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Cuando al hospital llegan los Reyes Magos

El Insalud destina 3.000 pesetas para el regalo de cada niño ingresado

A los niños ingresados en los hospitales madrileños no les gustan las vacaciones de Navidad, excepto los que son dados de alta especialmente por las fiestas, porque con el evento desaparecen las profesoras que entretienen varias de sus horas y se encuentran con demasiado tiempo que no pueden llenar. Para paliar este vacío, los centros organizan fiestas y, como broche de la temporada, cada niño recibe su regalo de la mano de un rey mago, presente financiado con 3.000 pesetas por el Insalud. En el hospital infantil del Niño Jesús hay casi 250 niños ingresados.

Las profesoras que imparten clases a los niños ingresados en el hospital infantil de Niño Jesús están de vacaciones. Este centro atiende una población de 113.000 niños, y suelen estar ingresados entre 200 y 250 niños, sin llegar a ocupar al ciento por ciento las 326 camas con que cuenta el hospital."Procuramos dar de alta a todos los que pueden estar bien atendidos en casa, al menos durante las fiestas", explica José Manuel de la Fuente, subdirector médico del Niño Jesús. Aun así, entre el 30% y el 40% de los chavales permanecen ingresados.

Mejor clase que asueto

"Aquí las cosas son distintas. Para ellos, somos las únicas personas que no pertenecen al ámbito hospitalario; por eso, algunas veces lo del colegio dentro del hospital lo ven de de una forma obsesiva. Prefieren que haya clase a que lleguen las vacaciones; al revés de lo que ocurre cuando están bien", explica Charo Revilla. Los cuatro profesores del Ministerio de Educación que imparten clase en este hospital se trasladan por las salas de Traumatología, Oncología, Cirujía y Adolescentes, y siguen los avances pedagógicos de cada niño de forma individualizada. "A veces, los tutores de sus colegios nos envían notas para explicarnos por dónde van".Por la tarde, a hacer la tarea. "Responden estupendamente; a menos que se encuentren fatal, siempre hacen los deberes. También procuramos que lean mucho, de forma que desarrollen su inteligencia y no se deteriore su capacidad intelectual por las largas estancias en el hospital". La Navidad la celebraron con un concurso de pintura, en el que todos los participantes se llevaron un premio, y los más pequeños, los regalos especiales, "precisamente por eso, por ser los más pequeños".

Los trabajos manuales son también un punto importante. "Trabajando la arcilla, la plastilina o el cristal, los niños no sólo se relajan, sino que ven el resultado de lo que hacen", explica Antonia (Toñi) García, profesora del Programa de Educación Compensatoria de la junta municipal de Villaverde-Usera, que atiende la educación de los chavales del hospital infantil Doce de Octubre. En este centro han querido dar a conocer el trabajo de estos niños, y han colocado un belén en la recepción del centro materno infantil con las figuras elabora das por los propios niños del hospital y también tarjetas postales dibujadas por ellos.

La visita de la payasa

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"Y, como no todo va a ser colegio, todas las semanas viene una payasa enviada por la junta municipal, no sólo para actuar, sino para que los niños participen, porque esto, si no, es muy aburrido". También hay guiñol, cualquier cosa para entretener y evitar en lo posible el síndrome de hospital. "La mayoría reaccionan estupendamente, les encanta y participan siempre que se encuentran con fuerzas suficientes", dice Toñi.Lo mismo ocurre con los niños que juegan en la Pajarera del hospital infantil de La Paz. "Además de darles clase como en el colegio por las mañanas, por las tardes les traemos aquí para que hagan trabajos manuales y se entretengan hasta la hora de cenar, sin tener que pasar todo ese rato estáticos, pendientes de la televisión", explica Dolores Ponce, subdirectora de enfermería del hospital infantil, que hace 12 años comenzó a promover estas actividades en el centro, donde suele haber 350 niños.

A su alrededor, los chavales ingresados, con otros pequeños familiares de trabajadores y asistentes a las consultas, disfrutan de la visita del muñeco de la televisión, Yupi, y sus amigos, que han interrumpido su viaje interestelar para acudir a la fiesta de Navidad. Era el 18 de diciembre, y al día siguiente hubo, además, la actuación de un coro, payasos y marionetas, programa que se suele repetir en el resto de los hospitales con motivo de la Navidad.

No importa si con una mano están sujetos a un goteo con un tratamiento de quimioterapia contra el cáncer, o llevan una sonda de orina como si no fuera nada. Una pequeña de seis años afectada de sida llama a Yupi y le consuela porque "Ios mayores no le comprenden". La niña, muy vital, no se da cuenta del tubo que inyecta oxígeno en sus pulmones.

Pronto llegarán los Reyes Magos, y cada chaval tendrá su regalo, que uno de los monarcas le entregará en mano, una escena que el día 6 por la mañana se repetirá en los centros públicos madrileños que atienden a la población infantil.

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