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FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

Glenn Ford y Bernardo Bertolucci inauguran el certamen donostiarra

El actor norteamericano Glenn Ford y el director italiano Bernardo Bertolucci fueron anoche, en la sesión inaugural, y serán hoy, en la primera jornada de proyecciones en el teatro Victoria Eugenia, los puntos donde convergen las miradas y la fuente de donde se alimentan las primeras crónicas sobre esta atractiva, arriesgada y prometedora edición del festival donostiarra. En la sesión inaugural se proyectó, fuera de concurso, Esperanza y gloria, un agradable y curioso, pero no del todo convincente, filme del británico John Boorman.

A Glenn Ford se le dedica, a medianoche de hoy, un homenaje que incluye forzosa e indirectamente otro homenaje póstumo a la bella e infortunada mujer que fue Rita Hayworth. Con la presencia de Ford y la definitiva ausencia de Hayworth se exhibirá el negro esplendor de Gilda, la inolvidable película de Vidor que interpretaron juntos y que el paso de las décadas ha grabado para siempre en la leyenda del cine.Por su parte, Bernardo Bertolucci, que declinó hace unas semanas -a causa de urgencias en su trabajo en el montaje de la película que se trae entre manos, El último emperador- la invitación a formar parte del jurado de esta edición del festival vasco, ha compensado su ausencia de las nueve jornadas oficiales del concurso con el regalo de su efímera presencia en sólo un intenso día. Bertolucci se ha traído bajo el brazo una lata redonda que contiene un copión de trabajo, todavía sin afinar, de su muy esperada película sobre la oscura y patética figura de Pu Yi, último emperador de China, que la revolución de Mao Zedon convirtió en un humilde jardinero.

Infancia

La primera película de la sección oficial, presentada fuera de concurso, es Esperanza y gloria, un meticuloso y no enternamente logrado trabajo de autor. El brillante cineasta británico John Boorman, director de A quemarropa y Excalibur, entre otros filmes, la ha dirigido, producido y escrito; pero además la ha ideado tomando como cantera argumental un instante intransferible de su vida: el punto más delicado de su propia infancia.La película cuenta, a través de los ojos de un niño, la vida de una familia de la pequeña burguesía londinense durante los largos y duros meses de la Segunda Guerra Mundial en que la aviación nazi bombardeaba a diario los barrios residenciales de la capital de Inglaterra. La película tiene elegancia y contiene una buena idea, pero esta idea no está totalmente realizada en la imagen. Da la impresión de que Boorman se ha esforzado con tanto empeño en hacer un relato lírico, que no ha sabido discernir en él entre lo subjetivo y lo privado, de tal forma que las imágenes quieren decir más de lo que efectivamente dicen.

Hoy comienza en San Sebastián el concurso propiamente dicho. La sensación de homogeneidad en la elección de las películas y el destierro de la pantalla del Victoria Eugenia de los grandes nombres consagrados del cine actual, abre la posibilidad de que la sorpresa surja.

No es arbitraria esta opción, que da a San Sebastián un camino propio y una identidad que le diferencia nítidamente de las sombras de los festivales de Cannes y de Venecia. Por el contrario, se trata de una elección sagaz y deducida de un análisis competente de por donde asoma hoy el cine de mañana.

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