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SALUD

El fibroscopio, una fuente de luz dentro del ser humano

La cirugía fibroscópica se ha mostrado como la gran esperanza en las IV Jornadas de Endoscopia Digestiva que se han celebrado recientemente en Madrid, patrocinadas por el departamento de Endoscopia del Hospital Clínico, que dirige el profesor Ramírez Armengol. Este revollicionario método permite en muchos casos operar al paciente desde dentro, es decir, sin cortes ni complejas incisiones externas.El fibroscopio es una especie de moderna y sofisticada solitaria: un tubo -del grosor del dedo meñique- de fibra de vidrio, cuyo interior aparece tapizado de múltiples haces de una fibra especialmente luminosa, capaz de conducir, a lo largo de él, un potente chorro de luz fría. "El fibroscopio es uno de los más prometedores hallazgos de la moderna tecnología hospitalaria", señala el doctor Gutiérrez del Olmo, secretario de estas jornadas. Su construcción se basa en dos cualidades naturales de la fibra de vidrio: su magnífico coeficiente de flexibilidad y su capacidad para conducir la luz sin distorsionarla.

Pero el fibroscopio, bajo su aspecto de gigantesco gusano de cabeza móvil y articulada, que puede alcanza 1,80 metros, y cuyo coste medio supera el 1.300.000 pesetas, constituye algo más que un simple transmisor de luz. No sólo es capaz de penetrar y explorar cualquier cavidad -natural o provocada- del cuerpo humano, sino que, a través de él, es factible contemplar, fotografiar o filmar cualquier detalle del lugar donde ha sido introdiicido. Para lograr estos testimonios gráficos se utilizan dos lentes; una de gran luminosidad constituye el visor y se encuentra en el extremo que sujeta el endoscopista. La otra, el objetivo, es un simple cristal inastillable que protege los haces de fibras encargados de conducir -sin distorsionar- la luz a lo largo del fibroscopio. Este cristal constituye la protección de]. sistema óptico que se introduce dentro del cuerpo del paciente. Mediante un simple mecanismo de presión se puede acoplar una máquina fotográfica al visor y obtener magníficas fotografías convencionales. Para filmar, televisar o grabar un viaje por el interior de un conducto se sustituye la lente objetivo por una microcámara; las imágenes obtenidas se pueden contemplar directamente o almacenar en un sistema vídeo.

Con cabeza y ojos

Pero para ver, fotografiar, televisar o grabar se necesita luz. Esta es generada por una potente unidad autónoma de luz fría y se transmite a lo largo del fibroscopio con la avuda de dos haces especiales de fibras: uno conduce la luz y el otro devuelve las imágenes. El primero termina en dos minúscu los, brillantes y fantasmagóricos ojos. El segundo haz se encarga de devolver las imágenes captadas hacia la lente objetivo, sobre la que se visualizan.Esta cabeza móvil, articulada y casi viva, del fibroscopio se complementa con dos conductos. Por el primero, y a voluntad del endoscopista, brota un fino chorro de agua a presión cuya misión es límpiar de adherencias los focos y las ópticas. Por el segundo se puede hacer circular un chorro de aire que permite inflar la cavidad a observar o succionar secreciones depositadas en zonas recónditas. Paralelamente, este mismo canal ayuda a realizar una de las funciones clave de la moderna endoscopía: la cirugía fibroscópica. Con esta nueva y revolucionaria técnica es posible operar al paciente desde dentro de su propio cuerpo sin necesidad de efectuar cortes ni complicadas incisiones externas.

Herramientas quirúrgicas

A través de este canal se introducen -a lo largo del fibroscopio- una serie de pequeñas e ingeniosas herramíentas quirúrgicas tales como: asas o nudos corredizos de cable de acero, que permiten -una vez enlazado- seccionar cualquier tipo de pólipo instalado en el organismo; conectado este cable a una corríente diatérmica (continua), el asa se convierte en un extraordinario instrumento que posibilita no sólo cortar, sino cauterizar la herida producida, evitando la aparicíón de hemorragias; cestas o redecillas metálicas de malla ancha que ayudan a recoger y extraer piezas de forma redondeada; pinzas dentadas, de tal potencia que una vez que han atrapado un objeto -por ejemplo, una moneda-, un adulto es incapaz de librarla de su presión; agujas para inyectar o extraer líquidos de sitios tan remotos como una vena de un feto vivo de veinticuatro semanas dentro del vientre de su madre; cuchíllas para efectuar biopsias de tumores sospechosos; terminales de laser capaces de cauterizar cualquier micropunto en la más remota cavidad.Con la ayuda de un fibroscopio moderno, un endoscopista adiestrado puede desde extraer cualquier objeto del esófago o los bronquios de un niño hasta realizar operaciones de cirugía interna (desde dentro del propio paciente).

No debemos olvidar que desde el tubo intestinal, pasando por el árbol bronquial, la cavidad abdominal o la pleural hasta cualquier tipo de articulaciones, son fácilmente accesibles a través de un fibroscopio. La misión del actual endoscopista no se limita a observar y extirpar, sino que intenta por todos los medios potenciar el diagnóstico precoz. Actualmente, casi un 70% de los tumores intestinales, pólipos, carcinomas, etcétera, podrían ser detectados precozmente -y la mayoría extirpados directamente- en unos minutos de observación rutinaria.

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