Críticas de otoño
Congratúlome de que al recibo de la presente se encuentren bien. Yo, bien, gracias a Dios. Pregúntome si existo. Pienso, luego... sí. De nuevo, gracias a Dios. No a EL PAÍS.Me explico: 12 conferencias (lo más granado de la musicología), cuatro recitales, cuatro conciertos (lleno absoluto). Resultados interesantes. Desvelos inconfesables.
Critíquenme, se lo ruego. Dejen las bragas de la señora de Izaguirre en paz. Mis calzoncillos están llenos de pecados. Puedo indicarles las fuentes de información. He ligado con todas las ponentes y solistas y con algunas colaboradoras y asistentes (que, además, eran hermanas y madres mías). Y con ellos, lo que, según J. P. II, es peor. Si yo les contara mis noches... He cobrado comisiones (el 0,01% en el Banco Musicológico del Espíritu Santo).
He incumplido los horarios (un día llegamos a una hora de retraso). He regalado invitaciones (todas las que he podido, a estudiantes, menestorosos, cojos, sordos, lisiados, tullidos, pordioseros y demás gente de mal vivir). He cometido tropelías, simonías y tonterías diversas por el estilo...
Por favor, critíquenme. No quiero ser menos que los demás. Yo también he estado en el Festival de Otoño. He buscado la notoriedad sin éxito. Debería haberlo hecho peor o más descaradamente.
La próxima vez prometo incestos públicos, cócteles molotov, estupros, misiles tierra-aire, cohechos y toda suerte de malda-
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des. Pero, por favor, critíquenme como a los demás.
O a los demás como a mí, si prefieren.- Coordinador de la III Semana de Música Española.