Jesús Abadía
Masajista del Real Madrid de baloncesto y del Ballet Nacional
Es el caso típico del atleta que después de unos inicios prometedores se ve abocado a formar parte del deporte sin participar en él directamente. Jesús Abadía nació hace 29 años en Tolosa (Navarra) y hace cinco tuvo que dejar su récord de decatlón por una lesión. Iba para superatleta y se ha quedado en masajista, pero, eso sí, es un técnico del masaje, con título y conócimientos de fisiología, anatomía y algo de medicina, uña profesión para la que, además, hay que ser un manitas. "Es una labor que se realiza con las manos, pero que se trabaja con el cerebro." dice Abadía, masajista del Real Madrid de baloncesto y del Ballet Nacional.
Jesús Abadía es un pluriempleado del masaje, una palabra que no acaba de tomarse en serio en este país. Por las mañanas cuida a los estilizados bailarines del Ballet Nacional y por las tardes pone a punto los músculos de los jugadores madridistas. Y entre unos y otros, ocho horas de trabajo, la residencia Blume, donde, de cuando en cuando, ayuda a sus antiguos compañeros mientras intenta volver a iniciar el camino del récord de España de decatlán.Abadía, tras una corta infancia en Tolosa, viaja a San Sebastián, donde consigue sus primeras marcas de atletismo. A los 20 años, una beca le trae a Madrid, y en la residencia Blume conecta con los atletas de elíte. Él mismo estaba ya en la elite; los 7.671 puntos en decatlán así lo confirmaban. "Estuve entrenando hasta 1980, pero una lesión en la rodilla me ha tenido cinco años algo apartado del atletismo y, aunque siempre he estado en activo, no lo suficiente como para entrenar bien".
Cuando ya estaba completamente desesperado descubre a la persona que le introduce en su actual profesión: "Conocí a un masajista finlandés que me estuvo tratando mucho tiempo y que, en cierta forma, me metió en esto del masaje". Con esta nueva alternativa para enfocar su vida va a Barcelona a una escuela de masajes, donde realiza unos cursillos y consigue un título. Título que está reconocido por el Ministerio de Educación, pero con el que no puede trabajar a nivel estatal.
A su vuelta a Madríd comienza a trabajar en el Ballet Nacional: "Les hacía falta una persona que realizara este tipo de tabajo". "Empecé con el Ballet Nacional a finales de 1983, en diciembre, y un año y medio más tarde me contrata el Real Madrid". En el Ballet Nacional se encontró con unos artistas que descuidaban la forma fisica, con unas personas de una sensibilidad tan acusada que les provocaba lesiones e incluso dolencias. En el Real Madrid, por el contario, hay atletas, hombres acostumbrados a poner a punto sus músculos. Trabaja, por tanto, para dos mundos opuestos, pero que necesitan, y lo está demostrando, un masajista profesional. Precisan el toque humano de sus manos.
Del masajista se tiene la idea deformada que ha transmitido siempre la televisión: el hombre que salta al campo con el agua milagrosa. Del masaje en particular se tiene otra: la relacionada con el placer. Pero Abadía es un profesional del masaje. Ésa es la diferencia. "Hacen falta conocimientos de anatomía y de fisiología, además de saber entender las posibles lesiones". Un profesional que trabajaría para la Seguridad Social en un país como Finlandia, "donde un masajista está integrado en el personal sanitario de un hospital y forma parte de un tratamiento médico", hecho impensable en España. El masaje no es más que otra forma de antídoto, una medicina "que introduce un.contacto humano con el paciente, que es muy importante para algunos tratamientos". "El masaje", añade, "emite una serie de estímulos a ciertas partes del cuerpo que las hace reaccionar de una forma o de otra".
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