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Gordon Getty o la increíble historia de un rico heredero nada interesado en los negocios

Tres veces había intentado Gordon P. Getty sentar cabeza en los negocios de su multimillonario padre, J. Paul Getty, y las tres terminaron en un más o menos rotundo fracaso. A la cuarta, esta vez, fue la vencida: Gordon ha cortado por lo sano vendiendo el 40,2% de las acciones que poseía en la Getty Oil Co., la joya más preciada de los negocios familiares, embolsándose en la operación casi 4.000 millones de dólares, unos 640.000 millones de pesetas al cambio actual Gordon podrá por fin olvidarse de los negocios de su padre y dedicarse sin preocupaciones a lo que de verdad le gusta: la ópera.

La compra de Getty Oil Co. por la compañía Texaco, petrolífera también, pone fin -si la legislación antitrust no dice lo contrario- a una de las más apasionantes batallas estratégicas entre grandes corporaciones norte americanas. Porque a la mano de la Getty Oil aspiraba no solamente Texaco, el tercer gigante del sector petrolero en Estados Unidos, sino la más modesta Perinzoil Co., con una no desde fiable facturación anual de 2.800 millones de dólares, pero perdida en el ranking sectorial. Al final, tampoco esta vez David-Pennzoil pudo vencer a Goliat-Texaco. La compra llevada a cabo por Texaco, por una suma total que ronda los 9.900 millones de dolares, se convierte así en la mayor operación empresarial de este tipo efectuada en la historia económica de EE UU.Para abrir boca, la confrontación Pennzoil-Texaco había conocido el prolegómeno de un duro enfrentamiento en el seno de la propia Getty Oil entre la alta gerencia de la sociedad, encabezada por el chairman y director ejecutivo, Sidney R. Petersen, y su primer accionista, Gordon Getty. El rico heredero había decidido bajar del Olimpo de su residencia en la bahía de San Francisco y meter las manos en los asuntos de su empresa, a la que creía pobremente gestionada. Cuando, hace un año, Gordon decidió meter la nariz en la situación de la sociedad, las acciones de la Getty Oil se cotizaban en la Bolsa de Nueva York a 50 dólares y todas las señales de alarma estaban encendidas. El lunes pasado, 9 de enero, esas mismas acciones se cotizaban a 118,5 dólares y Texaco ha pagado 125 dólares por acción.

Las querellas internas

Por algún misterioso mecanismo, la noticia de las querellaís internas en Getty Oil llegaron a oídos de la dirección de Pennzoil, una compañía mucho más modesta que la fundada en su día por el viejo Getty. Fue así como al chairman de Pennzoil se le ocurrió entrar en escena, aprovechando lo que parecía una ocasión de oro para engordar y escalar puestos en el ranking del sector. El pez chico estaba a punto de comerse al grande. En la noche del sábado 7 de enero y en el apartamento neoyorquino de Gordon Getty en la Quinta Avenida, el presidente de Penrizoil y el rico heredero llegaban a un acuerdo de compra venta, a razón de 110 dólares la acción, del paquete mayoritario controlado por el último. Como las paredes oyen, al día siguiente, domingo, Texaco saltaba a la palestra con sus 125 dólares por acción.Para Gordon P. Getty, que se viene embolsando 28 millones de dólares anuales (casi 5.000 millones de pesetas) como dividendos de la fundación Sarah C. Getty, tan extraordinario golpe de suerte viene a ponerle a buen recaudo de las preocupaciones empresariales y a orientar de forma definitiva una vida privada desde hace tiempo volcada sobre la ópera -como empresario y ocasional cantante- y la antropología, salpicada de esporádicas apariciones por los negocios inmobiliarios de la costa oeste. En efecto, Gordon tuvo ocasión de demostrar sus aficiones operísticas en el mismo Madrid cuando el 3 de junio de 1977 interpretó el papel de barítono en la representación de La traviata, de Verdi, en la Escuela Superior de Canto

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