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Entrevista:

"¿Privatizaciones?... Depende"

Pregunta. Hace un año, en estas mismas páginas, dijo usted que se le había pasado el tiempo de ser ministro, pero aquí está usted ahora, de ministro.Respuesta. Sí, es verdad; espero ser mejor ministro que profeta.

P. ¿Qué se siente cuando después de haber dado tijeretazos a los demás se padecen los tijeretazos de los otros? ¿Es una experiencia positiva?

R. Sí lo es. Es muy ilustrativo vivir problemas complejos desde posiciones diferentes. Quién recorta y quién es el recortado es algo irrelevante que interesa al guiñol nacional y reduce los problemas de fondo a morbosas querellas personales. Quien esté en Hacienda siempre sentirá muy intensamente la limitación en los recursos; es su papel. Y quien esté en ministerios sectoriales siempre sentirá muy agudamente las necesidades. Lo importante es cómo se resuelve el equilibrio entre recursos y necesidades colectivas.

P. ¿Y cómo se resuelve? Usted tiene la perspectiva de los dos lados.

R. Se puede intentar mejorar. Por ejemplo, ¿tenemos la combinación correcta del precio de la gasolina y la capacidad de las carreteras? Posiblemente, los automovilistas harían un buen negocio pagando la gasolina a unas pesetas más a cambio de mejores carreteras. A medio plazo gastaríamos menos gasolina y ganaríamos tiempo y seguridad.

P. ¿Y a corto plazo?

R. A corto plazo alimenta el IPC.

P. ¿Se tendría la seguridad de que esas pesetas de más en el precio de la gasolina iban a invertirse en carreteras?

R. Para eso está el Parlamento. ¿De dónde cree usted que salen los más de mil millones diarios que invierte en carreteras el Ministerio de Obras Públicas? El problema es saber si es suficiente, y si no es suficiente, de dónde pueden salir los recursos adicionales.

P. Por casualidad... ¿del peaje de las autovías?

R. Yo nunca he dicho que fuera a proponer peaje en las autovías proyectadas. Pero es necesario determinar cuántas infraestructuras necesitamos y cómo las vamos a pagar. La pregunta: "¿Esto va a ser gratis o de peaje?", que tantas veces me hacen, es absurda. La buena pregunta es: "¿Esto se va a pagar con impuestos generales, con impuestos específicos o con precios?". Gratis no hay nada. Lo paga el contribuyente o lo paga el usuario. Es una obviedad. Pero a veces da la impresión de que en este país está prohibido pensar. Mire, si no, lo que está pasando con el informe Abril.

P. Su reciente peregrinación al apóstol Santiago, ¿no es en estas circunstancias un gesto de excesiva desesperanza?

R. Como buen pirenaico, yo soy muy andarín, y la caminata a Santiago, que no fue más que de 60 kilómetros, es un acto lúdico, vivencial, cultural y deportivo, que puede servir para poner de relieve el interés y la necesidad de conservar los caminos del pasado.

P. Observando los recortes presupuestarios parece como si el destino estuviera practicando con usted la venganza del chinito. ¿No tiene esa impresión?

R. El ministro de Hacienda, cuando tiene que hacer un recorte, no lo hace por maldad personal ni por ganas de fastidiar a sus compañeros de consejo. En realidad no son recortes, sino reasignaciones. Y serían en este caso también una llamada de atención acerca del exceso en el gasto sanitario y en el funcionamiento del sistema de protección al desempleo.

P. La pregunta anterior no se refería a un ministro concreto, sino al destino propiamente dicho.

R. Debo decirle que yo no creo en el destino propiamente dicho.

P. Usted inició su gestión ministerial con un órdago político muy sugestivo: reunir a las grandes constructoras para decirles que se abstuvieran de sembrar dinero para recoger una cosecha de contratas. Eso venía a sugerir que con usted, borrón y cuenta nueva, ¿o no era eso?

R. No, no era eso. No tengo constancia de que existiera una cuenta vieja. Cuando el asunto de las facturas del IVA, unos grupos empresariales produjeron el rumor de que algunas facturaciones del IVA se habían generado para cubrir el pago de comisiones. Como me silbaban los oídos, y sin tener ninguna constancia de nada, creí oportuno advertir que si a alguien se le presentaba alguien reclamando algo acudiera a mí para clarificar rápidamente la situación. Esto pareció espectacular, pero debió de haber pasado inadvertido, porque no estaba destinado a que trascendiera fuera de su contexto.

