_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La clínica Puerta de Hierro: 20 años de un hospital

Se cumplen ahora los 20 años de la fundación de uno de los centros hospitalarios más importantes de nuestro país, la clínica Puerta de Hierro, señala el autor de este trabajo, que es el actual director del centro. Con motivo de este aniversario, el director traza un esquema histórico de la evolución de la sanidad en el mundo y en España, y rinde homenaje a quienes planearon y dirigieron la fundación de la citada clínica, destacando los rasgos fundamentales de su actuación.

Entre los grandes cambios de mentalidad producidos en la sociedad española en los últimos 25 años hay que señalar la transformación radical de la idea sobre el hospital. Lo que en tiempos era una desgracia vergonzante -el acudir al hospital cuando se estaba enfermo-, se ha convertido, por el contrario, en práctica habitual no ya sólo para las enfermedades importantes o graves, sino incluso para los procesos nimios, que apenas exigen cuidados médicos generales.En este cambio de actitud, que está esperando un análisis sociológico en profundidad, han influido numerosos factores, que sólo sucintamente pueden enumerarse: una mayor confianza en la medicina, derivada del sorprendente desarrollo científico y tecnológico de los últimos 30 años, que trasciende al gran público; una mayor cultura médico- sanitaria de la sociedad española, paralela a la elevación de su nivel de vida; un culto más extendido a la salud corporal, al disfrute de la vida en un neohedonismo pujante que abarca a todas las edades y se manifiesta en múltiples y a veces curiosas facetas.

También influye, y es consecuencia lógica de lo anterior, el aumento de las situaciones de temor y ansiedad frente a la posible enfermedad, que llevan a consultar por supue.stas dolencias cargadas de amenazantes significados. No deja de ser paradójico que cuanta más salud se tiene -nunca los españoles han disfrutado colectivamente de tanta salud como en la actualidad- haya mayor demanda de asistencia médica por procesos funcionales o neuróticos. Esto ha ocurrido siempre durante el paso de una sociedad agrícola a otra industrializada. Se dice.que el número de psiquiatras de un país aumenta paralelamente a su desarrollo industrial.

Seguros y asistencia

Otro factor muy decisivo que ha influido en la mayor demanda de asistencia médica ha sido la introducción y extensión de los diversos tipos de seguros de enfermedad y la proliferación de sociedades de asistencia médica. Las mutuas asistenciales -sociedades-de médico, botica y entierro- de las modestas clases medias se potencian a partir de 1944 por el Seguro Obligatorio de Enfermedad, que tiene su origen histórico en las Kranken-Kassen de la Alemania de Bismarck de 1883, y cuyo fin es proteger a los trabajadores y a sus familiares de los riesgos de la enfermedad.

Estos seguros dan lugar al gran fenómeno social de nuestro tiempo -en cuanto a la medicina se refiere-: la colectivización de la asistencia médica. Las bases económicas de las sociedades mutuas de.asistencia, y en especial del Seguro Obligatorio de Enfermedad, hacen más accesible el acto médico, así como las medicinas y las intervenciones quirúrgicas, lo que incita al mayor uso, y en ocasiones al abuso, de la asistencia médica.

Simultáneamente se ha producido otro gran acontecimiento histórico, sobre el que Laín Entralgo ha insistido con tanta claridad: la desaparición por primera vez en la historia de la medicina de la irritante injusticia social de una medicina para ricos y una medicina para pobres, que persistía desde la Grecia clásica.» Los desheredados de la fortuna, los pobres de solemnidad, sólo tenían el hospital de Beneficencia para ser asistidos, en tanto que los ricos eran visitados por el médico en su casa, en su consulta o en el sanatorio.

Bien es cierto que las diferencias en cuanto a resultados eféctivos sobre las enfermedades importantes eran escasas. Igual se morían de meningitis tuberculosa, de neumonía, de fiebre tifoidea o de peritonitis el rico que el pobre, ya que los tratamientos para estas enfermedades eran poco eficaces. Lo que variaba era la comodidad y la atención familiar y social.

Fue precisamente el recuerdo del ambiente sórdido de los viejos hospitales de Beneficencia, con todas las connotaciones peyorativas que suponía, lo que llevó al Seguro Obligatorio de Enfermedad español a llamar residencias a los hospitales que construía para sus asegurados. Una palabra neutra, insípida, que no decía nada, pero que, por lo pronto, no recordaba a los ex pobres, a los antiguos proletarios -ahora liberados económicamente-, el pasado sombrío de los hospitales donde antes eran atendidos. Por otra parte, las residentcias sanitarias no sólo habían evitado el nombre de hospital, sino también la estructura y organización internas del mismo, qué en otros países habían ido evolucionando impulsadas por el desarrollo científico -y tecnológico de la medicina.

