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La puerta trasera

"No entres nunca en un ministerio por la puerta delantera si puedes entrar por la puerta trasera. Si entras por la delantera te ocurrirán dos cosas: o nunca se resolverá tu caso o, si se resuelve a tu favor, ya estarás enterrado"."Entra, como sea, por la puerta de atrás". El profesor Li You Yi me iniciaba en la gramática parda o catecismo maquiavélico del pueblo chino: "No te pienses, Antoniou -así me suelen llamar mis colegas de habla inglesa-, que esto de la puerta trasera sólo se aplica en la China feudal, burguesa, capitalista, explotadora, es decir, la China condenada socialmente por los comunistas de Mao. Lo de la puerta trasera funciona, de hecho, lo mismo en la China comunista. No hay más que ver lo que ha pasado con la famosa banda de los cuatro. La puerta trasera en estos últimos años fue Chiang Ching. Los ministros y los altos funcionarios eran unos peleles manipulados por esta hembra feroz ysiniestra. La política en China siempre se ha hecho entre bastidores. La política oficial no es más que fachada". (El profesor Li You Yi es un antropólogo social que vino de Pekín como profesor visitante -visiting professor- a nuestro departamento de antropología social de la universidad del Sur de California invitado y pagado, junto con otros profesores chinos -si mi información es correcta-, por la Casa Blanca. Durante el curso académico 1982-1983 fue mi colega y fuente riquísima de información de primera mano sobre la China de Mao y de Confucio.) "En España se dice: 'Al enemigo, la ventanilla". Cuando le expliqué el contenido del significado de ventanilla, sin olvidar el vuelva usted mañana, Li You Yi se rió de buena gana. De repente se puso muy serio y, como quien va a confesarte algún secreto íntimo, mirándome a los ojos, me dijo: "¿Serán los americanos y los ingleses tan puros en política como ellos se creen? ¿Funcionará aquí bien la puerta delantera y la ventanilla? Tú, que has vivido en Oxford y en Los Ángeles más años que yo, dime: ¿escapan estas sociedades a la politiquería oculta pero real de la puerta trasera?". ¿Qué le contestamos al profesor Li You Yi?

Hay una palabra muy al uso en la jerga periodística de Estados Unidos: político (pronúnciese políticou). Las palabras que entrañan valores negativos adoptadas de otro idioma tienen mucha miga antropológica. En inglés existe la palabra politician, que corresponde a la española político. Pero el término político, cuando se cuela en Los Angeles Times, conlleva una carga ética negativa y se refiere precisamente a la politiquería de la puerta trasera, del compadreo, del enchufe, de las bandas. Político, junto con guerrilla (pronúnciese gorila) y machismo (machismou) son tres términos contaminados por la polución ético-política que se utilizan en el inglés vigente escritas directamente en español. Se viene a reconocer implícitamente que son lacras éticas y desajustes sociales propios de culturas o sociedades inferiores, las banana republics (repúblicas bananeras), donde entra España de pleno pie en las entendederas de más de un súbdito de Reagan. (El otro día me contó Borau -José Luis- que en una reunión distinguida, en Beverly Hills, una señora bien le preguntó: "¿Están las calles de Barcelona asfaltadas?". "Bueno, sólo las principales", le contestó Borau todo serio. ¿De dónde es usted?", le preguntó el dueño de un restaurante distinguido de Dalias a Santiago Echevarría, español residente en California. "De España". "España... España... ¿En qué país está España?", preguntó sonriente el tejano.) Más de un antropólogo de extracción anglosajona intenta demostrar que el sistema del compadreo es un vicio social de base propio de España y de las llamadas sociedades mediterráneas. Les ocurre a estos antropólogos, así como a algunos historiadores y a otros estudiosos de la sociedad humana, lo que al cazador que primero disparaba y luego apuntaba. Actúa con frecuencia el analizador de sociedades extranjeras como un abogado que ha tomado inconscientemente partido por su propia sociedad. Está convencido de que su sociedad es superior. Sólo le queda probarlo. Primero, la conclusión, y luego, las premisas. Está el mundo académico e informativo muy contaminado de esta polución dogmática e irracional. No existe organismo humano exento de bacterias ni jardín donde no crezca la mala hierba ni sociedad humana sin puerta trasera.