P. Podríamos jugar ahora, sin salirnos de este plano político, a dar respuestas rápidas a un enfrentamiento de palabras. Por ejemplo: prescindible / imprescindible.

R. Una estéril e inútil disquisición filosófica artificialmente creada por quienes necesitan inventar titulares.

P. Otro: apertura / aparato

R. Dos estereotipos que reflejan dos necesidades.

P. ¿Es necesario el aparato?

R. Si se refiere usted a las estructuras orgánicas de los partidos políticos y a las personas que las dirigen, naturalmente que sí.

P. Pero los aparatos están en gran medida desacreditados o descalificados...

R. Deportes ambos muy populares en nuestra sociedad. Pero conviene no exagerar. Se puede discutir la calidad y la capacidad de las reglas y las personas que dirigen una organización políticá, pero no se puede negar su necesidad.

P. ¿Y la apertura?

R. Concepto indefinido, legítima preocupación, escocedura sociológica, forma de llevar el agua a determinados molinos... Dígame quien la usa y le diré lo que significa. Pero sin duda. la democracia española necesita. una mqjor imbricación de sus partidos políticos, que no pueden derivar hacia sindicatos de cargos públicos. Esto es, por otro lado, una responsabilidad del conjunto del cuerpo social. No conviene idealizar a la sociedad civil, de la que los partidos Políticos no son sino su reflejo.

P. Liberalismo / socialdernocracia.

R. Dos filosofías políticas históricamente opuesta,s y dos etiquetas políticas difliciles de usar simultáneamente.

P. Pero hay, quien las ve compatibles.

R. Es una consecuencia de la deriva hacia el centro de las democracias occidentales. Se aproximan los extremos más próximos.

P. ¿Pero usted se calificaría de socialdemócrata liberal?

R. Es una definición indefinida. Tratándose de una mezcla, como con el agua y el vino, es necesario saber en qué proporción interviene-n sus componentes.

P. Volviendo a los recortes presupuestarios, ¿no significan un cierto fracaso de la política económica?

R. No, aunque todo ajuste presupuestario implica una corrección de desviaciones y, por tanto, una desviación. Pero de ahí a hablar de un fracaso de la política economica.hay un gran espacio que no se puede correr alegremente. El problema es que el crecimiento de algunos gastos puede estar Impidiendo invertir en las infraestructuras que el país necesita. El llamado síndrome de la gratuidad puede hacer que estemos guardando en nuestros botiquines caseros, en forma de cajas de medicinas innecesarias, las carreteras que no tenemos. La misma peseta no se gasta dos veces.

P. Y el gran asunto: ¿liberalización, liquidación de algunos monopolios?

R. Hay que tener mucho cuidado y resistir a los nuevos profetas que ven como una gran solución. la entrega a la gestión privada de lo queson monopolios naturales. Se constata ya. el fracaso, eg términos de eficacia, de la privatIzacion de monopolios naturales en Inglaterra. En el campo de las telecornunicaciones no tengo intención de romper el monopolio de la transmisión de la voz. Es cierto que la iniciativa privada podría intervenir en aquellos segmentos del mercado que son rentables, pero no intervendría nunca en los que por su propia naturaleza no lo son. No intervendría ni en las Hurdes ni en el Pirineo. Hay que evitar que se produzca un descreme del mercado, que es a lo que conducen las soluclones ultraliberales. La rentabilidad de un servicio no se refleja sólo en una cuenta de explotación, sino en las necesidades colectivas que satisface y en las externalidades que crea.

P. Entonces, y por aquí podríamos haber empezado, ¿privatizaciones no?

R. Depende. Pero después de tanto hablar de privatizar, creo que el gran reto de modernidad está en la adecuada gestión de lo público. Las soluciones a los grandes problemas del desarrollo en la próxima década se encontrarán en las coordenadas de lo público más que en las de lo privado. ¿Nos damos cuenta de la transformación política que implica el necesario paso del egociudadano al ecociudadano?

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