Las 'lágrimas de primavera' de los hoteleros
De forma repetida y cíclica, los empresarios de hostelería tienen la costumbre de quejarse de las siempre malas perspectivas de la campaña turística. La razón de esos llantos no hay que buscarla muy lejos: esa especie de ritual pagano coincide, con la negociación del convenio, este año, o con la revisión de las tablas salariales, en otras ocasiones.No entiendo sobre que riguroso análisis de mercado han efectuado en esta ocasión los empresarios sus afirmaciones sobre las malas perspectivas, después del anuncio de otras bien distintas por parte de la Administración. En todo caso, resultan mucho más fiables los datos de esta última, que hablan de cifras concretas.
Lo que no me extrañaría es que los malos presagios acaben por convertirse en realidad, aunque desde luego no en esta campaña. Desde hace mucho tiempo se viene diciendo que ésto puede acabar, que es necesario buscar nuevos incentivos al turismo, pero nadie lo plasma siquiera en proyectos. Porque, en general, el empresario de hostelería tiene un objeto esencial, si no único: exprimir al máximo las posíbilidades del momento.
Hablamos de un sector donde la mano de obra supone como mucho un 25%. del total de ingresos. Por ello, la inversión en servicios complementarios, ajenos a la propia empresa, para dar una oferta turística más variada, podría ser un equivalente de la renovación de la maquinaria en el sector textil o metalúrgico.
Dos líneas de actuación trascendental han sido olvidadas: variar la oferta hacia el turismo en general y promocionar el turismo interior fuera de temporada, todo ello acompañado de una dignificación y profesionalización del trabajo.- Rafael Espinosa.
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