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El Partido Comunista de la Unión Soviética, en busca del dirigente de 'nuevo tipo'

Pilar Bonet

"Quisiera conocer a un comunista del nuevo tipo". La petición, medio en broma, medio en serio, suena más de una vez en los oídos de los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS que se encargan de organizar encuentros entre los periodistas acreditados en el 27º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y los militantes que, como delegados, asisten al congreso, que concluirá el 6 de marzo. Uno de los pocos delegados que pueden calificarse de un claro exponente del nuevo tipo de dirigente es Fiodor Trofimovich Morgun, de 62 años, primer secretario del PCUS en Poltava (Ucrania).

Fiodor Morgun, que pasó por la República de Kazajstán entre 1954 y 1965 y participó directamente en la experiencia de las tierras vírgenes, intervino en los sesenta en defensa de un sistema de preparación de la tierra, que Nikita Jruschov condenaba. El sistema, que removía la capa superficial y sustituía el arado tradicional, había sido creado por Terenti Maltzev, que ayer, domingo, con más de 90 años de edad, se prestaba a las preguntas encorvado bajó el peso de varias filas de medallas. Maltzev es también delegado en el 27º congreso. Morgun, que ha recibido apoyo directo de Gorbachov para su gestión agrícola en Poltava, es un hombre seguro de sí mismo, que se acuerda de los nombres de la gente. "El abierto reconocimiento de las insuficiencias en el trabajo" es una caracterísitca que distingue al 27º congreso de otros, opina Morgun, para quien en el 27º congreso se siente el "espíritu de Sergei Mironovich Kirov".

Fiodor Morgun se refiere -en una clave intrigante- al líder comunista asesinado en 1934, cuyo destacado papel en el 17º congreso (1934) le causó, quizás, los celos de Stalin. La muerte de Kirov, que fue el punto de partida del gran error staliniano, fue relacionada con la figura de Stalin -sin sacar con clusiones- por Nikita Jruschov en su informe secreto ante el 20º congreso, celebrado en el año 1956.

Miembro del Comité Central, Morgun no teme elogiar los logros técnicos de Occidente, ni hablar de la contaminación de los ríos, ni defender abiertamente la subida de los precios del pan, ni abogar contra el uso de pesticidas y herbicidas que degradan la naturaleza. Cree que cinco o seis horas de trabajo manual sobre el surco hacen a la gente más sana y más fuerte. Pese a su edad, Terenzi Maltzev es considerado un dirigente de nuevo corte, y Morgun le presenta como."un ejemplo para el futuro" y "apóstol ruso y soviético". Maltzev, que luchó en la l Guerra Mundial y fue autodidacta, nunca ha estado de vacaciones, y una vez que lo intentó -explica orgulloso- se escapó del balneario para volver al trabajo. "Cuanto, más años pasan, más ganas tengo de aprender", dice.

Una búsqueda difícil

Nuevo y viejo se mezclan en las personas concretas de una forma difícil de separar. Los tipos puros son difíciles de encontrar. La espontaneidad se combina con frases mecánicamente repetidas, a veces nuevas y a veces viejas, entre los individuos de carne y hueso.Valentina Pletneva, a la que encontramos en la ciudad rusa de Kostroma, junto al Volga, tiene 56 años y es una de las 1.352 mujeres que constituyen el 27%, de los delegados. Trabaja en la fábrica de lino Lenin, que, tiene más de 100 años, y cuya reconstrucción ha sido aplazada varias veces. Si las cosas siguen como ahora, dice, "habrá que echar el cerrojo en empresas como la nuestra". Para ella, el Ministerio de Industria Ligera y los responsables locales son los culpables. Veterana de cinco congresos, Valentina, que es miembro del movimiento estajanovista, aboga contra los "holgazanes, los borrachos y los amantes de vivir por cuenta ajena".

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En el congreso se mira también al pasado con cierta nostalgia. Sujanov, brigadier del metro de Moscú y héroe del trabajo socialista, se refirió a la película Voluntarios, sobre los obreros que iniciaron la construcción del metro en los años treinta.

Eran gentes que "superaban las dificultades de forma heroica y da vergüenza decir que hoy, como hace medio siglo casi, el 40% de los constructores del metro están ocupados con trabajo manual. Muchos tienen en las manos el mismo pico de minero, sólo que la calidad es peor que las que tenían los héroes de la película".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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