Vranitzky descalifica a Waldheim como presidente
El canciller federal austriaco, Franz Vranitzky, amenazó ayer con dimitir si no concluye pronto el escándalo en torno al presidente Kurt Waldheim, y aunque se negó a dar consejos en público al jefe del Estado, dejó claro que sólo su cese puede poner fin a la crisis que ha provocado en Austria. Una entrevista en televisión, seguida con máxima atención por todo el país, fue ayer la ocasión utilizada por el socialista Vranitzky para declararse incompatible con Waldheim: "El presidente tiene que ser una figura integradora, y no desintegradora".
Waldheim, por su parte, parece seguir creyéndose capaz de permanecer en el cargo. En su reacción a las declaraciones de Vranitzky se declaró convencido de que la situación se tranquilizará, y dijo querer mantener una "relación constructiva con el canciller". Esta posibilidad la ha descartado ya el jefe del Gobierno. Waldheim se dirigirá hoy por televisión al país.En Viena la situación de crisis política que vive el país desde la pasada semana se hizo de nuevo evidente en anoche. Largas colas ante los puestos de venta de la prensa demostraban la expectación que han creado las declaraciones del canciller. El editorialista del diario Kureir, Hans Rauscher, afirmó que "Vranitzky ha sido claro: o él o yo".
En los medios políticos vieneses se considera que las declaraciones de Vranitzky suponen un punto de inflexión en la crisis y que el Gobierno, incluidos sectores del Partido Popular (OEVP) que apoyaron incondicionalmente a Waldheim, han llegado a la conclusión de que "no se pude vivir políticamente con este hombre en la jefatura del Estado".
Por primera vez, el canciller declara que le es imposible continuar en el cargo bajo la presidencia de Waldheim. Calificó de "idiotez" la tesis de la conjura internacional que sostienen los defensores de Waldheim, y descalificó a aquellos que insisten en la permanencia del presidente en su cargo para evitar que los austriacos reaccionen con rencor hacia aquellos que creen responsables de la caída de un jefe de Estado electo, "los extranjeros y los judíos". El canciller Vranitzky dejó claro dónde ve la solución del problema: "En la dimisión del presidente".
"Go Kurti, go"
Cerca de 8.000 personas se manifestaron ayer en el centro de Viena exigiendo la dimisión de Waldheim. Con pancartas como "Go Kurti, go" (Vete Kurt, vete) "No a la mentira" o "Cumple tu deber y vete", en alusión a la ya célebre frase de Waldheim de que sólo había "cumplido con su deber durante la Segunda Guerra Mundial"."Si tengo que dedicar el 60% de mi tiempo y trabajo al caso Waldheim, tanto en el interior como en el exterior, no puedo afrontar las tareas que me han sido encomendadas", afirmó Vranitzky. De no poder cumplir su labor, manifestó, abandonaría el cargo.
En una larga entrevista, Vranitzky declaró que él no aconsejará públicamente al jefe del Estado que dimita, pero excluyó la posibilidad de mantener la actual situación.
Vranitzky negó que los ataques a Waldheim procedan de ciertos grupos en el extranjero, como afirma el propio, presidente, y dejó entrever que los considera justificados.
Waldheim declaró en una entrevista al diario Kurier que no tiene intención de dimitir y que "si en Austria dejamos de debatir esta cuestión, el exterior pronto callará también". "La situación se tranquilizará", señaló el presidente, en un pronóstico que ya no comparten ni sus más acérrimos defensores.
"La situación de esta semana es insostenible. No puedo imaginarme que en los próximos días [Waldheim] no tome una decisión". Vranitzky confirmó en televisión que Waldheim había presionado al Gobierno para que éste rechazara el informe de la comisión de historiadores y que llegó a amenazar con "romper la relación de confianza" entre la jefatura de Estado y el Gobierno, lo que podría suponer que el presidente iba a recurrir a sus poderes constitucionales para disolver el Ejecutivo. Waldheim niega haber dicho esto y sugiere que se trata de un malentendido de Vranitzky.
Éste confirmó ayer, asimismo, que en la "tensa y agitada discusión" que mantuvo con Waldheim el. domingo día 7, en vísperas de publicarse el informe de la comisión, se negó rotundamente a rechazar las conclusiones de los historiadores, aunque la consecuencia fuera la ruptura de la coalición y su cese como canciller.
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