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Gustavo Torner recibe el homenaje de su tierra

El pintor Gustavo Torner recibe hoy en Cuenca la Medalla de Oro de su ciudad, que premia así una larga dedicación del artista a la promoción cultural de la tierra que le vio nacer. En esa memoria que Cuenca subraya hoy, la figura de Torner se presenta indisoluble del recuerdo de Fernando Zóbel, un conquense de adopción, que fundó con el hoy homenajeado el Museo de Arte Abstracto.

Con el acto solemne de entrega de la medalla de la ciudad, el Ayuntamiento de Cuenca ha sabido reconocer no sólo los méritos de Gustavo Torner en general, sino la fidelidad y el generoso apoyo que este artista ha mantenido siempre hacia sus paisanos. En cierta manera, con este caso se puede desmentir el conocido refrán de que nadie es profeta en su tierra. Con todos los matices que se quieran, Torner lo fue, por ejemplo, cuando logró convencer, por una parte, a su amigo Fernando Zóbel para que instalase su proyectado museo en Cuenca, y, por otra, a sus propios conciudadanos para que aceptasen una iniciativa que por aquel entonces muy pocos eran capaces de comprender y valorar en nuestro país. Desde este punto de vista, fue un acierto que la concesión de la medalla fuera acordada simultáneamente para ambos, aunque desgraciadamente Zóbel muriese antes de conocer la noticia.Nacido en Cuenca el año 1925, salvo un corto período (entre 1947 y 1953), durante el cual ejerció su profesión de ingeniero forestal en Teruel, donde había sido destinado, Gustavo Torner ha permanecido siempre vinculado a su ciudad. Cosmopolita, refinado, pleno de inquietudes culturales y triunfador en su profesión de artista, en vez de trasladarse definitivamente a cualquier otro centro urbano más rico y pujante, donde le era más fácil hallar lo que buscaba y donde acaso podía trabajar con mayor comodidad, Torner decidió luchar para transformar Cuenca en un sugestivo lugar no sólo por su belleza pintoresca sino por su personalidad cultural viva.

Misión histórica

El Museo de Arte Abstracto de Cuenca ha cumplido una misión histórica desde esta perspectiva, pues llevó allí a gentes de todo el mundo que jamás hubieran pensado ir. Pero es que, además de esta intervención espectacular y famosa, la sombra tutelar de Torner ha planeado por cuantos proyectos locales de interés artístico han reclamado su ayuda, desde colaborar con el equipo de estudio para el plan general de urbanismo de la ciudad hasta el maravilloso diseño y montaje del recientemente inaugurado Museo Diocesano.Esta actitud tiene tanto más mérito cuanto que Torner no ha estado jamás retirado lejos del mundanal ruido. Antes, por el contrario, este artista total, que ocupa un lugar destacado en el arte español contemporáneo por sus realizaciones pictóricas y escultóricas, pero que también es célebre por sus diseños de ambientes, decoraciones teatrales, montajes de exposiciones y asesoramientos culturales, vive como nadie la actualidad internacional, viaja constantemente por todo el mundo y maneja una selecta información.

Por otra parte, no viene mal recordar que esta fecunda y versátil actividad de Torner se ha aplicado a obras de la envergadura cuantitativa de las policromías de fachadas en la urbanización Los Olivos de Mejorada del Campo, en las que tuvo que resolver ni más ni menos que el color de 100.000 metros cuadrados de exteriores, o a esas otras de la envergadura cualitativa de la reestructuración de las salas del Prado, por no hablar de su decisiva colaboración en la Fundación Juan March.

Talento abierto

Desde el más modesto collage el ambiente más complejo y monumental, Torner ha hecho casi todo lo que puede permitirse hacer un creador contemporáneo. Por tanto es sin duda un gran trabajador, dotado del talento más abierto y universal.Con todo, más que esa disponibilidad diligente y esa extraordinaria amplitud de inquietudes sorprende la unidad y el rigor con que ha concebido y concibe globalmente su obra. Jamás ha yuxtapuesto sus habilidades, que responden orgánicamente a un estilo unitario de creación, y le repugnan las cosas hechas a la ligera, sin cuidar hasta el mínimo detalle. Amante de lo bello, selecto y original, su aguda ironía, aliada a una sabia socarronería popular, le ha impedido caer en la afectación y la cursilería, así como su concepción romántica y trascendente de la cultura ha alejado de él y de su obra el fantasma del formalismo huero.

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