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Michnik: "Polonia intenta una transición a la española"

El dirigente del sindicato polaco Solidaridad Adam Michnik afirmó ayer en París que en Polonia se produce actualmente una reflexión "para ver si es posible aplicar una transición política similar a la española, con el objetivo de buscar un compromiso para sustituir la dictadura por el orden democrático". Miclinik, director de La Gaceta, el único diario de oposición en un régimen comunista, intervino en la jornada de clausura del coloquio Democracia europea y Revolucion francesa, grganizado por los periódicos La Repubbfica, The Independent, EL PAIS y Le Noavel Observateur.

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La última sesión estuvo dedicada a analizar el futuro de los derechos humanos, con especial referencia a los países del Este, a las minorías étnicas y confesionales y a la Europa multirracial.En la intervención más aplaudida del seminario, Michnik explicó las reformas que se desarrollan en Polonia y en Europa oriental, que calificó de últimas repercusiones de la Revolución Francesa, aunque rechazó el uso de la violencia y de la caricatura jacobina de la fraternidad. "Lo que ocurre en Polonia", dijo, "no es una autorreforma del sistema, sino un verdadero contrato social, en el que existe un lugar para el partido comunista". El proceso electoral, democrático al 35%, abre la vía de la democracia plena, según el dirigente de Solidaridad. Sin embargo, dejó en el aire la incógnita de si la vía de las concesiones y el pacto es realizable.

"¿Y quién será don Juan Carlos?"

Miclinik aseguró que los funcionarios del partido comunista polaco con quienes ha discutido en las mesas redondas celebradas en Varsovia "creen en la vía española y piensan que puede repetirse".Ya en los pasillos de la Unesco, donde se ha celebrado el coloquio, explicó, divertido, que cuando les hablaba del ensayo de una transición a la española, todos los funcionarios comunistas respondían con la misma pregunta: "¿Y quién será, don Juan Carlos?".

Varios de los políticos e intelectuales presentes en el coloquio lanzaron preguntas a los representantes soviéticos sobre el futuro de la perestroika y sus amenazas o retrocesos reflejados, por ejemplo, en el reciente decreto que condena las manifestaciones que "desacreditan al Estado".

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Al recordarle a Andrei Grachov que el propio líder soviético podría ser acusado por sus críticas a las etapas anteriores, el funcionario del Comité Central del Partido Comunista de la URSS afirmó: "Gorbachov estaría muy contento de ser calificado de disidente". Grachov aseguró que la perestroika es hija de la democracia y un medio para la construcción del socialismo que pone fin a las transformaciones desde arriba".

El profesor y senador español Jordi Solé Tura abogó no sólo por la protección de las minorías en Europa, sino por su integración. En referencia al caso Rushdie, dijo: "Si no integramos la multiconfesionalidad, las minorías islámicas pueden convertirse en la avanzadilla de un enemigo exterior".

Advirtió contra el resurgimiento de nuevos nacionalismos y del peligro de que la ruptura delequilibrio establecido en la II Guerra Mundial genere un repliegue en Europa occidental que signifique un retroceso en los derechos humanos.

El escritor Manuel Azcárate apoyó la presión de la calle para conquistar los derechos, como ha ocurrido con el movimiento feminista, cuestión abordada también por la francesa Ebsabeth Badinter, quien denunció la exclusión de los negros y de las mujeres de la "declaración del hombre blanco" dictada por la Revolución Francesa.

Derechos y soberanía

El debate se centró también en la colisión que se produce a veces entre los derechos humanos y la soberanía nacional.El historiador italiano Paolo Flores d'Arcais defendió el eurocentrismo en los derechos humanos, acusé a Occidente de debilidad en el caso RushdÍe y se negó a condenar cualquier intervenciónque establezca la democracia en Irán, "donde se violan los derechos humanos cada día".

El ministro socialista italiano Giorgio Ruffolo le replicó recordando que todas las intervenciones, hasta las más represivas, se hacen en nombre de los derechos humanos, y afirmó que "la violación de la soberana debe estar vinculada al establecimiento de nuevas soberanías supranacionales".

El ex ministro de Justicia francés Robert Badinter se mostró convencido de que "Europa occidental es la parte del mundo donde los derechos humanos están mejor protegidos", calificó de ,,enorme progreso" el establecimiento de una estructura supranacional como el Tribunal de Estrasburgo, "que debe ser ampliado", dijo, "a los países del Este", y se declaró firme partidario de la instauración de la ciudadanía europea, como paso previo para llegar a la construcción de una Europa política.

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