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LA SEGURIDAD CIUDADANA / 4

Escuela de delincuencia

15 jóvenes han muerto violentamente en Entrevías y Los Cármenes en nueve meses

Amelia Castilla

El local está repleto de hombres sin trabajo. Tres chavales, ninguno mayor de 20 años, con antecedentes y delincuentes en activo, se toman sus cañas mientras juegan una partida en la máquina. Hacen bromas y fuman continuamente tabaco rubio. "Loco por incordiar", tararea uno de ellos emulando al rockero vallecano Rosendo, mientras golpea desesperadamente uno de los mandos del ping ball para que el marcador avance y salte una partida gratis. Son las primeras horas de la mañana. La comisión del delito se está preparando.Manolo es un experto conductor. Se encargará de organizar la huida. El robo se hará por la noche. Para llegar al supermercado hay que salir del barrio e ir en automóvil. Robarán uno cualquiera y en un instante estarán en la M-30. Dos se bajarán, romperán un cristal y se meterán en el local para llevarse lo que quede en el establecimiento. Si todo va bien, Fittipaldi les devolverá de nuevo al barrio. Visitarán a un camello y se pondrán caballo.

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"Chachi, colega, esto ha sido un accidente laboral, no lo ha matado la pasma"

"Con el jaco estás conforme", dice Manolo. "Si no tienes para picarte es cuando empiezan los problemas". Manolo tiene 24 años y comenzó su carrera delictiva con una estancia de seis meses en la cárcel de Carabanchel, acusado de un homicidio que no había cometido. Al ser detenido el autor, él quedó en libertad y desde entonces no ha levantado cabeza. "Allí hay un código: si dejas que te quiten la chupa (cazadora) eres un maricón; si te peleas te hacen un parte y si pides que te trasladen a la zona protegida eres un vendido", dice. "La única forma de aguantarlo es el caballo. Yo lo probé en la cárcel. Primero me lo metí por la nariz y luego el pico. Me gustó. Me gusta más que nada. Con la coca nunca tienes bastante".

'Está rojo'

Cuando volvió a la calle se encontró con que había perdido el trabajo eventual que tenía. "Sin embargo, tenía contactos y unas ganas tremendas de ponerme jaco". Desde entonces los jueces le han mandado para arriba en tres ocasiones más. Ha pasado por los juzgados de la plaza de Castilla cinco veces y conoce las cárceles de Cuenca y Burgos. Ahora tiene pendientes dos juicios por robos con fuerza; otra causa por la que le condenahan a tres años de prisión se encuentra en el Supremo."Cuando tienes antecedentes estás perdido", asegura. "Pese a que salí en libertad después de haber sido acusado de un homicidio que no había cometido, esa causa no se ha borrado de mi expediente". Cuando la policía le para por la calle, Manolo sabe que acaba en comisaría. "Comunican mi nombre y de la central contestan que estoy rojo". Estar rojo significa que tienes antecedentes; blanco, que estás limpio, y negro, que estás reclamado. "Y, claro, me dan un paseíto, que acaba seguro en el calabozo. De allí igual voy al juzgado, y del juzgado pa arriba".

Tanto Manolo como sus amigos niegan rotundamente que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra. "El que hace algo lo paga. La justicia no es tonta y al final siempre gana", asegura uno de ellos.

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"Cuando salimos es porque no hay pruebas. A algunas personas les gustaría que nos pudriésemos y se niegan a aceptar la realidad. Son los que se alegran cada vez que cae alguno. Además, el que tiene dinero tiene más posibilidades de ser la víctima. A mí no me van a quitar nada", concluye.

Leen muy poco y lo primero que miran en un periódico son las páginas de sucesos. Reconocen que algunos delincuentes son muy chungos. "Que roben a las madres de los obreros no está bien y que usen armas tampoco, pero algunos se creen muy hombrecitos cuando apuntan con una pistola. Estamos en contra de eso, y lo que recomendamos a la gente cuando les robamos es que se queden tranquilos; bastante nerviosos vamos nosotros. Se te pone una cosa en el corazón tremenda", dice Manolo.

No se muestran tan rotundos a la hora de definir lo que les gustaría hacer en el futuro si pudieran elegir, aunque a ninguno le apetecería estudiar. Uno se muestra partidario de marcharse de Vallecas porque "hay droga por todas partes", pero no sabe cómo hacerlo. Su madre es viuda y él tiene nueve hermanos.

Los 'arrepentidos'

Nadie en su familia se encuentra en disposición de ayudarle económicamente. El que mejor colocado está de sus amigos es uno que trabaja en un banco; los demás son mozos de carga o mensajeros y tampoco pueden echarle una mano. A otro le apetecería tener un negocio -"un bar sería chachi, pero es imposible"-, y el tercero optaría también por marcharse del barrio y curarse de su adicción a la heroína.Conocen la coordinadora del barrio y las peticiones de reinserción y de libertad a prueba para los arrepentidos. Es la única salida de la escuela. Se lo han dicho sus madres, y a lo mejor algún día se deciden ellos también a cambiar de vida. "Lo que no se puede hacer con esos colegas es llevarlos otra vez al trullo. Los que hemos estado allí lo sabemos bien".

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