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Karmal, o las tensiones en la dirección de Afganistán

El líder marginado, se niega a homenajear a los soldados soviéticos que abandonan Kabul

Pilar Bonet

El ex líder afgano Babrak Karmal, hoy reducido a funciones representativas en la jefatura del Estado, puso ayer de manifiesto las tensiones existentes en la directiva del país al protagonizar una demostrativa acción en solitario ante el regimiento antiaéreo soviético que se despedía de Kabul, cerrando así la primera fase de la retirada parcial de tropas soviéticas de Afganistán, que se ha producido a lo largo de la semana.

Karmal, que asistía ayer por primera vez a las ceremonias de despedida de las tropas soviéticas, apareció en la tribuna de honor en una posición marginal, distante del nuevo líder, Mohamed Najibullah; de su sucesor al frente del partido, el sultán Ali Kershman, y el embajador soviético en Kabul, Pavel Mozhaev. Karmal no asistió el pasado miércoles a la retirada de un regimiento de tanques en Shindand, ni a la partida de un regimiento de infantería motorizada en Kunduz, dos días después. Hasta final de mes está previsto que abandonen Afganistán un total de seis regimientos soviéticos, que integran a unos 8.000 hombres con su equipo militar.De forma ostentosa, Karmal rechazó ayer las flores que le tendían para que las lanzara a los soldados soviéticos, formados ante la fortaleza de Bala Hissar, el histórico conjunto donde en 1842 fueron rechazados los ingleses tras un duro asedio.

Najibullah en encargó de poner a los soldados las condecoraciones de la República de Afganistán que habían obtenido, aunque el acta de concesión estaba firmada por Karmal en calidad de presidente del consejo de la revolución. Poco después, cuando Najibullah, en compañía del embajador soviético y otros altos cargos de esta nacionalidad, recorría las filas de los soldados estrechando manos y hablando con ellos, Karmal bajó de la tribuna y, en solitario, empezó un deambular por la explanada, atrayendo hacia sí a un gran grupo de ciudadanos que habían logrado burlar el cordón de seguridad. En medio de una multitud, sobre todo mujeres, que le abrazaba, besaba y acariciaba, Karrmal paseó en solitario por la explanada sin que los intentos, en ocasiones rudos, del servicio de seguridad, en parte soviético, lograran impedirlo.

"La gente me quiere"; "Soy un patriota"; "Continuaré siendo presidente", eran las frases que pronunció Karmal en inglés a respuestas de los periodistas, antes de que volviera a ser conducido a la tribuna por los servicios de seguridad. Observadores políticos occidentales presentes en el acto consideraron que Karmal había protagonizado un gesto de protesta simbólico contra su retiro de la vida activa.

Karmal fue sustituido al frente del partido en mayo pasado, pues, en opinión de medios diplomáticos en Kabul, no era el líder enérgico y joven que exigía el momento actual de las relaciones soviético-afganas. Medios afganos atribuyen el cambio a presiones soviéticas.

Najibullah, antiguo jefe de los servicios de seguridad, trata de crear la impresión de que controla la situación militar y que tiene una oferta razonable de diálogo para la guerrilla. La dirección afgana dice mantener negociaciones con más de 100 grupos políticos y esto incluiría grupos que practican la lucha armada y que se hallan en el extranjero.

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En una conferencia de prensa el sábado por la noche, Najibullah volvió a repetir la oferta de diálogo para un "Gobierno de coalición nacional" que ha venido haciendo en sus reiterativos discursos ante las tropas soviéticas que abandonaban el país. Las tres operaciones llevadas a cabo durante la semana en tres puntos distintos de Afganistán han estado rodeadas de una gran publicidad. El modelo de sociedad al que aspira el líder afgano, "una sociedad fuerte y moderna" no fue desvelado en detalle por el líder, pero éste manifestó que estaba dispuesto a discutir sobre el modo y métodos para "construir un nuevo Afganistán".

Najibullah, cuyo estilo, salvando las distancias, recuerda al de Mijail Gorbachov en la URSS, insistió en que Afganistán necesita energía y movimiento y repitió algunos de los clichés que utiliza el líder soviético en Moscú. Manifestó que el partido cuenta con 160.000 miembros y que un 64% del mismo se encuentra en la lucha "por la revolución". Esos datos indican que el partido en el poder -el Partido Popular Democrático de Afganistán- se encuentra fuertemente militarizado y que el país está dirigido por una élite fuertemente vinculada al Ejército.

La retirada del regimiento de Kabul se hizo ayer ante la mirada atenta de la población, que en parte se había alineado junto a la carretera por donde salían los tanques soviéticos, y en parte permanecía indiferente o contemplaba el contingente desde ventanas y tejados. La ciudad había sido acordonada por tanques, y los soldados soviéticos que reforzaban la vigilancia del Ejército afgano llevaban chalecos antibalas. La Prensa internacional, que había seguido las retiradas de Shindand y Kunduz, pudo esta vez observar la maniobra desde los camiones soviéticos integrados en la columna.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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