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En Estados Unidos, la política se cocina oficialmente en el Congreso, en el Senado, en la Casa Blanca, en los estamentos oficiales. El pueblo elige con su voto a sus sirvientes políticos, y todo ciudadano es igual ante la ley. Ésta es la puerta delantera y la ventanilla. Pero en la política real, que no oficial, nos encontramos con los lobbies, con el verbo to lobby (verbo gemelo de hacer pasillos), con el kitchen cabinet (el gobierno o gabinete de cocina, algo así como los clientes-amigos políticos del presidente), con the first lady (la primera dama), con the good connections (los buenos enchufes) y otras expresiones de la jerga de la puerta trasera de la política. Es verdad que los votos cuentan, pero ¿quién paga el cebo televisivo, radiofónico y periodístico para pescar el voto? El candidato a cualquier puesto político tiene que ir a mendigar muchos dólares para comprar el cebo. Cada día el cebo es más caro. Naturálmente, los que le pagan el cebo no lo hacen por el bien del pueblo -aunque así lo proclamen a los cuatro vientos oficiales-, sino por defender sus propios intereses. La prostituta ha de fingir amor sincero y apasionado por el cliente, aunque sólo le interesa del cliente su bolsillo. Es una regla de las trampas del juego. Así funcionan -en parte- los lobbies o grupos de presión. Los lobbies tienen así puertas traseras reservadas como el que reserva un palco en el teatro. Hay un mercado negro, secreto pero real, de la compraventa de entradas por la puerta trasera de la política en todos los países que voy conociendo. Hay que saber quién vende estas entradas, dónde, cómo y cuándo. Hubo un señor, que por cierto tenía poco de señor, que en la guerra poco civil / civilizada de España peleó en el frente y salvó la vida a quien más tarde sería ministro -de cuyo nombre no quiero acordarme- Se dedicada a vender entradas para conseguir una audiencia con este ministro a tantas pesetas por audiencia. Pero, en general, las entradas del mercado negro de la política no se compran con dinero contante y sonante. Es un mercado de trueque: el mercado del favor. Las entradas más caras son las que permiten al comprador almorzar con el alto funcionario. Cada funcionario sabe perfectamente qué favores puede vender y cuánto puede cobrar. Como en otros negocios, a veces hay que invertir en comprar una futura puerta trasera, sin cobrar todavía nada. Tal es la situación del gabinete-de-cocina -kitchen cabinet-, hombres de negocios que han apoyado con dólares y con sus propias puertas traseras para conseguir la gran puerta trasera de la Casa Blanca. Los del gabinete de cocina -magnífica expresión que se emparenta con la puerta trasera de los chinos- pueden llegar al presidente por la cocina del teléfono, de la audiencia privada y del restaurante para ellos mismos y para sus amigos-clientes, a quienes les cobran la entrada con más disimulo que el español en cuestión, pero a un precio nada desdeñable. Luego están las puertas traseras del hermanísimo, del cuñadísimo y de otros deudos, y, sobre todo, la puerta más íntima de todas, cuya llave está en posesión exclusiva de la santa esposa o querida. (Cada una de estas expresiones acuñadas por el pueblo español para definir / ridiculizar el sistema de parentesco -cuñadísimo, santa esposa, querida- encierra un verdadero tratado de sociología y de psicología.) Se sorprenden los ciudadanos de este país, que creen todavía en la cigüeña democrática, de que Rosalyn Carter desempeñara un papel político para el que no fuera designada, o que Nancy maneje tantos hilos invisibles pero reales en la Casa Blanca. La puerta trasera de la querida del líder no es menos importante que la de la santa-esposa, aunque sea más difícil dar con ella. El que da con estas puertas recónditas del laberinto político y logra conseguir entradas al precio que sea, podrá to lobby, influir, presionar, sacar adelante su proyecto. Los dueños de las puertas traseras de la política -los del gabinete-de-cocina, los lobbies, el cuñadísimo, la querida y otros- tienen en sus manos una parcela de poder real, aunque no oficial, de incalculables consecuencias. El enchufe es palabra española, pero no el kitchen cabinet ni el verbo to lobby (hacer pasillos o presionar). Sin duda, Maquiavelo estaría de acuerdo con la conseja de los chinos. Quizá la pregunta no es ¿hay en este país puertas traseras en los ministerios y otros edificios políticos? Tal vez la pregunta del diccionario de política real sea ¿cuáles son las puertas traseras en este Gobierno? ¿Quiénes controlan su acceso? ¿Cuál es la puerta trasera más eficaz? ¿Quién tiene la llave? ¿Cómo se consiguen las entradas?

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