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Reportaje:

Cementerios provisionales para unas basuras definitivas

El tema de los residuos radiactivos, si bien no siempre se enfoca con el suficiente grado de rigor, ocupa cada vez más la atención de la opinión pública española. Por primera vez el Gobierno se manifestaba sensible a esta preocupación popular en la VII Conferencia sobre Vertidos en el Mar, celebrada el pasado mes de febrero en Londres, donde la postura de la delegación española fue tajante en su oposición a estos vertidos que causan una creciente contaminación radiactiva en los océanos. Sin embargo, España debe enfrentarse en los próximos años al problema causado por sus propios residuos radiactivos, tema que se viene aplazando desde hace varios años.

Ahora, después de este importante gesto anticontaminación de nuestro Gobierno, y ante el previsible despegue que experimentarán próximamente las centrales nucleares en nuestro país, sólo resta clarificar qué hará España con sus propios residuos radiactivos.Residuos radiactivos son aquellos elementos que, una vez utilizados por el hombre (puede ser para producir energía, como en las centrales nucleares, o para tratar determinadas enfermedades en centros médicos, etcétera), se convierten en activos durante largos períodos de tiempo, en los que emiten radiaciones que pueden ser perjudiciales para la salud.

Hasta el descubrimiento de la bomba atómica y el posterior desarrollo de la energía nuclear, sólo se conocía la radiactividad natural que existe en nuestro planeta, procedente de elementos minerales (como el radio, el uranio, etcétera) o del espacio exterior. El problema surge cuando en el proceso de fisión del átomo, ampliamente desarrollado a partir de los años cuarenta, se producen crecientes cantidades de residuos radiactivos de costoso y difícil almacenamiento. Tradicionalmente, y a efectos de su peligrosidad para el hombre, los residuos han sido divididos en tres grupos: de alta, media y baja radiactividad.

España todavía no produce residuos radiactivos de alta actividad, por lo que la urgencia en encontrar ubicación adecuada para ellos no se considera tanta como la que pueden tener en estos momentos países como Estados Unidos, Francia, Japón o Reino Unido, todos ellos de alto nivel tecnológico

Sin embargo, se espera que nuestro país comience a producir residuos de este tipo a partir de 1990 fecha que los expertos consideran suficienteraente cercana como para estudiar y decidir definitivamente cuál será la forma más ade cuada de almacenar estos residuos

Por lo que respecta a los residuos de media y baja actividad, éstos se vienen produciendo en nuestro país desde la década de los sesenta y en el futuro se prevé que aumenten de forma sostenida. Estos residuos son precisamente los que otros países europeos han optado por tirar al mar, al considerar que no constituyen peligro para el medio ambiente.

Residuos de la ciencia

En primer Iugar, hay que distinguir los residuos procedentes de la investigación científica o de los centros médicos (en el tratamiento con radiaciones hay instrumentos, ropa, etcétera, que quedan contaminados) de aquellos otros procedentes de las centrales nucleares (fundamentalmente, restos o derivados del combustible, uranio).Por lo que respecta a los primeros, los residuos médicos y científicos hasta el momento se vienen introduciendo en bidones estancos, metálicos o, de hormigón, en las instalaciones que la Junta de Energía Nuclear tiene en la Ciudad Universitaria, de Madrid, y posteriormente son trasladados a una antigua mina de uranio, el llamado Coto Carbonell, en Sierra Albarrana, cerca de Hornachuelos, Córdoba. Allí, y desde 1961, funcionan dos almacenes permanentes; el primero, en superficie, consiste en varias naves donde se apilan los contenedores de residuos de baja actividad, y el segundo es una antigua mina donde se vienen acumulando residuos de media actividad.

Respecto a las basuras procedentes de las centrales nucleares, que en España empezaron a funcionar en 1970 (actualmente hay cinco en funcionamiento), durante muchos años se enviaron a Francia, Inglaterra y otros países, para ser reprocesados.

El reprocesado es un sistema de alta tecnología que permite volver a utilizar como combustible nuclear buena parte de los residuos de una central. Las dificultades que actualmente existen, incluso en los países más avanzados, para contratar estos servicios de reprocesado han obligado, tanto a las centrales españolas más antiguas (Zorita, Garoña y Vandellás I) como a las más modernas (Almaraz I y Ascó I) a almacenar sus residuos en grandes piscinas situadas en sus propios terrenos.

¿Hay peligro?

Tanto estos depósitos provisionales como los definitivos de Sierra Albarrana son considerados por los expertos como carentes de peligro para el medio ambiente, al tratarse de basuras de media y baja radiactividad.Un experto, por ejemplo, de la Junta de Energía Nuclear española, organismo dependiente del Ministerio de Industria, se pronunciaba recientemente sobre este tema, afirmando que las barreras que se utilizan habitualmente para separar estos residuos del medio ambiente (hormigón, acero o el enterramiento bajo tierra) son más que suficientes para no superar en ningún caso los niveles de radiactividad natural del propio planeta Tierra. Tampoco manifestaba temores respecto a los residuos de alta actividad, para los que consideraba suficiente la tecnología hoy existente y el almacenamiento en capas geológicas profundas.

Sea como sea, y contando con el escepticismo que estos argumentos provocan todavía en medios ecologistas, lo que no cabe duda es que nuestro país, con cinco centrales nucleares en funcionamiento y otras 10 que se espera funcionen antes de 1990, puede empezar a tener graves problemas para guardar todos los residuos radiactivos.

En efecto, el Plan Energético Nacional calculaba para el período 1978-1987 una producción media de 150 toneladas anuales de basura radiactiva (siempre de baja y media actividad, según señalábamos anteriormente). Como puede suponerse, se trata de demasiados residuos como para que las propias centrales puedan almacenarlos de la misma forma en que lo vienen haciendo hasta ahora.

Precisamente por ello, los responsables de ENUSA (Empresa Nacional del Uranio, SA), de capital estatal, estudian en este momento cuál será el emplazamiento más adecuado para instalar un gran cementerio centralizado de residuos.

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