Peter Green, la cruz de la moneda
Los que son, son, y los que fueron, fueron. Aquella guitarra que en la segunda mitad de los sesenta desvió la mirada de los seguidores de Eric Clapton y recibió elogios de destreza y serenidad sajona congeló los sentimientos de unos espectadores madrileños que anhelaban su resurrección en el inicio de esta semana. Peter Green, barbudo, emboinado y ancho, parecía colgado, ausente y su voz tímida y tenue sonaba recóndita, pisada por el volumen superior de algunos instrumentos. El bajo y la batería añadieron la dosis de rock; la otra guitarra y la percusión, en manos de músicos negros, mantenían la base africana del sonido. Green siempre sintió el blues con una inclinación asidua a sus raíces: "Todos tenemos dentro el blues", exclamó el percusionista, que siempre habló al público, adulto en su mayor parte, mientras el líder semantenía expectante y expectado. Cryin' won't bring you back, una gran composición de su último repertorio perteneciente al disco Little dreamer, mostraba a un bluesman lento y pasivo que percibía y expresaba esta música sin la pasión sufrida original.
Rock
Concierto de Peier Green y su banda. Teatro Salamanca, 8 de octubre de1984. Madrid.
Albatros, primero, y Black magic woman, una magistral forma de interpretar un tema propio de los primeros días de Fleetwood Mac, que fue éxito en versión de Santana, levantaron a los asistentes de sus cómodos asientos. LLegó el bis y Green se volvió a esconder tras las espaldas de su percusionista, sonrió cuando su guitarrista punteó con rabia racial y se despidió frente a una pancarta que en las primeras filas rezaba: Mucho tiempo sin ti. Esperamos que vuelvas. P. G. para siempre. Muchos habían abandonado el recinto cuando, pasados diez minutos desde su marcha, la banda de Peter Green volvió para regalar un tema.
Eric Clapton, a quien Green sustituyó en los Bluesbreakers de John Mayall, aparece en la portada de su último disco, Dinero y cigarrillos, vestido de traje y corbata. Green es aún un hippy cuyas manos huyen.