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SANLÚCAR

El temple de Fernando Cepeda

Los festivales son para los toreros un magnífico instrumento para la puesta a punto. Fernando Cepeda los ha prodigado en el mes de febrero y ayer demostró en Sanlúcar que le encuentra enseguida la distancia a los toros.Su primero fue bravo pero con las fuerzas muy justas. Cepeda lo recibió con verónicas de espléndido son, pero todavía brilló más en el quite, en tres lances de inusitado temple. ¡Cómo si se le hubiera parado el reloj! Con esa virtud del temple desarrolló su faena sobre la mano derecha, en donde además hubo mando. Los remates de las series, con el cambio de mano , o con el de pecho, fueron soberanos.

En el quinto, Cepeda bajó de tono. El toro era mansurrón pero el diestro le cortaba las series y se alejaba, no sabemos si para que tomara el aire el toro o para tomarlo el torero. Faltó continuidad y ligazón a la faena.

Domecq / Muñoz, Cepeda, Jesulín

Toros del Marqués de Domecq, bien presentados, blandos y de juego desigual. Emilio Muñoz: ovación en los dos. Fernando Cepeda: dos orejas; ovación. Jesulín de Ubrique: ovación en los dos.Plaza de Sanlúcar de Barrameda, 8 de marzo. Dos tercios de entrada.

Emilio Muñoz no se acopló con su manejable primero. Los redondos tuvieron corta trayectoria en la primera tanda y algo más de recorrido en las siguientes, que acusaron desigual factura. A los naturales, salvo dos espléndidos de frente y uno muy torero de la firma, les faltó limpieza. Al soso cuarto el trianero trató de sacarle un partido que no tenía. Frente a la entrega del torero faltó la entrega del terro, que además se rebrincaba.

Jesulín de Ubrique tuvo el lote más deslucido. Aunque abanto, consiguió recoger a su primero en estimables verónicas. Con la muleta, lo toreó en redondo sin temple. Más armoniosos fueron los naturales, si bien citaba con la muleta oblicua y carecieron de ajuste. El sexto, descastado, no quiso pelea, por lo que los derechazos, de mejor factura que en el toro anterior, carecieron de emoción. Un circular de espaldas templado caldeó algo el ambiente. Mató a ley de un estoconazo hasta los gavilanes.

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