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Buques norteamericanos con armamento nuclear hacen escala habitualmente en puertos españoles

Buques norteamericanos que transportan armamento nuclear, según la mayoría de los expertos internacionales, hacen escala periódicamente en puertos españoles. Pese a la aireada desnuclearización de España, la realidad es que ningún instrumento jurídico impide en la actualidad dicho tránsito. Defensa, el Consejo de Seguridad Nuclear y Protección Civil no disponen de planes concretos de emergencia para accidentes provocados por este armamento, pero están preparando conjuntamente uno asociado a "naves con propulsión nuclear", de acuerdo con las informaciones recogidas por el equipo de investigación de EL PAÍS.

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La mayor parte de los buques norteamericanos con propulsión nuclear están dotados de armamento atómico. Las bahías de Palma de Mallorca, Málaga, Cádiz y Benidorm, cuatro lugares de máxima atracción turística, son los puntos más visitados por estas unidades.El portaviones Nimitz, que hizo escala en enero en Palma de Mallorca, está dotado, entre otros instrumentos bélicos, de dos escuadrones F-4 Phamtom o F-14 Tomcat, que pueden llevar una bomba atómica B-28; dos escuadrones de A-7 Corsair o F-18 Hornet, habilitados para transportar entre cuatro y dos bombas B-28 o similares, y 12 aviones A-6 Intruder, equipados normalmente con tres artefactos nucleares similares a los anteriores. Estos datos están recogidos en el catálogo Fighting Ships, publicado por Jane's. El Military Balance, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, considera a los cuatro tipos de aviones citados como "vectores de lanzamiento nuclear". Específicamente, los cataloga como "aviones tácticos con base, en portaviones".

Por razones de seguridad, Estados Unidos se niega sistemáticamente a confirmar o desmentir la presencia de armamento nuclear en sus buques. El presidente del Gobierno español, Felipe González, admitió el año pasado que resulta dificil evitar "que se filtre" algún arma. nuclear a bordo de un barco norteamericano.

Un asesor del actual ministro de Exteriores precisó la dimensión de estas visitas: "En el fondo, es irrelevante que los buques norteamericanos transporten realmente armamento nuclear cuando están en tránsito en puertos españoles, porque lo importante es si los soviéticos están o no convencidos de ello". El folleto ¿Quiénes amenazan la paz?, publicado por la Editora Militar de Moscú (1982), no deja lugar a dudas sobre lo que piensa la URSS cuando reproduce una fotografia del Nimitz con el siguiente texto: "Se trata del portaviones nuclear más grande de las fuerzas navales de Estados Unidos. Desplazamiento, 91.500 toneladas. Lleva más de 90 aviones, incluidos 40 portadores de armas nucleares".

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"Todo menos Nueva Zelanda"

Felipe González, según varios de sus colaboradores, dio instrucciones a los redactores de la pregunta del referéndum sobre lapermanencia de España en la OTAN para que en ningún caso se incluyera la prohibición tajante del tránsito de buques con armamento nuclear por nuestras aguas o puertos: "Todo menos Nueva Zelanda", pidió.

El presidente del Gobierno temía encontrarse en la misma situación que provocó el Gobierno socialdemócrata de aquel país al prohibir las escalas de buques norteamericanos presumiblemente dotados de armas atómicas. Nueva Zelanda vio congelada su participación en el ANZUS (Tratado de Defensa del Pacífico, firmado también por EE UU y Australia) y desenca denó una grave crisis en sus rela ciones con Washington.

Las instrucciones de Felipe González suponían un giro radical en las posiciones mantenidas por él mismo y por su partido hasta entonces. En el debate por el que el Congreso autorizó la adhesión de España a la Alianza Atlántica, el 29 de octubre de 1981, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) insistió en la necesidad de prohibir no sólo el almacenamiento e instalación de armamento nuclear en nuestro país, sino también el "tránsito". Incluso presentó una enmienda en este sentido, que fue derrotada por 175 votos contra 150.

La posibilidad de hacer triunfar el contenido de aquella enmienda se planteó en las reuniones preparatorias del referéndum del pasado mes de marzo. Según fuentes solventes, se produjo una "batalla feroz" entre quienes estimaban más prudente no hablar del "tránsito" y quienes defendían su inclusión. La incertidumbre sobre el resultado de la consulta aconsejaba recoger de algún modo las posiciones del PSOE en 1981, para que nadie desde la izquierda pudiera echarles en cara est,e olvido, pero al mismo tiempo era indispensable encontrar alguna fórmula ambigua que evitara un desenlace como el de Nueva Zelanda.

