_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Anquilosarse o renovarse

Para el autor del artículo, la candidatura de la que forma parte pretende abrir puertas y ventanas para la propia profesión de los abogados, como para que se establezca una mejor comunicación con las aceleradas reformas e inquietudes sociales.

Dos candidaturas principales se enfrentarán finalmente en el Colegio de Abogados de Madrid para conseguir el apoyo en las urnas de los letrados madrileños: las encabezadas, respectivamente, por don Antonio Pedrol Ríus y don Manuel Jiménez de Parga. Y el significado fundamental, no hay que engañarse, de la contienda electoral remite precisamente a la disyuntiva que da título a estas líneas: los abogados podrán -y deberían, en mi opinión-optar entre personas, ideas y formas de proceder contrastadas durante los más de tres lustros anteriores en que, con algunas variantes personales, ha gobernado el colegio el decano Pedrol Ríus o avalar con su voto la moderada renovación que suponen las personas y programa con que concurre la candidatura alternativa del señor Jiménez de Parga.No es mi intención desarrollar aquí las líneas argumentales más relevantes de los programas de las candidaturas contendientes, que serán difundidas ampliamente -ésa es al menos la intención de aquella en la que me integren los próximos días, sino realizar alguna consideración global acerca del punto del que se parte y de las deformaciones interpretativas más notables que, en mi opinión, ya se han puesto de manifiesto a través de los medios de comunicación, aun antes de conocer la composición personal y programas de las candidaturas en liza.

Procedente de ámbitos cercanos al fuerte poder colegial detentado por nuestro decano tradicional, se consigue filtrar y hacer calar en periodistas -Y, por tanto, en lectores- la sutil amenaza de la horrible apropiación posible por los partidos políticos de las riendas de corporación tan importante caso de no producirse una nueva e inquebrantable adhesión a la eterna roca que nos salva constantemente de este -y aun de otros menores- peligro.

Estricta neutralidad

La idea, por ser noticiable, encuentra alborozada recepción en los profesionales de la información, que se hacen lenguas una y otra vez de los tremendos pactos de Estado que los partidos -especialmente el del Gobierno tienen rubricados con unos y otros candidatos alternativos y aun con la candidatura de renovación entera.

Yo, sin embargo, desde la perspectiva de quien no pertenece a partido político alguno... por el momento, quisiera subrayar, no ya sólo ni principalmente lo totalmente inexacto de tales bulos -me consta la estricta neutralidad declarada respecto de estos comicios tanto por el Partido Popular cuanto por el socialista-, sino muy principalmente que tal idea constituye, a mi juicio, importante manifestación de lo que suelo llamar tics franquistas que acosan inevitablemente a Antonio Pedrol y su entorno, y de los que, dada su avanzada edad fisica y mental, no podrá ya, entiendo desprenderse.

Se presenta subliminalmente, en efecto, a los partidos políticos como condensadores de todos los males y merecedores, por tanto, de nuestro rechazo y desprecio tanto en nuestra calidad de ciudadanos como en la de abogados. Y, como es obvio, de ahí a sentir y decir que con Franco y sin partidos -y sin democracia- vivíamos mejor no hay sino un paso... que algunos traspasan frecuentemente. Y si se tiene en cuenta, por fin que el único que ha practicado pactos directos con partidos, según fórmula absolutamente anacrónica, a mi juicio, en el Colegio de Abogados, es precisamente el señor Pedrol, como es notorio, la marrullería y contradicción que estos manejos contienen quedan completamente a la intemperie, la cual es suficientemente deslegitimadora por sí sola.

Por eso, cuando el señor Pedrol se presenta a sí mismo y a sus acompañantes como la candidatura profesional mi carcajada podría oírse hasta en Andalucía si no fuera porque me parece un insulto a la inteligencia que me incomoda, y declaro que me considero tan profesional al menos, como el señor Pedrol y todo su séquito, con independencia de que, además, me interesa la democracia para mi país bastante más que la dictadura, contra la que luché desde que recuerdo.

Miserable filosofía

Desde otro corner, sin embargo, llega la noticia de que algunos abogados -y algunos amigos, de entre ellos- consideran denigrante participar en los presentes comicios, que deben ser desligitimados desde la abstención. Hago encomiables esfuerzos para superar mi inicial estupefacción, ante todo, por la procedencia de la idea -de compañeros que han compartido conmigo la crítica incesante a los modos de proceder de nuestro sempiterno decano, sin ir más lejos, y, por ejemplo, con motivo del Congreso de Palma, y les digo que si lo que expresan es una repugnancia u objeción de carácter moral, nada tengo que alegar en contra, pero que si lo que manifiestan es una opinión de otra naturaleza están, en mi criterio, practicando una miserable -en el sentido etimológico de pobreza extrema- filosofía, en cuanto se contienen en ella, al menos, dos elementos rechazables de plano: que todos somos lo mismo -y esta equiparación me molesta incluso personalmente- y que hay que ayudar y apuntalar a Pedrol por el tiempo que quiera y para que prepare a su antojo la sucesión de sí mismo, lo que se comenta por sí solo.

Frente a la extrema incongruencia, pues, de este tipo de razonamiento -por nominarlo de modo generoso- y frente a la extrema antigüedad del discurso y modos de proceder de nuestro decano y sus incondicionales, nosotros, modestamente, peleamos y ofrecemos nuestro esfuerzo de apertura de puertas y ventanas tanto para que los abogados podamos debatir en nuestro serio -cuestión casi prohibida hasta el momento- cuanto para que los ecos de una sociedad en proceso de aceleradas reformas pueda acceder a nuestros oídos y entre muchos -no de la exclusiva mano de un salvador de antiguo corte- pongamos nuestra variada profesión al servicio real -de los reales intereses de la mayoría de nuestros ciudadanos.

Ésta es, parafraseando una de nuestras viejas fórmulas de estilo, la opinión de quien suscribe, que somete con gusto a cualquier otra mejor fundada.

forma parte de la candidatura que encabeza Manuel Jiménez de Parga.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_