Residencias y sanatorios

Al estancamiento que la guerra civil produjo en la evolución moderna de nuestros hospitales se sumó, en cierto modo, el bloqueo que suponía construir residencias cuyo patrón de organización y funcionamiento era, el sanatorio privado, en el que el trabajo de los médicos, casi liempre cirujanos, era por completo independiente del de otros médicos. El enfermo se operaba con un equipo de ayudantes, enfermeras e incluso de instrumental quirúrgico propio de cada cirujano.

No había servicios generales y la cooperación profesional entre los distintos especialistas era insignificante o nula. Toda la experiencia clínica del estudio de los enfermos se perdía irremisiblemente. Por supuesto, no había archivos de historias clínicas, y cada cierto tiempo se quemaban las radiografíras antiguas, inservibles para cualquier propósito estadístico o docente. Incluso había disposiciones legales que prohibían expresamente la docencia con los enfermos del Seguro.

De todos modos, había una cierta justificación pata la adopción por el SOE del modelo de residencia-sanatorio, y era la catastrófica situación de la red hospitalaria española, que, a diferencia de lo que había ocurrido en otros países, no había, evolucionado ni en comodidad ni en organización. El Seguro Obligatorio de Enferinedad, cada vez más poderoso económicamente, optó por construir sus propias instituciones hospitalarias, cosa que no tuvieron necesidad de hacer los sistemas de Se guridad Social de Francia, Alemania o Reino Unido.

Un centro piloto

En estas circunstancias, la creación en 1964 de la clínica Puerta de Hierro supuso un cambio de actitud en la política hospitalaria de la ya denominada entonces Seguridad Social, que en pocos años iba a producir una transformación profunda de sus hospitales. La clínica Puerta de Hierro, denomina da Centro Nacional de Investigaciones Médico-Quirúrgicas de la Seguridad Social, surgió como centro piloto "para la experimen tación de nuevas técnicas y perfeccionamiento del personal" (orden ministerial de 17 de junio de 1964).

Un reducido grupo de universitarios fuimos convocados para llevar a cabo el experimento, que se convirtió en un desafio intelectual en una atractiva aventura creadora iniciada ahora hace 20 años. Se contó con grandes apoyos de las autoridades del Ministerio de Trabajo y del Instituto Nacional de Previsión, pero también con fuertes resistencias. Los antecedentes y experiencias de la Fundación Jiménez Díaz, del hospital General de Asturias y de la Casa de Salud Valdecilla, unidos al conocimiento personal de hospitales de otros países, hizo relativamente fácil la organización de un hospital moderno, cuyas características más importantes eran:

1. Dedicación completa y exclusiva de todo el personal a la clínica; vinculación mediante contratos progresivos, horario de trabajo de mañana y de tarde, y posibilidad de práctica privada limitada.

2. Organización asistencial de las diversas especialidades médicas y quirúrgicas en departamentos y servicios coordinados entre sí a través de secciones de técnicas especializadas, con lo que se lograron unidades funcionales muy operativas.

3. Implantación de la docencia médica de posgraduados para médicos intemos y residentes (MIR) por primera vez en los hospitales de la Seguridad Social, seguida a partir de 1968 de la docencia pregraduada como hospital universitario de la facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid.

4. Introducción de la investigación clínica, con servicios de inmunología, bioquímica, endocrinología y cirugía experimentales, en los que se incorporaron investigadores básicos que colaboraron estrechamente con los clínicos.

El hospital fue creciendo páulatinamente, adquirió solidez en sus planteamientos asistenciales y extendió sus actividades docentes con la creación de una escuela de enfermeras y escuelas de técnicos de laboratorio y radiología. También introdujo nuevos servicios generales (archivo central de historias clínicas, servicio de dietética, control de infecciones intrahospitalarias), así como renovados sistemas de administración hospitalaria.

La Seguridad Social fue incorporando paulatinamente gran parte de las experiencias que se adquirían al resto de sus instituciones hospitalarias, en un proceso llamado de jerarquización que transformó las residencias-sanatorio en hospitales modernos. A este proceso contribuyeron muy decisivamente los jóvenes especialistas, que, formados en el sistema MIR -ya extendido a otros hospitales de la Seguridad Social-, compartían los puestos hospitalarios de nueva creación con especialistas de mayor experiencia profesional.

La transformación que se ha producido en la medicina hospitalaria de nuestro país ha sido muy notable y, con seguridad, muy positiva. Cuando tantas críticas se hacen a la asistencia médica de la Seguridad Social, parece conveniente tener en cuenta la perspectiva histórica de la transformación producida desde el viejo y tenebroso hospital benéfico hasta el moderno centro hospitalario, en el que la sociedad española confía plenamente.

Sin duda, los problemas de nuestros hospitales son grandes, especialmente los económicos. Esto es un mal universal. Hay dificultades de funcionamiento e insatisfacciones del personal sanitario y de los usuarios. Todo puede y debe perfeccionarse, pero ello no impide el legítimo reconocimiento del papel que en el cambio producido han tenido instituciones como la clínica Puerta de Hierro, que ahora cumple el 20º aniversario de su creación.

José Mª Segovia de Arana es director de la clínica Puerta de Hierro.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_