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Entrevista:

Contra el pragmatismo

Thomas MacCarth, y reivindica la teoría crítica frente a la ola de posmodernismo

Thomas MacCarthy es el más claro representante de la teoría crítica contemporánea en Estados Unidos, donde se: le considera el intérprete más cualificado de Habermas. Esta tarde intervendrá en el Instituto de Filosofia del CSIC de Madrid y se centrará en su disputa contra el nuevo pragmatismo de Richard Rorty. MacCarthy cree en nuevas concepciones de razón, de verdad y de justicia que, renunciando a la visión totalizadora del observador privilegiado, aspiren a retener algo de la fuerza normativa y crítica que poseían las viejas concepciones.

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Renovación en la filosofía crítica

Pregunta. ¿De qué manera puede contribuir la teoría crítica, heredera de la tradición alemana, a nuestro debate actual, tan marcada por actitudes escépticas, por una desconfianza creciente en los grandes esquemas filosóficos y que, por último, rechazan la idea de principios universales y del progreso?

Respuesta. Es interesante ver cómo se repiten situaciones de problemas en la historia de la filosofía. La teoría crítica de la escuela de Francfort se desarrolló en una situación que guarda semejanzas importantes con la nuestra. En la Alemania de los años treinta, como resultado del abandono del pensamiento neokantiano dominante hasta entonces, tuvo lugar un giro hacia diversas formas de irracionalismo. Éstas han resurgido en nuevas versiones con motivo de la reconsideración actual de Nietzsche y Heidegger. Max Horkheimer y sus colegas hicieron suya sin reservas la razón impura proclamada por el historicismo y la Lebensphilosophie. Después de todo, era consecuente con su tradición marxista ver a las estructuras del pensamiento arraigadas en formas de vida social y a las ideas implicadas en cuestiones de intereses y de poder; por su parte, los sujetos racionales eran vistos como individuos concretos con un compromiso práctico con el mundo. Nada de esto era desconocido para la teoría crítica, pero la pregunta, entonces como ahora, es: ¿qué conclusiones obtenemos de esta desublimación del espíritu? Para los continuadores franceses de Nietzsche y de Heidegger, esto constituye el prólogo de una crítica total de la razón o, en otras palabras, la clausura del proyecto ilustrado. Mientras que para los representantes de la escuela de Francfort en nuestros días se trata, en cambio, de la continuación transformada del proyecto ilustrado. Lo que se requiere desde esta perspectiva es proponer nuevas concepciones de razón, de verdad y de justicia que, renunciando a la visión totalizadora del observador privilegiado, aspiren a retener, no obstante, algo de la fuerza normativa y crítica que poseían las viejas concepciones. Dado que esto ha sido lo que la teoría crítica se ha propuesto conseguir desde Marx hasta Habermas, me parece que sigue siendo la alternativa más prometedora frente al irracionalismo rampante suscitado por el reciente redescubrimiento de carácter históricamente situado de la razón, particularmente en Francia, después de una etapa dominada por la recepción de Husserl.

P. Si cambiamos por un momento y dirigimos la pregunta a la teoría política (. ..), parecería que una de las objeciones que se esgrimen contra la teoría crítica tendría que ver con que dedicaron su esfuerzo a la crítica de las instituciones y de la ideología dominante sin elaborar la dimensión positiva o propositiva de una teoría democrática que, sin embargo, asumían.

R. Hay mucho de cierto en su afirmación sobre la ausencia de un tratamiento adecuado de la política democrática en la primera teoría crítica. Desde Marx, la línea dominante ha sido la de aceptar principios básicos de la democracia liberal, tales como la libertad, la igualdad, la tolerancia y la autodeterminación, concentrando la atención en la crítica de sus realizaciones concretas. Esta tendencia se ha modificado en la obra de Jürgen Habermas. Este objetivo subyace precisamente al énfasis en la racionalidad comunicativa y la institucionalización del discurso práctico. Esta manera de enfocar el problema le permite radicalizar la teoría democrática y, entre otras cosas, pensar de nuevo las nociones mismas de tolerancia, respeto y solidaridad que las invocaciones posmodernistas de la diferencia y la otreidad simplemente dan por sentadas. Es preciso reconocer, sin embargo, que, como han hecho rotar Foucault y otros críticos de la democracia liberal, ésta ha sido indiferente -sobre todo en la práctica- a toda clase de diferencias, como las de género, y ha tendido o bien a inducir la asimilación del otro o a su exclusión y supresión. ¿Cómo reconciliar estas demandas de reconocimiento de las diferencias con la necesidad de una vida social cuya cohesión depende de la aceptación de normas que obligan a todos por igual?¿Cómo pueden justificarse esas normas y cómo llegar a establecerlas de manera legítima? ¿Existe la posibilidad, como alternativa plausible, de conseguir acuerdos a través de un proceso de discusión, libre de dominación, que diera cabida a la expresión pública de las diferencias? Los críticos posmodernistas tienden a pasar por alto de manera simplista el problema esencial de cómo grupos y personas diferentes pueden organizar una vida en común y ésta es, después de todo, la cuestión central de cualquier teoría social y política.

Richard Rorty

P. ¿Cuál es a su juicio la importancia del neopragmatismo de Richard Rorty en los debates contemporáneos en filosofia?

R. Rorty representa el punto de convergencia entre las líneas de pensamiento posnietzscheanas y posheideggerianas y las tradiciones americanas del pragmatismo y la filosofía analítica. Fue hasta los años setenta un miembro muy respetado de la comunidad de filósofos analíticos y se ha convertido desde entonces en uno de sus crítiocos más eficaces. Rorty ha reconocido que el giro lingüístico de la filosofía que él mismo contribuyó a difundir y dar fama se quedaba a medio camino.

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