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El este y el oeste de Europa analizan en Berlín la amenaza de la emigración

Representantes de 28 países europeos, incluidos 19 ministros del Interior, se reunieron ayer en Berlín para tratar del cada vez más agudo problema de la emigración clandestina, especialmente la que llega ahora a Europa occidental procedente de los países que formaban el bloque soviético. Fuentes de las Naciones Unidas calculan que, en los próximos años, 10 millones de personas podrían emigrar a los países de la Comunidad Europea escapando del hundimiento de las economías de sus lugares de origen.

"Dos millones de búlgaros pidieron este verano visados turísticos para salir del país. Medio millón no han vuelto a sus casas, y no sabemos dónde se encuentran", admitía un funcionario búlgaro. La mayoría, dijo, se supone que ha decidido quedarse en la vecina Grecia, un país comunitario, desde el que podrán pasar sin problemas a otros países de la CE, aunque algunos ya han llegado a Alemania, donde podría haber unos 50.000 o 60.000 búlgaros. Los miembros de esta nacionalidad no son precisamente los más visible de los nuevos emigrantes.El ministro del Interior alemán, Wolfgang Schäuble, que inauguró la conferencia, aseguró que en estos momentos hay 5,6 millones de extranjeros en Alemania, de los que 0,5 millones entraron clandestinamente y se encuentran en situación ilegal. Según Schäuble, el objetivo de los países occidentales "no debe ser el levantar una muralla para preservar su tranquilidad, sino ayudar a los países pobres para que sus ciudadanos no se vean obligados a emigrar". En su opinión, los países receptores de emigrantes han llegado ya a una situación de saturación que les impide recibir a más gente, mientras que esta misma gente es necesaria en sus lugares de origen para desarrollarlos.

Medidas a corto plazo

Schäuble, sin embargo, reconoció la necesidad de adoptar "medidas a corto plazo" para hacer frente al problema, que está levantando en numerosos países europeos, y especialmente en Alemania, una ola de racismo y xenofobia desconocida desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La desaparición de las fronteras en la CE hace indispensable, según el ministro, "que se adopten estrategias comunes a nivel continental, ya que ningún país podrá hacer frente a este problema por sí solo". Schäuble pidió a los delegados que trabajen en la armonización de las leyes de inmigración y en la homogeneización de las medidas policiales.

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La conferencia, prevista inicialmente sólo para el llamado Grupo de Viena (los Doce más Austria y Suiza), fue ampliándose conforme se acercaba la fecha, y acabó incluyendo también a Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Polonia, Yugoslavia, Albania, Bulgaria y Rusia, así como las tres repúblicas bálticas, Ucrania y Bielorrusia. La delegación española estuvo encabezada por el subsecretario del Interior, Santiago Varela.

Los problemas de esta emigración no los sufren sólo los países ricos de la CE, si no que afectan casi por igual a todos los demás, incluso a aquellos que son considerados como tierra de emigrantes. El proceso de marcha hacia el Oeste lo sufren en igual medida los polacos, que reciben a rusos y ucranios, y los húngaros, que reciben a rumanos y búlgaros, de modo que se forma una especie de dominó que crea tensiones de todo tipo.

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