Un último homenaje
Se ha muerto don José Antonio Maravall. A los que le hemos rodeado todos estos años, día a día, nos parecía indestructible. Su corazón daba avisos intermitentes, pero siempre le habíamos visto salir de ellos con una vitalidad renovada, más sabio, más cercano y más entrañable cada vez. Bromeábamos acerca de los homenajes que le haríamos a los 85 años, a los 90 años. Sus 75, de los que se hizo generoso eco este períodico (EL PAÍS, 14 de agosto de 1986), los habíamos celebrado con tres voluminosos tomos donde la plana mayor de estudiosos nacionales y extranjeros habían colaborado con entusiasmo.Maestro incansable
La comunidad científica de historiadores, sociólogos, politólogos, tanto los consagrados como los más jóvenes, todos se había volcado generosamente hacia este maestro incansable que, día a día, había ido desbrozando y abriendo nuevas perspectivas para la no siempre bien conocida historia del pensamiento español. Una historia integral, como al propio profesor Maravall le gustaba decir, explayada en una inmensa obra, en la que este universitario ejemplar que fue el autor de La literatura picaresca desde la historia social nos enseñó a ver. Una interpretación de la historia de España con nueva y abierta mirada. Tanto como el contenido, su metodología, que abordaba la historia desde la fecunda perspectiva de las categorías de las ciencias sociales, supuso una innovación y enriquecimiento de la visión de la realidad española y de la misma forma de enfocar la historia. Pionero de lo que se ha venido a denominar historia de las mentalidades, sus libros sobre el Estado moderno, el Renacimiento y el Barroco han marcado un hito en los estudios históricos y han tenido siempre una gran repercusión en la comunidad científica internacional.
Trabajador infatigable, es autor de casi una treintena de libros y de un impresionante número de artículos especializados y estudios monográficos, que abarcan desde temas medievales a aspectos y corrientes de pensamiento de los siglosXIX y XX.
Proyectos
José Antonio Maravall acababa de publicar un exhaustivo estudio sobre la literatura picaresca, por cuyas ágiles y eruditas páginas desfilan temas hoy de punta en los estudios sobre las mentalidades, como son los de los ricos y los pobres, los problemas de anomia y desviación social, la tensa relación hombre-mujer, el fenómeno de los juegos de azar, etcétera. En el telar, en el momento de su muerte, trabajando todavía ayer mismo, buscando en la Biblioteca Nacional algún escrito de dificil localización, tenía una obra sobre los escritores de la generación del 98. Esperando turno, pero ya en línea, estaba una revisión a fondo, como solía hacer, de su libro sobre el teatro barroco y la publicación de los estudios de historia del pensamiento sobre el siglo XIX español y el Romanticismo. Nunca le faltaron proyectos a este historiador sin cansancio y quizás ése era el secreto de que a los 75 años siguiera siendo un hombre tan vital y una persona tan querida. Maestro reconocido por los que hemos tenido la suerte de gozar de su magisterio, sabio historiador, intelectual respetado, persona que, como ya escribí en la celebración de su homenaje, supo crecer con el tiempo en sabidurías, bondad, comprensión, triunfando en buena medida en el dificil arte de vivir, haciendo de uno lo que uno aprende, disfrutando de lo que uno hace y creando, junto con su mujer, María Teresa, un entorno armonioso que confirmaba la fuerte creencia que este humanista moderno tuvo siempre en el poder de creación de los hombres. Muchas gracias, don José Antonio; su ejemplo y su recuerdo siempre perdurarán en nosotros.
