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Entrevista:

Fray Betto: "El capital es una fuerza demoniaca"

El dominico brasileño ha publicado un libro sobre la visión que tiene Fidel Castro de la religión

Fray Betto es un dominico lego. Nació en Belo Horizonte (Brasil), en 1944. Entre 1962 y 1964 fue dirigente de la Juventud Estudiantil Católica, junto al malogrado fray Tito. Estudió periodismo, filosofía y teología y conoció las cárceles de la dictadura brasileña coincidiendo con su ingreso en la orden de los dominicos. Desde 1974, poco después de su segunda estancia en prisión, fray Betto ha trabajado en la organización de las Comunidades Eclesiales de Base y como asesor de la Pastoral Obrera de Sao Bernardo do Campo. Ha publicado un número de libros que ronda la docena y es miembro de la Internacional Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo.

Hace escasos días ha aparecido su último libro, Fidel y la religión, fruto de 23 horas de conversaciones con el líder cubano Fidel Castro, un libro que expresa el profundo cambio que se ha producido en los países latinoamericanos en lo que hace a la relación entre marxismo y religión. Fray Betto se reconoce cristiano y marxista, como dos caras de una misma moneda y asegura que el capital es demoniaco, al tiempo que considera idólatra a la Iglesia que avala ideológicamente las acciones de la derecha.Pregunta. Su libro marca un cambio profundo en la relación entre cristianos y marxistas, más allá de las discusiones que se vivieron en Europa en los años sesenta y setenta. ¿Cómo ve usted esa relación?

Respuesta. Yo creo que la relación entre cristianos y marxistas no se puede plantear en términos de un diálogo filosófico, hay una forma de diálogo, muchos más unitaria, concreta, exigente e innevitable que es la unidad que se da en América Latina entre cristianos y marxistas en la lucha de liberación. No solamente entre cristianos y marxitas, también entre gente que tiene religiones animistas, espiritistas, y ateos y gente de muchas tendencias, incluso masones. La realidad de América Latina provoca y crea las condiciones para esta unidad. Y desde ahí, nuestra manera de enfocar epistemológicamente las relaciones entre marxismo y cristianismo es otra, porque la ubicamos desde la práctica liberadora. No se trata de establecer un diálogo para saber en qué medida la materia es o no es eterna, en qué medida ciertas formulaciones cristianas son más ideológicas o son el fruto de la revelación de Jesús, o en qué medida ciertas interpretaciones del marxismo son fieles a los orígenes de Marx y Engels. Yo creo que el problema fundamental es el problema del hambre, de la deuda externa, de la falta de educación, de salud, de vivienda para nuestros pueblos. Tenemos un continente con más de 300 millones de personas y eso supone un desafío para todos indistintamente, cristianos y marxistas. En realidad, yo diría que no puedo hablar de una alianza entrecristianos y marxistas porque yo no puedo hacer una alianza conmigo mismo.O sea, yo no hago una comparación entre cristianismo y marxismo porque son dos cosas de una cualidad enteramente distinta: el cristianismo es la revelación de Dios en Jesús, y para nosotros, personalmente, una experiencia de fe. Y una experiencia de fe no solamente en términos de una visión del mundo, sino una experiencia de Dios; el marxismo es una teoría revolucionaria que nos ayuda a descubrir, a captar, las líneas centrales del moviniiento de la historia y a analizar más profundamente las contradicciones internas del capitalismo. Yo diría que en este sentido el marxismo es la más completa teología que conozco, teología explícita del demonio, en el sentido en que hace emerger la esencia del capital. El capital es la más fuerte fuerza demoniaca. Y por ahí van las cosas para nosotros.

Iglesias y partidos

P. El cristianismo está organizado en iglesias, el marxismo en partidos, ¿dónde se produce el encuentro?R. El encuentro se da en la práctica. Por ejemplo, yo me encontraba en la cárcel en Brasil, y estábamos en la misma celda marxistas y cristianos. Entonces, yo creo que las relaciones teóricas se dan como fruto de esa práctica. Si hablamos en términos de estructuras de poder en los partidos comunistas y en las iglesias, yo diría que los cambios son el resultado de esa práctica que se da en la base. No hay que esperar a que la gente, desde arriba, tenga la lucidez suficiente para proponer nuevas formulaciones. Yo creo que Fidel, en este sentido, es una gran y magnífica excepción. Un hombre que tiene una gran sensibilidad política e histórica, muy fuerte, y que ha captado los puntos de unidad y ha juntado lo que en la práctica de muchos otros comunistas cristianos está no sólo remitido a Marx, sino también a otros factores.

