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Entrevista:

Eduardo Subirats: "El vacío de ideas es la posmodernidad"

El profesor y filósofo afirma que la carencia de soluciones es el signo de identidad de la época

En la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) explica Teoría de la Cultura; además de estudiar y ofrecer sus clases, le gusta viajar, pasear por el campo: "Es lo que quiero hacer, o lo que necesito hacer"; en la cultura española "sólo tengo dos interlocutores válidos, el mejor pintor español, Jorge Castillo, y el mejor arquitecto, Antonio Fernández Alba; y naturalmente son dos ninguneados".Pregunta. Eso de "ninguneado" es mejor que lo aclare, ¿no?

Respuesta. Es una palabra española, muy usada sobre todo en México; digamos que ningunear a alguien es el principio de no reconocimiento del talento bajo el cual ha funcionado la cultura española desde la Inquisición hasta nuestros días.

P. ¿Acogida de su libro?

R. Prefiero no hablar. La cultura española es peor que la de los calificados países subdesarrollados. Decía Lope, "España es un país para morir"; también se escriben libros para morir.

P. La cultura como espectáculo, ¿es una cúspide del desarrollo capitalista?

R. Existen antecedentes históricos de la cultura como espectáculo: la propaganda de la fe cristiana, el auto sacramental, el carácter fetichista de las relaciones sociales en el capitalismo, la concepción vanguardista y romántica de la configuración de la cultura como un artefacto total. El urbanismo moderno es un ejemplo en el que todo (vida amorosa, trabajo, comunicación etcétera) es un factor estadísticamente preestablecido.

Muerte del arte

P. ¿Qué plantea sobre la cuestión cultural presente?

R. La conjunción de dos fenómenos complementarios. Uno: la muerte del arte, la destitución social de la experiencia estética, la abolición cultural de cualquier relación creativa del individuo con el medio. Dos: la producción de este medio cultural, la prefabricación de la conciencia individual o la organización total de las formas de vida como gran obra de arte escenificada por medios técnicos. Ejemplo: la televisión.

P. ¿Cómo aprecia usted la organización actual de la cultura?

R. Está organizada como cultura de masas, y el espectáculo es la forma industrialmente concebida de esta cultura de masas.

P. La creación, la creatividad, la innovación son hoy la calderilla diaria en todos los sectores del mundo desarrollado. ¿No es preferible, pues, la cultura de masas al elitismo?

R. No sé lo que es cultura elitista; Miguel Ángel, Leonardo de Vinci, las grandes obras en suma, no han sido patrimonio de pocos. Lo que se produce frente a la cultura de masas no es una cultura elitista, que caería en los mismos tópicos. La alternativa es una noción clásica y romántica como realización del individuo. Por ejemplo: un gran libro no es sólo un fetiche literario y elitista ni un objeto de consumo únicamente; para mí es sobre todo un medio de mi realización humana.

P. ¿Qué es el arte hoy?

R. Hoy el arte se ha convertido en una institución burocrática, económica y académicamente controlada. Es no-arte. Un ejemplo lo son todos los mequetrefes que subvenciona el Ministerio de Cultura. Pero el arte es necesario y es posible a pesar de esta forma negativa bajo la que predomina socialmente.

P. El desarrollo de la creatividad en la vida moderna, e incluso el espectáculo cultural que usted analiza, ¿no reducen a un arcaísmo al artista tradicional?

R. El arte, la obra y el artista han sido superfluos siempre; y esto porque ni sirven para la guerra ni para el orden social ni para la moral establecida, etcétera. Su valor, su razón de ser, se encuentran a otro nivel de la realidad.

P. Para el comunismo y para la religión, como promesas de otros mundos ideales, el arte ha sido sospechoso hasta no hace mucho. Y hoy el Papa y Gorbachov se han convertido en dos fenómenos mediáticos, líderes de ese espectáculo cultural.

R. No es así exactamente. La Iglesia católica ya fundó esa cultura: las misas solemnes en catedrales góticas es algo espectacular. En cuanto al socialismo, desde la teoría de las ideologías hasta la propaganda ideológica contemporánea, siempre han sido los magistrales herederos de aquel dominio espectacular de la sociedad. Luego, que los líderes de hoy, comunista y católico, aparezcan como brillantes actores, no es novedad.

P. ¿Caminamos hacia esa locura del individuo que realiza su capacidad creadora?

R. Vivimos visiblemente una situación social en la que la carencia de ideas y soluciones a los conflictos de nuestro tiempo se ha convertido en signo de identidad de la época. Este vacío precisamente es lo que se llama posmodernidad.

P. En una visita a una fábrica de uranio enriquecido, materia prima de la bomba atómica, un servidor se ha emocionado; la sofisticación técnica, la imaginación el espectro de la muerte sensibilizan como una obra de arte tradicional. ¿Estamos ante la destrucción cataclismal como arte total?

