Póquer de divos para una ópera de Mozart
Póquer de divos para la ópera Idomeneo, de W. A. Mozart, interpretada por el Metropolitan Opera House de Nueva York que hoy, a las once de la noche, transmite la segunda cadena de TVE.Luciano Pavarotti, el tenor a quien los aficionados de la ópera pretenden enfrentar con nuestro Plácido Domingo en el eterno juego de las parejas rivales; lleana Cotrubas, la soprano rumana cuyo repertorio se extiende desde un especialismo francés hasta el repertorio ruso, pasando por el melodrama italiano y los diversos estilos de Mozart, y Frederica von Stade, una admirable mezzo de coloratura, nacida en Somerville (New Jersey, EE UU) y detectada primero por Rudolf Bing y luego por Karajan, encabezan un reparto del que la propaganda, tan proclive al amaneramiento, denomina "de oro" o, "de cinco estrellas". Más, si se tiene en cuenta la dirección de James Levine (Cincinatti, 1943) que, al lado de Wallenstein, Rudolf, Cleva y Szell, se hizo todo un maestro.
Ópera infrecuente
Por otra parte, no es Idomeneo ópera que se represente con frecuencia (en el teatro Real de Madrid, por ejemplo, ni siquiera llegó a estrenarse) y, sin embargo, encierra gran belleza y, en alguna medida, anticipa el Mozart trascendente de D. Giovanni.Sucede que la obra ha tenido que pasar por una serie de arreglos y desarreglos y, al mismo tiempo, se apoya en un libreto que no es demasiado convincente debido sobre todo al abate Giovani Battista Varesco, que era capellán del arzobispo de Salzburgo.
El argumento refleja el tratado por Campra, 60 años antes, sobre libreto francés de Danchet. Entre las intervenciones más positivas que se han realizado en Idomeneo destaca la de Ricardo Strauss que, en 1931, orquestó los recitados, cambió escenas y hasta transformó al personaje de Electra, amén algún que otro interludio.
La significación de los personajes a través del tratamiento musical profundiza la dirección dramática de esta ópera seria, en algo ligada a Gluck, en la que una expresividad de gran fuerza alterna con la sustancialidad lírica tan evidente, por ejemplo, en el aria de llia, Zeffiretti lusinghieri.
Idomeneo se presenta en Múnich el 29 de enero de 1781. Al año siguiente, Viena conoce El rapto en el serrallo y sólo cuatro años más tarde aparecen Las bodas. La ascensión del genio de Mozart es rápida, como si, desde el primer momento, el músico fuera enteramente consciente de la cortedad de su existencia y quisiera dejar hecho en 35 años lo que otros, aun con un talento equivalente, habrían desarrollado en 80.
Cuando nos enfrentamos con la música del salzburgués nos asalta la tentación de suscribir con Sören Kierkegaard: "Formaré una secta que no sólo ponga a Mozart en lo más alto sino que no conozca otra cosa sino a Mozart".
Idomeneo se emite hoy a las 23.00 horas por la segunda cadena.
