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Acogida calurosa pese a la indiferencia de los indígenas

La visita de los Reyes a Bolivia, la más dificil de las ocho realizadas a Latinoamérica, terminó en un ambiente de calor popular y simpatía al superarse las rigideces protocolarias y las exageradas medidas de seguridad impuestas en La Paz, con un muro de hierro policial que alejaba aún más a los Reyes de los introvertidos e indiferentes indígenas.La utilización de la visita real como caja de resonancia para denunciar al exterior los problemas sociales y económicos bolivianos se esperaba en La Paz como algo normal, y como ya hubiera ocurrido dos meses antes con la visita del presidente de la RFA. Pero los organizadores españoles del viaje, concentrados en la exigüa representación diplomática de La Paz, parece que desconocían lo que todo el mundo esperaba.

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Y en vez de negociar con los posibles grupos de manifestantes fórmulas de comprensión y golidaridad, se esforzaron en dar instrucciones sobre el protocolo. A los periodistas bolivianos se les llegó a decir que al Rey no se le podía mirar de frente, no se le podía fotografiar a menos de cinco metros, y acercarse a él equivaldría a una respuesta durísima de los servicios de seguridad.

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