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POSGUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Rápida huida, lento regreso

Juan Jesús Aznárez

La madrugada del 2 de agosto, el emir Jaber al Sabaj huyó de su palacio de la Ciudad de Kuwait en cuanto las tropas de Sadam Husein cruzaron la frontera del emirato e iniciaron su marcha imparable hacía la capítal. La partida del emir en aquella ocasión, entendible ante una permanencia que hubiera sido inútil, fue tan rápida como lento ha sido su regreso a una nación cuyos a tantes, al menos la gran mayoría, hubieran agradecido un retorno solidario.No se han observado sin embargo grandes manifestaciones de repulsa o denuncia por su demora en reanudar las funciones y participar en las estrecheces padecidas por sus subordinactos durante siete meses. Muchas de las personas que festejaron la entrada del ejército multinacional en el emirato portaban retratos del emir aquel día, al igual que ayer lo hacían las cientos de personas que circularon en caravana por las rutas que desembocan en el aeropuerto.

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La corte rinde pleitesía al emir

No es difícil, sin embargo, recoger amargos comentarios sobre la lejanía del emir entre quienes recuerdan el urgente despegue de su helicóptero militar desde la Embajada de Estados Unidos en el paseo marítimo. Son los mismos comentarios que reiteran las penurias y el agravio comparativo de los nacionales bajo la bota iraquí y enumeran maliciosamente las comodidades de Taif. Allí, sobre las escarpadas montañas que se alzan junto a La Meca, en la costa occidental saudí, lejos de Kuwait y de los misiles iraquíes, la familia real kuwaltí ha ocupado durante más de medio año un hotel entero, el lujoso Sheraton que utilizan los más pudientes peregrinos. Todo ese tiempo el Sheraton ha sido la fortaleza más cómoda del mundo. Un ejército de guardaespaldas, un batallón de cocineros y camareros y una batería de Mercedes blindados con su chófer se han encargado de mimar a los Al Sabaj.

Los kuwaitíes no exigían de su emir el heroísmo del hermano, Fajal al Sabaj, que murió defendiendo el palacio real durante la invasión. Pero hubieran agradecido una mayor diligencia en la retirada de las maletas del hotel de cinco estrellas y un mayor interés en compartir las adversidades de sus compatriotas.

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