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La votación de un proyecto sobre las mujeres saharauis pone en un aprieto a la delegación española en Nairobi

Un proyecto de resolución sobre las mujeres saharauis, copatrocinado por 13 países, ha provocado una polémica en los últimos días entre los delegados de España y Marruecos y las mujeres saharauis, en la Conferencia del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Mujer que se celebra en Nairobi (Kenya). A última hora de la tarde de ayer, cuando tenía que someterse a votación en comisión, el proyecto fue aparcado entre los más conflictivos y no se sabía si se pasaría a votación anoche, pese a que hoy deben estar terminados los trabajos de las comisiones. La delegación española se debatía entre el sí y la abstención, aunque tendía a ésta "en un 90%", según un miembro de la delegación, lo que exasperaba casi por igual a Marruecos y a las representantes de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis.

Fátima Hassar, miembro de la delegación marroquí y militante del partido Istiqlal, en la oposición, dijo a EL PAIS: "Si España vota favorablemente la resolución sobre las mujeres saharauis, la política exterior marroquí cambiará. Que tenga por seguro que ese voto tendría repercusiones sobre la pesca y sobre los acuerdos económicos y culturales, porque todos los partidos instaremos al Gobierno de Rabat a que revise la totalidad de sus acuerdos con Madrid, y esto no es una amenaza, sino el derecho de nuestro país a defender sus intereses. Nuestra decepción será también grande si se abstiene, porque España sabe de sobra que fue ella la que se inventó el Frente Polisario en 1973, lo mismo que sabe que la autodenominada República Saharaui es una creación argelina".

Ambigua postura española

La postura española sobre un proyecto que, fundamentalmente, recoge los puntos de la resolución 39/40, aprobada, con el voto español, en la última asamblea general de la Naciones Unidas, era ayer, momentos antes de tener que expresarla públicamente, considerablemente ambigua. Los representantes del Gobierno de Madrid no tenían decidido si su voto sería afirmativo o se abstendrían, y todo parecía indicar que en esa decisión pesaría la postura que tomasen algunos de los países que votaron con España en Nueva York. De éstos, sólo Grecia y Austria se mantenían a favor de la resolución sobre las mujeres saharauis, mientras que Australia y Nueva Zelanda habían optado por la abstención, y Suecia y Finlandia parecían inclinarse en este mismo sentido. La duda de estos dos países nórdicos era la que, al parecer, mantenía en el alero el sí español a la resolución. La ambigüedad de las instrucciones de medios gubernamentales parecía estar en el fondo de la indecisión de la delegación española.De todos los proyectos que debían votarse -España patrocina más de una decena de ellos- el de las mujeres saharauis es, sin duda, el más conflictivo para los representantes del Gobierno de Madrid, máxime después de haber suscrito una resolución en el mismo sentido en la última asamblea general de la ONU.

Los dos problemas que veían los delegados españoles eran la consideración de que el agravamiento de la situación del pueblo del Sáhara occidental, y en particular de las mujeres y los niños saharauis, es "resultado de la continua ocupación marroquí del territorio del Sáhara occidental", según decía el proyecto, al que, no obstante, se habían presentado algunas enmiendas; y la exhortación "a las mujeres de todo el mundo a multiplicar sus esfuerzos en los planos nacional, regional e internacional para contribuir a ayudar a las mujeres saharauis a recuperar sus derechos a la independencia y a la dignidad".

La explicación del Gobierno español la transmitió Juan Manuel Cabrera, subdirector general de Naciones Unidas del Ministerio de Asuntos Exteriores. Con respecto a la primera frase, Cabrera dijo: "Nos parece excesivo establecer una relación causa-efecto entre el agravamiento de la situación del pueblo saharaui y la ocupación marroquí, y éste es un elemento político adicional a la resolución 39/40 que votamos a favor en Naciones Unidas. La ocupación marroquí puede ser una causa, pero no la única. También vemos excesiva la exhortación a todas las mujeres del mundo que hace el proyecto en el otro párrafo. En definitiva, lo que nos molesta es que se introduzcan elementos políticos ajenos a esta conferencia y a lo tratado por la asamblea general de la ONU".

Juan Manuel Cabrera dijo también que, en el caso de que finalmente se decidieran por la abstención, España explicaría que tal postura no es un viraje en su política, y que le habría gustado "apoyar un texto en sentido humanitario". "Seguimos considerando", dijo Cabrera, "que no habrá concluido el proceso de descolonización del Sáhara hasta que no se celebre un referéndum controlado por la OUA y por Naciones Unidas, y esto, lógicamente, nos sitúa más cerca de la postura argelina y del Polisario que de la de Marruecos".

Por su parte, KeItum Khayat, de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, manifestó a este periódico: "Que España no olvide que hizo una mala descolonización del Sáhara. Salió dejando un vacío administrativo y es la responsable de la situación ante la ONU y ante el mundo. Por tanto, no es un país cualquiera a la hora de votar, y no nos vale que esté pendiente de lo que decidan en esto otros países euorpeos. Si hubiera hecho un referéndum, como cualquier potencia administradora, no llevaríamos 10 años en guerra".

Contenidos políticos

A la hora de la verdad, que es la de las votaciones, parece que España, como todos los países presentes en Nairobi, entra más en la órbita de las decisiones políticas que en las que atañen específicamente a la mujer; y las posturas de sus representantes tienen mas que ver con el Ministerio de Asuntos Exteriores que con los informes elaborados por el Instituto de la Mujer. "Puede ser cierto que al final también hayamos entrado en contenidos políticos", dijo Juan Manuel Cabrera, "pero las resoluciones políticas, cuya introducción somos los primeros en lamentar, son las menos"."Creo que hay un planteamiento equivocado en la conferencia pero del que no podemos salirnos, porque está a su favor la mayoría de los países: querer discutir temas políticos que aquí no se van a resolver pero que entorpecen el tratamiento de otros. Si España tiene una política con respecto al Sáhara yo, como directora del Instituto de la Mujer, no tengo nada que decir", manifestó la jefa de la delegación, Carlota Bustelo. "Me gustaría discutir sobre el acceso de la mujer a carreras técnicas, planificación familiar, medidas no discriminatorias, o que se abordara el problema de la prostitución a nivel internacional, pero, si de lo que hablamos es de si es bueno o no que los israelíes ocupen los altos del Golan, llega un momento en que yo digo a los representantes de Exteriores que llamen a Madrid y pidan instrucciones".

El hecho de que España pueda decir sí a una resolución sobre la mujer palestina, no a una sobre la siria y abstenerse con la saharaui lo vio Carlota Bustelo "como consecuencia de la política exterior de nuestro país. En definitiva", terminó, "el que se llegue a esta situación en la conferencia es producto de la poca fuerza que tienen realmente las mujeres en sus países".

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