliano Ramos y Jacques Alexis, Guimaráes Rosa y René Depestre". Un tanto desconcertado, Marinello intentó explicarse y riendo le dije que no le faltaba razón, pues los brasileños y haitianos, aunque latinos, eran igualmente africanos, lo que, por otra parte, también sucedía con los cubanos. ¿No es así, Juan?

Herencia ibérica, la cultura latina es parte de nuestro esqueleto, de nuestra carne y de nuestra sangre, pero atención, dista mucho de ser única y exclusiva, como afirman ciertos corifeos de la crítica, ocultando en su petulancia a las tribus indígenas y a los esclavos negros.

Lo cierto es que nuestra tan comentada unidad de patrias solamente existe en lo negativo: la miseria, el hambre, el latifundio feudal, los señores y siervos de la tierra, los niños condenados a la delincuencia, la avalancha de droga, las epidemias, el analfabetismo y el panorama de desgracias que nos unen en los golpes militares. Otra desgracia primordial de nuestras pobres patrias se intitula fuerzas armadas, los gorilas.

En lo negativo nos parecemos, pero en lo demás somos distintos. En la economía, países en vías de desarrollo, Brasil, México, Argentina, Venezuela; países subdesarrollados, Bolivia, Paraguay y los de América Central; Cuba se declara al margen de la economía capitalista. Diferentes en el mestizaje: si eso es determinante en cada país, su composición cambia, y al cambiar condiciona los hábitos, la cultura. Nosotros los brasileños, repito, somos tan africanos como latinos en la sangre de nuestras venas y en el cerebro. Cuando viajo me siento igualmente en casa en las calles de Lisboa y en las de Luanda, soy angoleño y portugués.

En la hora en que se desarrolla en nuestras patrias la polémica en torno al V Centenario; para unos, la epopeya del descubrimiento, del encuentro de dos mundos; para otros, la infamia de la conquista, del genocidio -el sectarismo abona los dos campos, la necesidad anda suelta- Es necesario establecer y equiparar semejanzas y diferencias, porque sólo así, comprendiendo lo que fue grande y será gloria eterna, revelando lo que fue miserable y será vergüenza para siempre, solamente así, en la reflexión y la comprensión, podremos, cogidos de la mano, celebrar la epopeya y condenar la masacre, una cosa no quita la otra, de las dos hemos resultado nosotros, pueblos mestizos de América. El mestizaje es grandeza, queja.

Jorge Amado es novelista brasileño. Traducción: Leopoldo R. Regueira.

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