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Sorprendido, sonrío irónicamente a la vez que le cedo a mi esposa el relato del viaje de Josep Maria Carandell, aparecido en el diario EL PAÍS del pasado día 7 de agosto, correspondiente a la serie El mapa de España, en el cual el señor Carandell y su acompañante efectúan un viaje por la Comunidad de Madrid, por lugares tan maravillosos como son Aranjuez, El Escorial, Alcalá de Henares, etcétera, concretando con gran agudeza y conocimiento refiriéndose a la restauración de Alcalá, "como un renacimiento del Renacimiento, la casi entera recuperación de la ciudad del siglo XVII ( ... ) una de las obras más ingentes y acertadas que se están haciendo en España".Efectivamente, el Estado, a través de distintos ministerios, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Alcalá, la Diputación de Guadalajara y la misma universidad, se ha propuesto un ambicioso y complejo proyecto para restaurar y recuperar Alcalá.
Ambicioso por las cifras que parece ser va a costar la obra, 20.000 millones de pesetas, y complejo desde el punto de vista técnico, ya que, como cualquier buena restauración, han tenido que documentarse con todo rigor del pasado histórico de los edificios.
Pues bien, mi esposa y yo, enterados de la oportuna y eficaz restauración de Alcalá, proyectamos un viaje en el triángulo Alcalá-Nuevo Baztán-Chinchón, y hacia allí nos dirigimos el día 3 de agosto. Nuestro gozo se transformó en decepción al comunicamos la Oficina de Turismo que todo está cerrado por vacaciones: la Casa Museo Cervantes, la Casa de la Entrevista, Capilla del Oidor, la universidad, etcétera. Sólo podríamos visitar alguna iglesia, ¿si es que están abiertas?
Así que el señor Carandell me va a permitir utilizar un fragmento,de su artículo: "... El cardenal Cisneros fundó la Universidad Complutense, que en el siglo XIX pasó a Madrid", y yo añadiria: a Finales del siglo XX fue perfectamente restaurada con el dinero público (contribuyentes) y que dificilmente podía ser visitada por persona interesaola en ello.
Ya en la carretera, siguiendo nuestro periplo, camino del Nuevo Baztán, bajo un sol dejusticia y un abrasador aire agosteño que nos entraba por las ventanillas, nos quitábamos el mal sabor de boca comiendo unas ricas almendras garrapiñadas de Alcalá (por supuesto), que habíamos comprado a unas rrionjitas clarisas de un convento que ni siquiera viene reseñado en el plano-guía que nos fácilitó Turismo- y María Piedad Cuenca Bajo.