La solución llegó de la Moncioa. Se refrendaría la prohibición,ya existente de almacenar e instalar, y se añadiría la de "introducir" armas nucleares.

El cambio pasó inadvertido para la mayoría de la opinión pública, pero no así para la Embajada de la Unión Soviética en Madrid. Al día siguiente de conocerse la redacción de la pregunta definitiva del referéndum, uno de los consejeros de la delegación de la URSS visitó discretamente a un asesor del ministro de Asuntos Exteriores para preguntar informalmente qué significaba la palabra "introducir". El asesor confiesa que no pudo ofrecerle una interpretación "muy concreta".

Los expertos del Ministerio de Asuntos Exteriores llevan varias semanas discutiendo posibles interpretaciones de la palabra introducir, "por si algún diputado presenta una pregunta al presidente del Gobierno". La Real Academia de la Lengua define el vocablo del siguiente modo: "Dar entrada a una persona en un lugar. Meter o hacer entrar o penetrar una cosa en otra. Figuradamente, hacer que uno sea recibido o admitido en un lugar o granjearle el trato, la amistad, la gracia, de'otra persona. Hacer figurar, hacer hablar un personaje en una obra de ingenio. Hacer adoptar, poner en uso. Atraer, ocasionar. Meterse uno en lo que no le toca".

La interpretación más extendida, por el momento, en medios diplomáticos españoles, es que hay que huir de exégesis restrictivas, que hagan de la palabra sinónimo de tránsito y que nos coloquen en una difícil situación frente a Estados Unidos. "Sería restrictivo suponer que un barco con armas qucleres que fondee tres días en aguas españolas ha introducido ingenios atómicos en nuestro territorio", comenta un asesor del ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez.

La urgencia para decidir oficialmente qué significa esta palabra -confiesan en Exteriores- no sólo viene dada por una posible interpelación parlamentaria, sino también por la inminencia de una nueva negociación con EE UU para renovar el Convenio de Amistad.El texto actualmente en vigor, firmado en Madrid el 2 de julio de 1982, recoge que "el almacenamiento e instalación en territorio español, de armas nucleraes o no convencionales quedará supeditado al acuerdo del Gobierno español".

El convenio incluye también una carta del entonces ministro de Exteriores, José Pedro Pérez Llorca, en la que se informa al embajador norteamericano en Madrid de que "es política del Gobierno español que no sobrevuelen España aeronaves con armamento y material nuclear a bordo". La respuesta de los norteamericanos fue la habitual en estos casos: "Estados Unidos toma nota de esta declaración política y tiene el gusto de informar al Gobierno de España de que Estados Unidos respeta completamente la política del Gobierno español".

Según algunos expertos, precisamente porque se incluye una mención expresa a la prohibición de que sobrevuelen España aviones con armas nucleares, resultaría más llamativo que el próximo convenio no aludiera en ningún momento al "tránsito" de buques con el mismo tipo de carga. Una fórmula similar a la utilizada en el convenio de 1982 para los aviones ha sido adoptada por China ante los requerimientos norteamericanos de fondear en sus puertos. Los buques norteamericanos que transitan por aguas españolas y que pueden llevar armas atómicas se encuentran sometidos a una regulación y vigilancia especial, no en su condición de eventuales arsenales, sino por tratarse de buques de propulsión nuclear.

Centrales flotantes

Este tipo de navíos y submarinos está sometido internacionalmente a una estricta reglamentación de seguridad, porque en la práctica son como centrales nucleares flotantes, afirman expertos en el tema. La peligrosidad de estas unidades quedó reflejada en la reseña que publicó la Revista General de Marina, en el mes de noviembre de 1986, al comentar el accidente sufrido por un submarino nuclear soviético que se hundió cerca de las Bermudas: "En medios especializados se estima que hay que acoger con reservas las seguridades soviéticas de que no existe peligro alguno, ya que no hay garantías suficientes de que el peligro pueda evaporarse como por encanto. La grave inseguridad en estos accidentes es como una espada de Damocles suspendida aún sobre el océano".

Un alto oficial de la Armada confirmó que 15 días antes de la llegada a puertos españoles de buques o submarinos de propulsión nuclear se realizan mediciones sobre el índice de radiactividad en el agua para poder comparar con las muestras que se toman después, cada cierto número de horas, cuando ya se encuentran fondeados. Igualmente se exige que siempre se sitúen al lado,de estas unidades barcos de propulsión convencional que puedan remolcarlos fuera del puerto en caso de que sufran algún tipo de accidente.

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