R. La perversión de la racionalidad que sigue al desarrollo tecno-económico moderno no sólo reside en el carácter destructivo que le es inherente, sino también en que eleva el apocalipsis al espectáculo de su propia magnificencia.

P. ¿La paz tiene mucho que ver con la cultura?

R. Sobre la paz, creo que los humanistas del siglo XVI, como Vives, Frankel y otros, dijeron la última palabra: "Sólo en la paz se puede favorecer la cultura".

P. ¿Podría ser usted consejero de un político?

R. En cuestiones políticas soy platónico: lo mejor, abstenerse.

P. Luego, ¿los políticos están condenados a gobernar desde la ignorancia?

R. Desde el espectáculo, que es casi lo mismo, o peor, porque es lo falso convertido en realidad.

P. ¿Entiende usted la reciente prédica del presidente González sobre el Estado de desecho?

R. Nunca leo los discursos de ningún presidente.

P. ¿Qué sería el Estado de derecho en España?

R. El problema en España no pasa precisamente por la reciente polémica en torno a ese concepto, sino por la circunstancia de que la sociedad española carece de tradiciones democráticas en sus mismas formas de vida.

P. ¿Dónde se puede detectar hoy la vanguardia, si la hay?

R. Si hay vanguardia significa tener un amigo en el Ministerio de Cultura, estar apoyado por un crítico corrupto de la Prensa, tener el sostén de una galería multinacional y ser capaz de esgrimir públicamente imbecilidades sin la menor vergüenza.

Cultura popular

P. ¿Cómo analiza el fenómeno español de las revistas del corazon?

R. No lo conozco demasiado, pero no me parece tan terrible. Tiene el lado trivial y triste, pero también el tierno, dulce, de la cultura popular española. Son la forma desacralizada del culto católico de los santos.

P. El valor desorbitado de las obras de Van Gogh, ¿es espectáculo, comercio, cultura?

R. Ese valor guarda la misma relación con la creatividad del arte contemporáneo que la relación que guarda el aumento de los precios de los apartamentos de Madrid con las mejoras reales de las condiciones de vivienda en la misma ciudad.

P. ¿Para qué sirve un ministro de Cultura en España?

R. Si fuera un dios, dudo que pudiese romper la inercia burocrática, la apatía y la trivialidad de la cultura contemporánea.

P. ¿A qué responde el progreso del mecenazgo cultural aquí?

R. No lo sé; lo que creo saber es cómo hay que analizar la cuestión: es una mayor injerencia de las instancias públicas en el desarrollo cultural; por otro lado, obedece a la nueva dimensión espectacular de la que se reviste el poder de estas instancias.

P. El sistema educativo español, ¿responde a exigencias de futuro?

R. Responde a la ausencia de aquellos movimientos intelectuales modernos que en el resto de Europa han definido el contenido de la educación: el humanismo y la ilustración. Las carencias de nuestro sistema educativo responden por la miseria de la cultura histórica española.

P. ¿Qué piensa el profesor Subirats del estudiante español actual?

R. Tiene muchas características de las generaciones jóvenes nacidas bajo sistemas totalitarios: apatía, falta de espíritu crítico, miedo, falta de iniciativa, identificación inmediata con hombres del poder y de la moda.

P. En temas como la educación, con vistas a Europa, ¿sería viable que cada país nombrara ministros de otros países?

R. Esa idea me parece tan bonita como cuando Groucho Marx cambiaba los zapatos de los invitados por la noche.

Catolicismo y filosofía: incompatibles

Lo que más le importa al filósofo y profesor Subirats son los problemas globales de la cultura moderna; por ello, el ensayo, debido a su forma literaria de comunicación y a su inmediatez, es el instrumento que más se presta para el análisis de dichas cuestiones.Pregunta. ¿Existe hoy una filosofía española o simplemente husmeadores de lo que se dice en Berlín, París, etcétera, que a continuación lo regalan como posmoderno?

Respuesta. No, no existe. Y se puede avalar esta afirmación con un argumento histórico en primer lugar; la filosofia española acabó con los conversos del siglo XVI; el catolicismo es incompatible con cualquier pensamiento filosófico. El catolicismo es y ha sido el vacío.

P. ¿Existe un argumento contemporáneo?

R. Sí. En el siglo XX ha habido un intento de incorporación al discurso filosófico europeo. Si el paradigma es Ortega, también lo es para sus aspectos negativos. Se trata de un pensamiento conceptualmente débil que filosóficamente no está vertebrado por una dimensión crítica; ha dejado escuela como retórica, no como pensamiento.

P. ¿Tienen alguna función los intelectual en las sociedades de la civilización de la comunicación, o espectacular si se prefiere?

R. El problema no es tener o no función, sino que somos pocos; la condición del intelectual es su independencia política e institucional. Y somos pocos porque en España no existen aquellas tradiciones liberales que históricamente han sostenido la figura del crítico independiente.

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