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Artur Lundqvist, poeta sueco

Miembro del jurado del Premio Nobel de Literatura, ha rectificado sus discrepantes declaraciones sobre la concesión del galardón

La concesión del Premio Nobel de Literatura 1983, ha hecho a Artur Lundqvist, protagonista de un episodio inusual, al discrepar públicamente con la elección hecha por la Academia Sueca, lo que, seguramente muy a su pesar, divulgó su nombre por el mundo entero. Un episodio con sabor amargo sobre el que ahora el propio Lundqvist quiere poner un manto de olvido con unas declaraciones tan sorprendentes como las anteriores. En tales declaraciones, aparecidas ayer en el matutino de Estocolmo, Svenska, Dagbladet Lundqvist rectifica el juicio que se le atribuye sobre el laureado William Golding, así como también las afirmaciones sobre irregularidades en el proceso de discusión y votación de la academia.

En dichas declaraciones, cuya autenticidad fue confirmada a El PAÍS telefónicamente por la esposa del escritor, el académico expresa que "Iamenta que la Prensa haya afirmado que yo subestimara a Golding como escritor". "Yo pienso", agrega, "que Golding es bastante buen escritor, y lo que yo dije es que había posibilidades de haber hecho una elección mejor".Admite haber formulado algunas reflexiones totalmente privadas, "que pueden haber sido escuchadas por algún periodista que les dio una interpretación de la que no soy responsable". Declara también que en sus 15 años de miembro de la Academia Sueca no recuerda que alguna vez las opiniones de sus miembros fueran totalmente coincidentes en la valoración del candidato al premio, pero que, una vez adoptada por mayoría la decisión, ésta es respaldada unánimemente. Así, dice que este año inicialmente su candidato era el poeta senegalés Leopold Senghor, pero que cuando las discusiones cambiaron el curso de las simpatías, se inclinó por el francés Claude Simon, y que, finalmente, cuando la mayoría optó por Golding, él lo aceptó sin objeciones. Finalmente Lundqvist declara que su primera reacción sobre un golpe en el proceso de la votación fue el fruto de informaciones equivocadas que recibió.

Artur Lundqvist, de 77 años, novelista, poeta, ensayista y miembro de la Academia Sueca desde hace 15 años, es considerado una figura señera de la vida cultural sueca del último medio siglo. Se ha dicho de él que lee cerca de 500 libros por año, dato por demás elocuente del rigor y la pasión con que ha cultivado el interés por las letras, pero insuficiente para dar toda la medida de su significación. Estimado con justicia como un erudito, no ha sido, sin embargo, un hombre encerrado en las paredes acogedoras de as bibliotecas. En su obra, prolífica y diversa, está reflejada su sensibi¡dad ante todas las manifestaciones de la vida y el acontecer del mundo que le rodea. En la época de la guerra fría posterior a la segunda guerra mundial, cuando los vientos del macartismo llegaron también a su país, Lundqvist fue uno de los intelectuales que denunció con valentía su trasfondo de irracionalidad y deliberado confusionismo. Su obra incluye exploraciones en los más diversos campos. Así, El vals de Vidinge recoge impresiones de su infancia en un pueblo del sur de Suecia; Así se vive en Cuba (1965) fue escrito con posterioridad a un viaje efectuado a la Cuba de la revolución; El amor de Goya por la vida (1974) refleja su admiración por el pintor, de quien escribiera: "Goya desapareció hace mucho tiempo disuelto en átomos inapreciables y, sin embargo, algo de él queda todavía en su obra, a través de la leyenda, el ejemplo como artista y ser humano creador". Ludqvist escribió también una autobiografía con el sugestivo título de Autorretrato de un soñador con los ojos abiertos. Pero uno de sus más señalados aportes ha sido el de hacer conocer en Suecia primero la literatura inglesa y, a partir de los años cincuenta, a los autores de habla castellana.

Autores españoles y latinoamericanos de los que hace 20 años muy pocos tenían noticia en Suecia fueron ampliamente divulgados gracias a él. Poco proclive a aceptar distinciones, ha recibido, sin embargo, el Premio Lenin y recientemente la medalla de oro de Bellas Artes otorgada por el Ministerio de Cultura español y entregada por el embajador de España en Estocolmo, Máximo Cajal. Está casado con la poetisa María Wine, de quien ha recibido además apoyo en su tarea.

Lundqvist, que ahora se siente cansado y tenso a raíz de todo este enredo, guarda silencio y seguramente no volverá a reflexionar en voz alta.

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