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Un rostro al descubierto

Angel Emilio Mayayo, vestido con un traje de confección color verde oliva, camisa blanca y corbata, zapatos marrones, y gafas de gruesos cristales, hizo su entrada en la pequeña sala de justicia esposado y conducido por dos policías nacionales. Al fondo de un largo pasillo compuesto por sillas y bancos le esperaban 13 fotógrafos y las cámaras de la televisión autonómica (TV-3), que conectó en directo con la sala del juicio en un avance informativo del mediodía.. Posteriormente, se autorizó también la entrada de las cámaras de TVE. Doscientas personas, que abarrotaban la sala, seguían expectantes la vista. Al juicio no asistió ningún miembro de la familia Salomó.Pese a que se cubría el rostro con las manos, intentando que no le tomaran fotografías, Mayayo no pudo evitar que las cámaras captaran con nitidez su rostro, por primera vez desde que fuera detenido por la policía, acusado de matar a María Teresa Mestre, hace 17 meses.

Con un gesto brusco, violento, Mayayo dijo en voz alta a los fotógrafos: "¡Apartad ya, coño!". En ese momento, el presidente del tribunal, Carlos Andreu, ordenó a los reporteros que se colocaran en su sitio, "porque ya han cumplido sus funciones". Desde el banquillo de los acusados, Mayayo comprobó rápidamente la situación de su abogado defensor, Posé Luis Calderón, sentado a su derecha. A la izquierda , junto al fiscal, Jordi Claret, el acusador particular, con el pelo engominado, tomaba notas febrilmente.

El acusado, que demostró tener mucha sangre fría durante toda su declaración, se encaró por dos veces con el abogado Jordi Claret, al que conoce de los días en que éste se encontraba en Cambrils, en la casa de los Salomó, cuando el cadáver de la víctima aún no había aparecido y cuando Mayayo era el encargado de recibir a los periodistas en las conferencias de prensa convocadas para informar sobre la desaparición de María Teresa Mestre. Mayayo también se mostró públicamente disconforme por la segunda prueba psiquiátrica a que fue sometido hace unas semanas, a petición del propio Claret.

Diez, médicos, entre los que se encontraban los psiquiatras que dictaminaron en Mayayo una enajenación mental incompleta, y los forenses que realizaron la autopsia del cadáver de la víctima, fueron las primeras personas en declarar, después de la intervención de Mayayo.

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