P. La nueva disposición de Castro respecto a la Iglesia podría provocar cambios en otros países socialistas, mientras que la explicitación de su postura puede provocarle problemas con la jerarquía católica. ¿Qué consecuencias prevee usted?

R. Respecto a los cambios que pueda haber en otros países socialistas yo no puedo decir nada, esa es una respuesta que quizá pudiera dar el propio Castro. Ahora, desde el punto de vista de la Iglesia puedo decir que, primero, yo estoy teológicamente muy convencido de la fundamentación de mis afirmaciones y mis convicciones. O sea, mi preocupación no es que los principios que defiendo tengan sus raíces en la teoría política, sino en mi teología, en la manera de racionalizar mi fe, una fe que no es sólo mía, también de mi Iglesia. Yo soy un hombre de Iglesia, vivo en comunión con la Iglesia. Cuando usted dice que hay el peligro, que es verdadero, de una mala interpretación por parte de las jerarquías eclesiásticas...

P. De una mala interpretación o de que le interpreten a usted correctamente...

R. Quizá sí, pero en cualquier caso diré dos cosas: primero, yo creo que la Iglesia conoce muy poco del marxismo. Los estudios que se han hecho son antirnarxistas. Segundo, cuando yo leo el documento del cardenal Ratzinger sobre la teología de la liberación, estoy convencido de que el marxismo no se mide por esas concepciones. Esa es una versión del cardenal Ratzinger, no es el marxismo. Porque el documento del cardenal Ratzinger promueve el marxismo a la categoría de religión y yo, como cristiano militante, acepto una teoría política, económica y social, no una nueva religión. Y también creo que muchas veces el documento de Ratzinger cae en la tentación de hacer de la religión una ideología y contraponerse al marxismo como ideología. Yo creo que el cristianismo es una experiencia de amor, de Dios en Jesús y una experiencia que se concreta en el amor a nustros semejantes.

La fe y las obras

P. Una propuesta de acción práctica.R. Es esencialmente práctica. Cuando empieza la predicación de Juan el Bautista, según la narra el Evangelio de san Lucas, la primera pregunta que le hace los que se convierten es ¿qué debemos hacer? y Juan el Bautista predica cosas muy concretas que hacer.

P. Lo núsmo se preguntó Lenin.

R. Sí, es un: "¿Qué hacer?" Es un qué hacer concreto la predicación precristiana de Juan el Bautista: practicar la justicia. Me gusta también mucho la carta de Santiago, donde dice: "Usted tiene fe, los demonios también la tienen, lo que quiero saber es qué obras tiene". O sea, en el cristianismo también lo esencial son las obras, la práctica.

P. Desde su posición ¿cómo se ven las posturas oficales de la Iglesia, el apoyo a la política de Ronald Reagan o las luchas en Europa contra el derecho al aborto o contras las reformas escolares?

R. Desde el punto de vista sentimiental lo veo con mucho dolor. Desde el punto de vista teórico sin ninguna preocupación porque la Iglesia es una institución que está integrada por gente, por pecadores, por personas con sus elementos positivos y negativos y refleja las contradicciones sociales, mien tras haya una sociedad de clases va a haber contradicciones en el seno de la Iglesia. Ahora bien, creo que esta Iglesia que ha legitimado religiosamente la opresión, al menos en América Latina no tiene ningún futuro. Creo que la teología de la liberación está ayu dando mucho a discernir lo que es la fe evangélica y lo que es idolatría. Y aquellos que apoyan la política agresiva de Reagan, en Nica ragua, por ejemplo, tienen una actitud perfectamente caracterizada como idólatra.

El sínodo y el cisma

P. Tras el Sínodo, ¿ve usted posibilidad de cisma?R. No creo en ninguna posiblidad de cisma. La Iglesia ha tenido ya cismas suficientes a lo largo de la historia como para aprender la lección. Desde Lutero sabemos que quien hace el cisma siempre perece. Hoy, únicamente grupos minoritarios de derecha son cismáticos. Después que Juan XXIII nos ha dado el concepto de Iglesia como publo de Dios, nuestras comunidades de trabajadores, campesinos, saben que ellos son la Iglesia, por eso a pesar de todas las agresiones las comunidades siguen porque saben quiénes son su verdaderos pastores. Y no hay ninguna intención, por ejemplo en Nicaragua, de formar una Iglesia católica sandinista.

La Iglesia que nosotros buscamos, evangélicamente, es la misma Iglesia de Juan Pablo II, no otra. Y creo que de la misma manera que dentro de la sociedad seguimos luchando por la liberación, también dentro de la Iglesia tenemos que seguir creyendo porque ese es un fruto del espíritu, no es un fruto de nuestro esfuerzo ni de nustros méritos. Es el fruto de la inspiración de Dios que provoca en el seno de su iglesia la renovación.

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