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Albero culpa a Ripa di Meana de la posición desairada de la CE en Río

El comisario europeo de Medio Ambiente, Carlo Ripa di Meana, es responsable de que la CE haya fracasado en adoptar una postura común en la Cumbre de la Tierra, según Vicente Albero, secretario de Estado para las Políticas de Aguas y Medio Ambiente. "Su decisión de no acudir a Río es intolerable. Le pagamos todos, y era su obligación estar presente allí. Su ausencia se ha notado y ha contribuido a que la posición de la CE quede desairada". Los grupos ecologistas españoles que acudieron a Río criticaron ayer la "demagogia e insolidaridad" que ha reinado en la cumbre.

En sus primeras impresiones tras su regreso de Río de Janeiro, Albero consideró que hace dos años era inimaginable pensar que algunos jefes de Estado dijeran lo que han dicho hace unos días sobre ecología: "Hubiera pensado que se habían vuelto locos o que quien hablaba se trataba de un militante ecologista". En su opinión, lo más positivo de la cumbre es ese cambio de mentalidad.Sobre la aportación española a la cumbre, "difuminada dentro de la CE", que se ha materializado en el compromiso de triplicar el 0,2% del producto interior bruto (PIB) en ayudas al desarrollo, Albero cree que permitirá incrementar la cooperación de nuestro país con las naciones de Latinoamérica y el Magreb en aspectos como los recursos hídricos y la explotación de los bosques.

En la balanza de los resultados, Albero destaca la próxima celebración de una conferencia mundial sobre bosques.

Las organizaciones ecologistas y los sindicatos españoles que han estado en Río se reunieron ayer en Madrid para hacer balance de la cumbre. Todos destacaron como lo más positivo la difusión de los grandes problemas medioambientales. Humberto da Cruz, de la Federación de Amigos de la Tierra, destacó la insolidaridad de los países ricos y la demagogia que había presidido en todos los sentidos. Entre los malos de la película, no sólo incluyó a EE UU, sino también a Malaisia, que hizo gala, según él, "de una espectacular demagogia progresista". "A veces", dijo, "hay un apoyo acrítico a los países del Sur, sólo por ser del Sur, cuando hay gobiernos dictatoriales y corruptos que dañan el medio ambiente tanto como el Norte". Sobre el papel de la delegación española, comentó que fue ínfimo, "a pesar del lenguaje modernizado de Borrell y Felipe González".

Cinismo e indignación

Carlos Vallecillo, de Adena, se refirió a lo débil y etéreo de los acuerdos. Greenpeace publicó ayer el estudio Después de Río, en que señala que la cumbre "ha terminado entre la euforia cínica de algunos jefes de Gobierno y la decepción e indignación de las organizaciones ecologistas de todo el mundo".

Para esta organización ecologista, el Gobierno español ha mantenido una postura esquizofrénica al defender premisas que incumple en su territorio nacional. "Para el Gobierno, el medio ambiente no es un asunto prioritario, sino un obstáculo en su política desarrollista. Además, Felipe González ha prometido ayuda a los Estados pobres, pero no ha explicado cómo se va a controlar esa ayuda y su impacto ecológico. ¿Estamos hablando de ayudas para el desarrollo sostenido o de inversiones españolas en el extranjero?".

"La presencia de Felipe González no ha aportado nada nuevo", continúa el informe de Greenpeace. "Ha criticado a Ripa de Meana por no ir a Río, cuando Ripa ha sido uno de los pocos líderes dignos de la comunidad internacional". Juan López de Uralde, de Greenpeace, recordó que Ripa no acudió a Río porque los países de la CE no alcanzaron un acuerdo sobre el impuesto ecológico, al que España se ha opuesto. Sobre los resultados finales de la cumbre, Uralde dijo que son incluso más regresivos que los de la anterior conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente (Estocolmo, 1972), ya que no tocan ni el desarme ni la energía nuclear.

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